Jorge Carrillo Olea
La semana pasada ante el Congreso, el secretario Mouriño incurre una vez más, como tantos funcionarios, incluido el Presidente, en una abismal confusión, que es una de las razones por las cuales la situación de ceguera con que se conduce la lucha contra el crimen es tan errática: pedir peras al olmo.
El secretario Mouriño dijo: “Tenemos claro que para el tamaño del reto que enfrentamos, y que dimos cuenta del mismo al poner en marcha los operativos y anunciar la lucha frontal contra la delincuencia, eran insuficientes las capacidades del propio Cisen y que había necesidad de reforzarlo”. Refrenda su ignorancia: “El Cisen es el órgano de inteligencia para combatir a la criminalidad…”.
Pues no, señor, no es así; esas funciones corresponden a un proyecto iniciado en el sexenio del licenciado De la Madrid y continuado en el del licenciado Salinas, que implicaba la creación de un centro responsable de anticipar con una perspectiva estratégica aquellos efectos de la vida nacional e internacional que afectaran a los grandes intereses nacionales a mediano y largo plazos.
En este mismo sentido se creó el Cendro (Centro de Planeación para el Control de Drogas), organismo destinado a la inteligencia específicamente sobre drogas, y quedó pendiente, dentro del proyecto de gran envergadura, crear un centro de inteligencia criminal, cuya ausencia hoy es tan lastimosa, y que Zedillo y Fox nunca entendieron. Con esto se hubiera culminado el Sistema Nacional de Inteligencia.
Ante la ignorancia y arrogancia de los responsables, se confundieron las cosas. Así se asignaron al Cisen tareas de orden policiaco que no solamente no le correspondían, sino que le dañaban en su integridad profesional. El Cendro ante declarativa del procurador de no saber cómo manejarlo, lo entregó a la Sedena siendo su primer director el general Tito Valencia Ortiz. El siguiente procurador no entendió el enorme valor de la especialidad y calidad técnica del Cendro y lo transformó en una revoltura de funciones que evidentemente nunca pudo cumplir. Lo llamó Cenapi (Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información). ¿Ha oído usted hablar de él?
Para cerrar la administración del presidente Salinas se creó el Instituto Nacional para el Control de Drogas que tenía una responsabilidad colegiada, donde por primera vez participara el gobierno federal en su conjunto y atacara toda la cadena delictiva, desde la prevención, adicciones, rehabilitación, sustitución de cultivos, producción, distribución, lavado de dinero y tráfico de armas y personas. En los primeros meses de su mandato Zedillo redujo al instituto en la Fiscalía Contra el Delito Organizado, privilegiando la agenda estadunidense y olvidándose de la salud de los mexicanos.
No hemos podido salir de esta confusión, otra vez por ignorancia y arrogancia de los responsables. Se reforzará mucho el Cisen, con ello se aumentará la revoltura interna de funciones, por ende la confusión de sus responsabilidades y su relativa inutilidad. ¿Qué es el Cenapi el día de hoy? Es un órgano amorfo, incomprendido por sus propios dirigentes y totalmente inútil. ¿Usted ha oído hablar de él?
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