Mujeres, ciudadanas de segunda en Oaxaca
Las mujeres no tienen derecho a elegir ni a ser electas en comicios municipales
Foto: juan carlos reyes
Oaxaca, Oax., 18 de febrero (apro-cimac).- En 19.6% de los 418 municipios oaxaqueños que se rigen por el sistema de usos y costumbres --152 realizan elecciones bajo el régimen de partidos políticos--, las mujeres no tienen derecho a elegir ni a ser electas en comicios municipales.Se trata de 82 municipios semiurbanos, rurales e indígenas. Unos se encuentran ubicados en la zona metropolitana a la capital del estado y otros a nueve horas de distancia de la capital, en camión. En esta última situación está el municipio de Santa María Quiegolani, donde Eufrosina Cruz Mendoza, una indígena oaxaqueña que emigró a los 11 años del pueblo, en busca de mejorar sus condiciones de vida, despertó polémica, cuando, el 4 de noviembre de 2007, se inconformó porque las autoridades municipales anularon su participación en la contienda electoral por el sólo hecho de ser mujer y profesionista. “Se imagina, en 82 municipios del estado la palabra de las mujeres no existe”, dice Cruz Mendoza, quien, a sus 27 años de vida, ha enfrentado todas las adversidades posibles, nada más por intentar “ser una mujer libre, estudiar una carrera y elegir su propio destino.Cuenta que prácticamente abandonó a su familia para evitar que sus padres la entregaran en matrimonio a un hombre desconocido. Vivir alejada de su familia le permitió regresar a su hogar convertida en Contadora Pública. Apoyada por un sector importante de la población, Eufrosina buscó contender por la presidencia municipal de Santa María Quiegolani, pero le cerraron el paso por ser mujer. Presentó un recurso de inconformidad ante las autoridades electorales y legisladores, pero éstos le ofrecieron toda clase de pretextos y, sin más, cercenaron sus derechos políticos.El pasado 19 de diciembre, tuvo que soportar también que el Congreso local reconociera el triunfo de Eloy Martínez. La presidenta de la Comisión de Gobernación, la priista Sofía Castro, le pidió que abandonara su deseo de ser presidenta municipal, que hiciera “un ejercicio para ver si realmente le tocaba”. Y la presidenta de la Comisión de Equidad y Género, la panista Perla Woolrich, le aconsejó que al menos tomara una regiduría. Cruz Mendoza se ofendió. No entiende “como estas mujeres se dejaron invadir por el patriarcado”.¿Qué han hecho estas mujeres por todas las mujeres?, se pregunta. Un café de consuelo
Pero hay más: Cruz Mendoza relata que el director de Usos y Costumbres del IEE, Jorge Cruz Alcántara, le pidió que no insistiera más, que mejor le invitaba un café y se ofreció a asesorarla para volver a intentarlo en los próximos tres años. Del Instituto de la Mujer Oaxaqueña, Eufrosina no espera nada. El organismo –sostiene- no tiene ningún tipo de injerencia en el resto de las instituciones públicas.Ante la imposibilidad de encontrar una salida, Eufrosina interpuso una queja en Comisión Nacional de los Derechos Humanos contra la autoridad municipal, el Instituto Estatal Electoral de Oaxaca y los servidores públicos que resulten responsables por la violación a sus derechos humanos y la conculcación de sus garantías individuales. Con ese recurso, pretende que las elecciones municipales se anulen y se convoque a nuevos comicios en la comunidad ubicada en la Sierra Sur. La CNDH está por resolver su queja, aunque ya anticipó que fueron violados los derechos políticos de la indígena.
A esta vieja si le entran las balas
La Contadora Pública por la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca sostiene que su anhelo es servir a su pueblo, a su gente, a las mujeres y no servirse del pueblo como ha sucedido hasta ahora. Abunda: “Ser mujer indígena no debe ser condición inquebrantable de pobreza, de hambre, de olvido, de tristeza, nosotras tenemos los mismos derechos que las demás mujeres de Oaxaca, de México y del mundo”. A los 11 años, hablando sólo zapoteco, salió por primera vez de Santa María Quiegolani rumbo a la región del Istmo. Como no había transporte, tuvo que caminar hasta Santa María Ecatepec, durante 10 horas. El cansancio no la doblegó, era más fuerte el miedo a ser “entregada” a un hombre que ni siquiera conocía para casarse a los 12 años, como había sucedido con otras mujeres de su casa. Eufrosina lamenta que la costumbre “de entregar a las hijas en matrimonio con desconocidos” siga en la región, donde las mujeres, dice, llegan a procrear hasta 17 hijos. Ella proviene de la cultura del esfuerzo. Cuando estudiaba bachillerato, en Salina Cruz, gracias a sus buenas calificaciones –de nueve en promedio--, obtuvo una “beca alimentaria”, que, recuerda, consistía en una torta y un refresco. En lugar de consumirlos, los vendía para poder comprar sus útiles escolares y, si bien le iba, ropa. Dice que después combinó los estudios con el trabajo hasta que terminó la carrera de Contaduría en la Universidad Autónoma Benito Juárez. Cuando se graduó, no tenía zapatos. “Unas personas me regalaron un par de zapatos, pero eran rojos, así que compré pintura y los pinté de negro, para mi desgracia llovió ese día y se despintaron; seria para no olvidar de donde vengo”, recuerda.
Estudiante ejemplar
Eufrosina estudió la carrera de Contaduría luego de hacer un servicio en el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), lo que le permitió por tres años recibir el pago de 600 pesos mensuales. Luego, obtuvo una beca Pronabes por tener 9.7 de promedio en la carrera, mismo que complementaba con otra beca, otorgada por la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), por hablar zapoteco. Cuando terminó la carrera, invitada por la ahora diputada local Sofía Castro “dio tequio” ocho meses en la Cámara de Diputados, hasta que finalmente, gracias a otra persona, la contrataron y recibió por primera vez en su vida un sueldo digno. También trabajó para el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado (CECyTE), donde fundó en tres comunidades marginadas los colegios de Bachilleres, cuando fue directora de Educación Media Superior a Distancia. Esa tarea que, dice, le permitió aprender a gestionar con las autoridades municipales la donación del terreno y parte de la inversión necesaria para la construcción de las escuelas. Incluso, fundó un albergue comunitario. Además, en sus visitas a su casa de Santa María Quiegolani, organizaba talleres para las mujeres. Así se ganó el respeto de los hombres de la comunidad. Fue la primera mujer que sentó a la mesa en una asamblea comunitaria y fue la primera en entrar a la Sacristía, un lugar donde sólo podían entrar los hombres. En agosto pasado, junto con más de 170 mujeres y sus hijos e hijas participó en una protesta por los derechos de las mujeres a votar y ser electas, “las mujeres saben, están sensibilizadas”.El caso de Eufrosina Cruz Mendoza puso de manifiesto que en Oaxaca muchas mujeres son ciudadanas de segunda, que las instituciones violentan los derechos humanos de las mujeres o son, como dice ella, paredes blancas sobre las que nadie quiere escribir una nueva historia, menos quienes las dirigen.
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