jueves, septiembre 25, 2008

Conaculta, inmoral al no regular medios: Esteinou
Esteinou. Abandono del Estado

Para el investigador, "son las grandes redes de medios de comunicación la verdadera fuerza que hoy día modera la cultura contemporánea". Ante ello, resulta
imprescindible deshacer el sofisma de que el Estado no debe participar en los contenidos de los medios públicos.
Con un desalentador panorama en el cual -debilitado por las crisis económica y de inseguridad- el Estado renuncia a su rectoría en el campo de la comunicación, mientras los grandes concesionarios afianzan su poder, el comunicólogo Javier Esteinou Madrid analiza el papel del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) frente a la posibilidad de revisión de la nueva Ley Federal de Radio y Televisión en el actual período legislativo.
A decir del investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco y profesor del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, no obstante que la llamada Ley Televisa fue detenida en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), "los poderes fácticos mediáticos han quedado reforzados", y a través de distintas formas han ido alcanzando logros como el acuerdo para cambiar estaciones radiofónicas de AM a FM (combos), emitido el pasado lunes 15 de septiembre por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).
Para Esteinou Madrid -al margen de las políticas culturales gubernamentales- son los medios los que realmente imponen día a día patrones culturales. Sin embargo, en sus recientes discursos con motivo de la celebración del XV aniversario del Canal 22 y la apertura de la Séptima Bienal Internacional de Radio, el presidente del Conaculta, Sergio Vela, se limitó a hablar de fortalecer los medios públicos, sin mencionar cuál debería ser su papel frente a los concesionados.
Entrevistado por este semanario tras la presentación del Programa Nacional de Cultura (PNC) 2007-2010, en diciembre del año pasado, Vela asumió que no es papel del Conaculta regular contenidos en los medios privados, sino ofrecer "buenos contenidos" en los públicos:
"Muchas veces encontramos en los medios concesionados contenidos valiosos. Otros que son absolutamente insignificantes en términos culturales, o hasta no sé si perniciosos fuera la palabra, digamos que cuestionables. Pero al Conaculta o a las instituciones culturales en su conjunto, no les toca determinar contenidos porque no se trata de asumir una posición ideológica, se trata de propiciar la libertad, el flujo de ideas, simple y sencillamente."
-¿Es correcto que el presidente del organismo rector de las políticas culturales nacionales se mantenga al margen de los medios concesionados?
Autor de múltiples libros, entre ellos La comunicación y la cultura nacionales en los tiempos del libre comercio y La televisión mexicana ante el modelo de desarrollo neoliberal, Esteinou Madrid ve desde el contenido del PNC una falla central, pues "la cultura está concebida con una visión medieval, decimonónica, como el conjunto de expresiones exquisitas, sensibles, elitistas del sector aristocrático del país, como son las manifestaciones de las bellas artes, la danza, la pintura, la escultura, la escritura, pero no como realmente se produce hoy día la cultura, que es a partir del funcionamiento de los grandes medios de comunicación."
Apenas en el apartado 8, referido a las industrias culturales, se menciona a los medios, pero -dice el especialista- se circunscriben al cine y a los medios públicos (Canal 22 y Radio Educación), sin analizar que "son las grandes redes de medios de comunicación la verdadera fuerza que hoy día modera la cultura contemporánea".
Explica:
"Podemos decir que este nuevo gran poder (que en la década de los ochenta se ubicaba como un poder socializante, para los noventa en un cuarto poder y para principios de este nuevo milenio se ha transformado en el primer gran poder) es abandonado por la concepción en el diseño de las grandes políticas nacionales de cultura."
Automarginado
El Conaculta no formó parte del Consejo Nacional de Radio y Televisión en la anterior ley de medios y no es miembro ahora de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel). Para el investigador ello es motivo de una de las grandes críticas hacia el Estado, pues es como si de entrada hubiera renunciado a su responsabilidad de participar en el verdadero terreno de lo cultural:
"Es sumamente grave que en la propuesta de la nueva ley no se le dé un peso sustantivo ni a las secretarías de Educación Pública y de Salud, ni al Conaculta, cuando son tres de los grandes organismos que deben supervisar el contenido y funcionamiento de los medios, no nada más la SCT a través de la Cofetel, pues ésta se encarga de regular aspectos tecnológicos."
