La trasnacional sólo busca el dinero, alerta la ambientalista Caterine Marielle
Mariana Norandi
El convenio firmado entre la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México (CNPAMM) y la empresa trasnacional Monsanto para crear un banco de germoplasma de todas las variantes del grano “es como poner al lobo a cuidar las ovejas”, afirmó Caterine Marielle, coordinadora del programa de sistemas de alimentos sustentables del Grupo de Estudios Ambientalistas (GEA).
En conferencia de prensa, la especialista denunció que la empresa de origen estadunidense lo único que busca con este acuerdo es el “negocio”, pues pretende imponer el maíz transgénico en el país y luego cobrar regalías por sus patentes.
“Cómo es posible que México, que fue el primer país en el que sus granos originarios se contaminaron con maíz transgénico, sea el primero también en firmar un convenio de colaboración con Monsanto”, señaló Marielle.
“Además –añadió–, el cuidado del germoplasma de los granos no puede estar en manos de una trasnacional, porque se trata de un bien público.”
Añadió que es urgente abrir el debate en torno al maíz transgénico, ya que su cultivo puede generar un conflicto social, “pues es imposible que coexistan el maíz genéticamente modificado y el convencional, debido a que el primero contamina al segundo por polinización cruzada. Por tanto, no es realista considerar reservas de maíz no transgénico, porque la contaminación es incontrolable”.
Estudios internacionales
Citando información de estudios internacionales, la ambientalista sostuvo que es muy sencillo comprobar que el maíz transgénico es perjudicial para la salud de las personas. Sin embargo, citó un experimento realizado con roedores, en el que se verificó que el maíz Monsanto 810 causó daños en riñones, hígado y sistema sanguíneo. Por ello, exigió a las autoridades mexicanas aplicar el principio de precaución y obligar a las empresas de alimentos que utilizan este maíz a que lo etiqueten así en sus productos.
También expresó su desacuerdo con la Ley para el Fomento de los Biocombustibles, no sólo por su contenido, sino porque no tomó en cuenta a la opinión pública.
La especialista afirmó que los agrocombustibles ponen en peligro la soberanía alimentaria de las naciones, porque se pone a competir la producción del maíz que se destina a la alimentación con el que se usa en los bioenergéticos.
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