Carlos Fernández-Vega
Calderón gasta en propaganda 18 veces más que los $200 millones ofrecidos a Tabasco
A pesar de su compromiso (“vamos a reconstruir Tabasco, cueste lo que cueste”) y sus tres recorridos por la zona de desastre, parece que el inquilino de Los Pinos no alcanza a entender la proporción del problema ni la magnitud del drama tabasqueño. Ello, porque apenas cuatro días atrás tomó el micrófono para asegurar a propios y extraños aquello de “cueste lo que cueste”, pero ayer le puso números a la prometida reconstrucción mediante la creación de un fondo que arranca con 200 millones de pesos, etiquetados para pequeñas y medianas empresas de la entidad.
¿Es mucho o poco? Para dar una idea, esos 200 millones de pesos representan sólo 0.9 por ciento de los aproximadamente 22 mil millones de pesos que, oficialmente, el gobierno de Tabasco estima costará la reconstrucción del estado. Al mismo tiempo: a) 200 millones de pesos, y algo más, los gasta el gabinete de la “continuidad” en comidas, viajes y celulares; b) en este 2007 el propio Calderón erogará una cantidad 18 veces superior (3 mil 700 millones de pesos) en propaganda, esos somníferos promocionales con los que día y noche bombardea a la población y transmite a través de los medios electrónicos, y c) es una cantidad que el propio michoacano gastará en 2008 para el uso del sistema de transporte aéreo presidencial.
Entonces, para uso del michoacano es muchísimo dinero, una verdadera fortuna si se le compara con los resultados ofrecidos, pero para el millón de tabasqueños damnificados, la reconstrucción del estado y las tareas más urgentes, 200 millones de pesos sólo representan una muestra de humor negro de lesa patria, sobre todo si se recuerda que en abril pasado, con el poder de su firma, el inquilino de Los Pinos condonó, total o parcialmente, 2 mil 179 millones de pesos en créditos fiscales a cuatro clubes de fútbol; 2 mil 675 millones a una compañía editorial, y mil 522 millones a dos cadenas televisivas, por las que transmite sus soporíferos promocionales. En total, 6 mil 376 millones de pesos (se citan sólo esos ejemplos, pero hay muchos más), un monto casi 32 veces superior a los 200 millones destinados a la reconstrucción tabasqueña, y sólo para Pymes.
No hay proporción ni equidad: si los equipos de futbol revientan, problema de sus dueños y su afición, igual para la compañía editorial y las dos cadenas televisivas. Lamentabilísimo que pequeñas y medianas empresas se asfixien financieramente, pero lo que de ninguna manera puede permitirse es dejar a su suerte a un millón de personas que no tiene ni para comer.
Para rematar, ayer dijo el inquilino de Los Pinos que “México está siendo puesto a prueba por estas inclemencias de la naturaleza”. Pues no, tampoco atinó. Lo que verdaderamente está a prueba es el tamaño del gobierno (federal y estatal), y hasta el momento no aprueba ni de panzazo (de ello dan cuenta las más cariñosas cuan recientes encuestas sobre la aprobación/ rechazo de los ciudadanos en torno al desempeño del michoacano). Y de tarea, la ONU le dejó la siguiente planilla: “la tragedia en Tabasco pudo prevenirse con medidas relativamente sencillas y baratas…” (Sálvano Briceño, director de la Estrategia Internacional de Reducción de Desastres del organismo).
Quienes parecen entender mejor el alcance del drama tabasqueño son los diputados (sin duda un garbanzo de libra), quienes anuncian la creación de un paquete económico de rescate para Tabasco, que considera el 100 por ciento de incremento presupuestal para el ejercicio 2008, y la utilización del inexplicable cuan criminal subejercicio 2007 (alrededor de 9 mil millones de pesos que el gobierno estatal no gastó), para que la derrama sea la mayor posible y a la brevedad para atender a los damnificados.
Mientras todo eso sucede, se lee en el portal de Terra que la Secretaría de Hacienda “suaviza con estímulos la reforma fiscal; la dependencia emitió ayer el decreto presidencial que contiene estímulos fiscales para el pago del impuesto sobre la renta (ISR) y empresarial a tasa única (IETU) a partir de enero de 2008, cuando entre en vigor”. Así, la de por sí ligera “reforma” fiscal se hace aún más light, y no precisamente en beneficio de los damnificados.
Las rebanadas del pastel
De la lectoría, sobre el drama tabasqueño: “que todos los bienes decomisados por diversos ilícitos sean rematados, y los dineros que se obtengan dedicados íntegros (ayuda institucional) a los afectados por fenómenos naturales. Podemos empezar, ¡pero ya!, con el buen uso de los 205 millones de dólares decomisados al chino-mexicano de apellido Zhenli Ye Gon. Además, las ONG como Vamos México ¿qué esperan para ayudar a los que urgentemente necesitan apoyo económico y no sólo palabras huecas?” (Alexandro Yáñez M., sagitoro@yahoo.com)... De un lector que, por obvias razones, pide el anonimato: “no es por aterrorizar a los de por sí insatisfechos derechohabientes del IMSS, pero a sentir de algunos, la dirección médica anda más perdida que antes; un año ha pasado y, si existe, nadie conoce el plan estratégico sexenal. Lo que nos queda bien claro es que una de sus líneas de acción es eliminar cualquier rastro de las acciones realizadas en el sexenio anterior, y eso implica deshacerse de toda aquella persona relacionada con el anterior director. Han liquidado a una cantidad increíble de personas sin mejor motivo que ser gente de la administración pasada; el capital humano perdido es cuantioso y muchos fueron formados con recursos del Instituto. Lo peor es que los sustitutos en esos cargos en la mayoría de los casos no cuenta con el perfil, ni las habilidades para desempeñarlos decorosamente. A los que aún esperamos la guillotina, literalmente se nos ha dicho que investigación y evaluación son palabras prohibidas, y cuidado con mencionar que se tiene algún postgrado, porque eso será tomado como prueba de gran traición”.
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