Alarma al investigador que en la Cofetel se pretenda reducir a los medios al nivel de "fierros, alambres, tornillos y tuercas". Lo considera una estrategia de las grandes empresas para evitar la discusión de fondo: contenidos, valores, identidades, formación de conciencia, "que es en última instancia crear el patrimonio mental cotidiano a partir del cual se mueve la nación en una u otra dirección".
-Quizá vigilar contenidos es adentrarse en terrenos pantanosos porque entran criterios de moral, de ética... y quién los determina, pero, ¿es válido que el presidente del Conaculta diga que en aras de la libertad no es su papel regular?
Tras indicar que ni ética ni moralmente pueden darse estos argumentos, Esteinou señala la necesidad de abrir la discusión sobre la misión del Conaculta y sus ámbitos de acción. No concibe que abandone "la principal zona desde la cual se construye la cultura cotidiana para entregarla a los grandes monopolios de la comunicación":
"Regular contenidos no tiene mayor conflicto, se le ha mostrado como conflicto para no abordar el tema argumentando que se restringen la libertad de expresión, de conciencia, de pensamiento, de comunicación, que son derechos universales de los seres humanos. Pero igualmente aspectos financieros, de tránsito, educativos, fiscales, son derechos universales, entonces ¿por qué en unas áreas sí se aceptan regulaciones y cuando se trata del campo de la comunicación siempre se plantean obstáculos?"
Subraya:
"Es un argumento totalmente falaz, artificial, sin sostén, que debemos replantear, pues de lo contrario no puede construirse un Estado moderno. Un Estado moderno que no ve a la cultura en toda su dimensión real, sigue siendo medieval."
Pese a que desde el propio poder se habla de un Estado avanzado y próspero, el investigador hace ver que en materia de comunicación, desde aquel proyecto de cambio planteado en los años setenta en la Cámara de Diputados, nunca los organismos culturales han participado de las discusiones, "lo cual habla de un abandono y una decadencia".
Condena que el titular del Conaculta sólo busque mejoras para los medios culturales, pues es como admitir que "el Estado es tan débil que únicamente en términos de esa cultura tiene cobertura sobre Canal 22 y Radio Educación... el resto de la cultura que la resuelva el mercado salvaje de la oferta y la dinámica de la mano invisible del neoliberalismo, que hoy se encuentra en su apogeo".
Lo cierto es que no sólo el Conaculta se ha mantenido al margen en la discusión de la nueva ley; los propios legisladores, e incluso la Asociación Mexicana del Derecho a la Información (Amedi) y su presidente, Javier Corral, han centrado la discusión en los temas políticos y electorales, y han dejado de lado el tema de la cultura.
También miembro de este organismo social, Esteinou Madrid admite que ciertamente no se ha tocado con profundidad ese aspecto. Luego no duda en calificar como una enorme paradoja que frente al desarrollo de la "famosa sociedad de la información" y justo cuando hay mayor desarrollo tecnológico, haya una tendencia inversa en los contenidos: mayor pobreza tanto en radio como en televisión.
Lucha de fuerzas
La obligación del Conaculta es llevar a la práctica el planteamiento del PNC respecto de la sustentabilidad cultural, dice el investigador y explica:
"Lo sustentable no es otra cuestión que crear aquellos mapas de conciencia mínimos, requeridos en cada período de la historia para que los ciudadanos, los seres humanos, puedan generar su propio desarrollo."
El problema, agrega, es que debido a la irresponsabilidad del Estado no se ha formado una cultura a favor de la naturaleza, de la producción de alimentos, de humanizar las ciudades, de crear la paz y no la violencia, de respeto de las mujeres, entre otros temas:
"Los aspectos básicos de la sobrevivencia han quedado abandonados para ver quién los forma, y normalmente es cuando se acumulan tantas contradicciones que, por el escándalo, alguien retoma esas realidades para resolverlas. Pero no es que el Estado responda responsablemente a tiempo, o de manera preventiva construya acciones mentales ideológicas, educativas o culturales, algo cuya ejecución debería corresponder al Estado."
