Carlos Fernández-Vega
Apoyo mediático a cambio de bancos
Que pague impuestos quien no sea amigo del cambio
Moneda de canje durante el sexenio del Cambio SA, retomada en la “continuidad”, el intercambio de favores entre gobierno y barones ha sido en extremo productivo. Por ejemplo, “si apoyas mediática y financieramente a mi candidato, en reciprocidad te doy un banco” (chatarra). Y en la feria del trueque, hoy tienen inquilino en Los Pinos, un ex mandatario que gozosamente nada en la impunidad y la friolera de 15 bancos chatarra.
Y entre los beneficiarios aparecen los incansables cuan desinteresados defensores de la democracia y la libertad de expresión Enrique Coppel Luken (Bancoppel), Olegario Vázquez Raña (Banco Multiva), Antonio Chedraui (Banco Fácil), los Legionarios de Cristo (Banco Compartamos), Juan Antonio Hernández Venegas (Banco Autofin), Humberto Garza González (Banco Ahorro Famsa), Héctor Pío Lagos Dondé (Banco Monex), la trasnacional Wal-Mart (Banco Adelante) y Ricardo Salinas Pliego (Banco Azteca, el primer palomeado del sexenio foxista). Emilio Azcárraga Jean (Televisa) no aparece como “banquero”, pero no quedó fuera de la jugada, aunque la respectiva autorización gubernamental, más allá de los casinos, fue disfrazada como “distribuidora de fondos de inversión”, llamada Más.
Sólidos inversionistas en candidatos a modo, feroces cobradores de facturas por los apoyos brindados, la mayoría de los bancos chatarra apenas cumple un año de operación (cinco en los casos de Salinas Pliego y Azcárraga), cuando ya goza de las jugosas gracias fiscales concedidas por el gobierno federal. Resultado de sus apoyos mediáticos, financieros y políticos a presidentes y candidatos a modo, los “nuevos banqueros” son protegidos por la ley fiscal (“impuestos diferidos”) y han dejado de enterar al erario de cerca de 700 millones de pesos en su muy corta vida. Lo anterior, no obstante que registran utilidades netas cercanas a mil 500 millones de pesos, lo que impediría, en la mayoría de los casos, la citada cobertura.
Los casos más notorios son (¡sorpresa!) Banco Azteca, de Ricardo Salinas Pliego, y Banco Compartamos, de los Legionarios de Cristo. El primero reportó 598 millones de pesos en utilidades netas al cierre del tercer trimestre de 2007, pero el fisco le permite mantener sin pagar 480 millones utilizando dicho mecanismo; el segundo, 640 y 4 millones, respectivamente.
Los bancos chatarra y sus dueños (algunos de ellos, no ajenos a la privatización salinista de las instituciones financieras ni mucho menos del “rescate” zedillista) recurren así a la práctica de la “banca grande”, la cual, desde 1995, evade legalmente impuestos, y a estas alturas, no obstante sus grotescas ganancias acumuladas, mantienen sin enterar al fisco de cerca de 12 mil millones de pesos (la mitad de ellos corresponde a Banamex-Citigroup, que en los primeros nueve meses de 2007 reporta 11 mil 357 millones de pesos en utilidades netas, pero no ha pagado 6 mil 33 millones, de acuerdo con el más reciente reporte de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores).
Dicho sea de paso, de una u otra forma los propietarios de los bancos chatarra están ligados a los organismos cúpula que ahora se “preocupan” por los cambios constitucionales a la ley electoral y a la “implícita cancelación de la libertad de expre$$$$ión” (Consejo Coordinador Empresarial dixit) en ellos contenida.
Para redondear, retomo lo aquí tecleado en el pasado reciente (el foxiato) sobre este tema: como dulce cereza, autorizaciones bancarias para los amigos del “cambio”. Es la banca chatarra el futuro de la nación, según la inagotable creatividad de la tecnocracia financiera gubernamental, en un país donde la banca “normal” es igual de chatarra que la creada por el gobierno.
Por mera coincidencia, el grueso de los banqueros chatarra ha sido en extremo generoso con una fallida organización política disfrazada de fundación filantrópica (Vamos México y Martita Sahagún). El llamado redondeo en los supermercados (la “morralla millonaria” aportada por los consumidores) recibió un banco chatarra de premio: el empresario sinaloense Enrique Coppel Luken, dueño del grupo que lleva su primer apellido, quien a cambio del “redondeo” para Marta y la descarada intervención en el proceso electoral en favor del Felipillo obtuvo autorización para Bancoppel.
En la misma línea, la explotadora del trabajo infantil, Wal-Mart, tiene su nuevo filón (Banco Adelante), al igual que el Grupo Chedraui (Banco Fácil). Tampoco podían dejar fuera a los siempre píos Legionarios de Cristo, activísimos en favor de Martita, y semanas atrás le palomearon su Banco Compartamos (Marcial ya abrió su cuenta), casi al mismo tiempo que el Banco Multiva para Olegario Vázquez Raña, el Rey Midas sexenal, el Banco Ahorro Famsa, consorcio con sede en Monterrey, propiedad de Humberto Garza González, más Banco Autofin para Juan Antonio Hernández Venegas, dueño del Grupo Autofin y generoso contribuyente a la causa del Partido Acción Nacional. Por si fuera poco, Prudencial también tiene su banco chatarra, una trasnacional financiera que en México representa Manuel Somoza Alonso, presidente de la Bolsa Mexicana de Valores en el crack bursátil de 1987.
Entonces, que pague impuestos quien no sea amigo del “cambio” con “continuidad”.
Las rebanadas del pastel
Y mientras hoy se consuma la democrática imposición de Germancito en la presidencia del PAN, desde Puebla la siempre gentil lectoría comenta: “por lo menos aquí, en los municipios de Puebla y Cholula-Puebla, el campo ya no existe, pues gran parte de la mancha agrícola hoy la han convertido en extensos fraccionamientos lujosos. La Vista, por ejemplo, terrenos antes productivos de la comunidad de Tlaxcalalzingo. Y qué decir del proyecto del Góber Precioso en la región de Libres, también en Puebla, la denominada Célula. En pocas palabras, al campesino lo convierten en obrero asalariado, mal pagado por cierto, o en migrante finalmente. Y los diputados y senadores ¿para qué quieren campo?, pues finalmente su maizada les llega por todos lados” (José Raymundo Mirón Rosales, raymundo.miron@iberopuebla.edu.mx).
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario