El sol azteca no debe ser de caudillos, pero tampoco de caciques, responde a Ortega
Afectaría intereses de algunas corrientes la restitución de la “vida democrática” interna
Alma E. Muñoz
“No creo que Andrés Manuel López Obrador sea un peligro para el PRD”, atajó Alejandro Encinas. “Más bien creo que algunas corrientes pueden ver afectados sus intereses si se restituye la vida institucional y democrática en el partido”.
Este instituto político “no es de caudillos ni de caciques, por lo que necesitamos más partido y menos corrientes”. Sobre todo cuando “lo que ha predominado en el PRD no son necesariamente los liderazgos fuertes”, insistió el ex jefe de Gobierno capitalino.
En entrevista, el también aspirante a dirigir el sol azteca no negó estar en campaña, como están los otros cuatro aspirantes. “Quien diga lo contrario, se engaña a sí mismo”.
Encinas reconoció que falta regular las precampañas, pero “no me vengan a decir que ninguno de los cinco estamos haciendo proselitismo. Desde ahí hay que erradicar la simulación. ¿O qué, las giras, los recorridos que están haciendo nuestros compañeros no están ligados a esa actividad?”
Consideró que el partido se encuentra inmerso en un proceso de discusión profunda que abarca la renovación de las dirigencias nacionales y estatales, el futuro del país y el perfil de la izquierda en México. Sin embargo, pidió no permitir que dicho debate derive en amenazas y chantajes, “especialmente cuando hay personas que quieren incidir en las definiciones internas” del perredismo, por lo cual instó a sus compañeros a no sobredimensionar esas acciones.
Indicó que siempre queda la discusión “abierta, franca, democrática, sin simulación ni fudamentalismos”, y recordó que ya pasó la época de la izquierda sectaria, dogmática.
Apuntó que no alentará ninguna campaña fratricida ni un debate de calificativos e improperios. El sol azteca “requiere ir a elecciones internas dejando atrás los acuerdos en lo oscurito y la lógica de que acuerdo mata estatuto, así como volver a debatir para que no prevalezcan las intrigas, los chismes y los rumores, sino la confrontación de ideas de manera abierta, democrática y transparente”, precisó.
Sobre el discurso que el domingo pasado pronunció Jesús Ortega –su principal oponente en la contienda– respecto a que el partido no debe ser utilizado para resolver objetivos particulares, Encinas dijo estar de acuerdo en que el PRD no es de caudillos, “pero tampoco debe serlo de caciques”.
No obstante, cuestionó que la conducción del mismo esté en manos de “grupos de presión y las llamadas corrientes. ¿O qué, han conducido los liderazgos fuertes al PRD? ¿O qué, quienes han tomado las decisiones no son las corrientes? Hace falta una buena dosis de autocrítica y entender que necesitamos un partido institucional, que tenga la fortaleza suficiente para tomar sus decisiones y mantener la autonomía, incluso de las propias corrientes que conforman sus órganos de dirección”.
En este sentido, consideró que el liderazgo de López Obrador debe verse como parte del “patrimonio político del PRD, y tenemos que caminar juntos, no veo por qué debamos entrar en controversia o en conflicto”. Asimismo, dijo estar convencido de que el sol azteca debe ser la columna vertebral del “gobierno legítimo” y de la Convención Nacional Democrática, y que éstos dos “deben ayudar al fortalecimiento orgánico, político y electoral” del partido.
Y subrayó: “no creo que Andrés Manuel sea un peligro para el PRD, como quizá supongan algunos compañeros”. Rechazó que el ex candidato presidencial pueda afectar intereses de grupos internos. “Lo que realmente puede afectarlos es la restitución de la vida institucional y democrática dentro del partido”.
El precandidato también respondió al planteamiento hecho por el senador Carlos Navarrete –el pasado domingo– de que “se equivocan quienes creen que el PRD sólo debe luchar por los pobres”. Este partido –apuntó– “defiende las causas de las mayorías y de la población más necesitada, que es lo que caracteriza a la izquierda. No quiere decir que seamos comecuras ni come empresarios. Un discurso democrático tiene en el centro de sus preocupaciones la calidad de vida de la mayoría de la población y la vida democrática para lograr esos cambios. Entonces, eso nos preocupa”.
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