-¿Es inminente que se abra nuevamente la discusión?
-Sé que existe la iniciativa de presentar el proyecto anterior.
Pero advierte varios problemas: El primero es el inicio de nuevos tiempos electorales, cuando el Estado se encuentra en condiciones más débiles para negociar cambios comunicativos con los grandes monopolios:
"Es el período en el cual los políticos requieren del apoyo de los medios para ganar las elecciones, y les es más difícil plantear proyectos agresivos de cambio jurídico sobre la estructura mediática del país."
El segundo es que pese a las observaciones a la Ley Televisa hechas por la SCJN, en realidad "el espíritu de la ley no ha muerto, sigue plenamente vivo y ha buscado renovarse constantemente, ya no de manera oficial o pública, sino a través de negociaciones parciales. Por eso vimos recientemente la aprobación del proyecto de los combos, vimos su fuerza para quitar al senador Santiago Creel, quien había impulsado la reforma electoral en el campo de la comunicación".
Menciona también como ejemplo de lo anterior que en los medios se presiona y descalifica constantemente al gobierno, "por sus gravísimos errores y desvergüenzas", y cómo frente a ese poder el informe de gobierno pasó de ser el día del presidente a la "semana mediática del presidente", poniendo la imagen y acciones de un año de gobierno en manos de los concesionarios.
"Estando el Ejecutivo entregado a los monopolios, pues menos condiciones existen para establecer una ley que ponga límites a los poderes fácticos mediáticos."
El tercer punto es la debilidad del Estado por las crisis de inseguridad y desempleo, que lo ha obligado a renunciar a la rectoría del campo de la comunicación y a formar alianzas con los monopolios, por lo cual son estos quienes determinan el rumbo del proyecto de comunicación nacional que ha sido reducido a los intereses del mercado.
Y en el cuarto nivel pone los supuestos logros de la reforma electoral que, en su opinión, se han debilitado. Muestra de ello -dice- es el reglamento emitido por el Instituto Federal Electoral (IFE), donde las supuestas regulaciones fueron puestas de tal modo que los monopolios deciden si las cumplen o no.
Ante ello el investigador advierte que si en 2006 hubo una grave crisis política por la falta de credibilidad de las elecciones presidenciales, con esta reforma electoral tan "vulnerada" habrá conflictos mayores, pues quienes estén inconformes podrán argumentar que los monopolios de la información actuaron de manera unilateral generando desequilibrio y proporcionalidad, con lo cual el ganador será nuevamente ilegítimo.
Redondea:
"Hoy podemos decir que desde 2000 a la fecha se ha dado cierta transición en el país en el campo económico, el terreno electoral, el financiero o ciertas aperturas gubernamentales, pero sigue existiendo el mismo viejo modelo de comunicación social disfrazado de moderno, un modelo altamente discrecional, autoritario, concentrador, monopólico, que va en contra de los derechos humanos. Es un viejo modelo, construido desde mediados del siglo XX, que no ha permitido la transición pacífica del país.
"Y mientras no se dé ese cambio en el ámbito de la comunicación, no podrá existir una verdadera reforma del Estado ni una transición hacia la democracia. Podrán existir ámbitos de cambio, pero no una transformación global hacia la democracia nacional. Los medios están retrasando ese cambio al detener el avance mental."
Se le pregunta para concluir si pese a que hay elecciones periódicas para elegir a los gobernantes y legisladores, se les ha entregado a los concesionarios el patrimonio nacional (que es el espacio por el cual circulan las ondas de comunicación), sin la más mínima consulta a la ciudadanía.
Dice entonces que el Estado construido en los últimos 200 años, prácticamente ha dejado de existir y hoy transitamos "hacia la cuarta república mediática", en la cual el Estado ya no está conformado por la tradicional estructura republicana, sino por los poderes: Ejecutivo, Legislativo, Judicial y ahora Mediático, sin que por este último haya votado nadie.
"Es la nueva realidad del siglo XXI."

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