Barómetro Internacional
Por José Marcelino García Rozado
Ante todo es imprescindible aclarar que el recién asumido Presidente estadounidense pareciera cumplir con algunos preconceptos de integridad, bonhomía, amplitud de criterio, demócrata y negociador del que carecía el por fin retirado George W. Asimismo es verdaderamente importante que este nuevo presidente norteamericano haya generado tamaña expectativa y semejante interés en la enorme mayoría del mundo, y más cuando tanto aquel como el propio EEUU se hallen inmersos en la más importante crisis de los últimos cien años, y digo cien años porque disintiendo con muchísimos economistas y gurúes internacionales y nacionales y considero que la presente crisis excede por mucho la depresión de 1929.
Barak Hussein Obama, no sólo es el primer afronorteamericano en asumir la primera magistratura del imperio, sino que además es el primer representante real de las minorías en acceder a este cargo, implicando un profundo cambio cultural en la pacata sociedad yankee. Este hecho, de por sí absolutamente trascendental para la sociedad estadounidense y aunque cueste reconocerlo también para la totalidad de la sociedad mundial, es presentado por la enorme mayoría de la prensa internacional como la representación de la "esperanza de un cambio que llega justo en el momento de una de la más grande crisis económica … del último siglo" y este "cambio" debiera representar serias consecuencias para la sociedad norteamericana, y una muy amplia incidencia en el curso de la economía y la política internacional y global, por lo que de ser cierto nos terminaría ateniendo a todos y a cada uno de nosotros.
De cuanto de esto sea cierto, dependerá seriamente que el tan mencionado "cambio" y las tan promovidas "expectativas" terminen por plasmar un nuevo y pacífico mundo, multilateral y multicultural, con relaciones cooperativas y nada confrontativas, con absoluto énfasis en la diplomacia y negación total al uso de la fuerza, con apego religioso a la conservación y defensa del medio ambiente y con una única preocupación enfocada en la supresión del hambre, la pobreza, la exclusión y la enfermedad en este mundo globalizado.
Pero Barak ante todo es un político estadounidense, no es un santo ni un africano tercermundista trasplantado que llega para redimir a la especie humana, y si no olvidamos esto y reconocemos que el cúmulo de desafíos que deberá enfrentar a partir de haber asumido se halla encabezado -por propia presión de su pueblo- por el combate a una recesión aguda, agravada por el gigantesco e impresionante déficit que le legara GWB, y el descalabro financiero consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria y de la incompetencia y la falta de regulaciones de la administración republicana.
Ante semejante desafío, y con la economía imperial constreñida de tal manera -recesión a punto de convertirse en depresión-, un aumento galopante de la desocupación y una moneda debilitada es casi imposible que BHO no termine por adoptar un programa asentado en un pragmatismo realista y trastoque aquel mensaje de cambio por una cautelosa reformulación de prioridades, acotada por los márgenes de maniobra que la propia realidad le irá imponiendo. Las maniobras a realizar deberán acompañar la regeneración de la confianza popular, imprimiéndole el dinamismo adecuado que termine atenuando el impacto que la crisis hoy tiene para revertir en el más corto plazo las negativas expectativas populares y de los agentes económicos estadounidenses.
Quienes equivocadamente creen que el nuevo líder yankee acompañara estos desafíos con miradas hacia el "patio trasero", no sólo pecan de ingenuos sino que llevan su infantilismo a un campo de irrealidad absolutamente pernicioso, del que terminarán despertando cargados de frustración y resentimiento. La política exterior del nuevo mandatario estará absolutamente condicionada por las prioridades internas, ya que EEUU no está en condiciones de adoptar ninguna decisión onerosa, ni imponer condiciones políticas externas como lo hiciera George W. y cuyas consecuencias heredan y deben pagar sus sucesores; por esta causa -y no por ninguna otra- el respaldo expresado por Obama al multilateralismo, al cooperativismo comercial y al desaliento de políticas confrontativas no son otra cosa que el "pago de la hipoteca norteamericana a levantar" ante un mundo descreído como nunca del liderazgo estadounidense.
Nadie puede desconocer que "el imperio" sigue siendo la principal y casi única potencia militar mundial, la principal potencia científica y tecnológica y hasta quizás la mayor potencia cultural, pero ya no la única. Hoy BHO debe reconocer que desalentar el uso de la fuerza y recobrar el imperio de la justicia son premisas fundamentales de una política exterior guiada ante todo -y por sobre todo- por la necesidad y el realismo, ya que EEUU deberá buscar el concurso de otras potencias emergentes ya sea para superar su propio bajón económico como para encarar la imprescindible agenda internacional, hoy empantanada y cubierta de urgencias y frentes múltiples.
Además deberá atender una muy profunda reforma de los organismos internacionales a tono con las exigencias novedosas de este siglo XXI en materias tan vastas, sustantivas y variadas como el funcionamiento del BM, el FMI, la OEA, la OTAN, la ONU, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, las reglas del comercio internacional, el control de armas, la crisis energética, el cambio climático, la lucha contra las enfermedades, la pobreza y el hambre, el respeto irrestricto y profundo por los derechos humanos, la lucha contra el terrorismo y el narcoterrorismo y la lucha contra las redes delictivas transnacionales económicas, financieras, de tratas humanas, de pedofilia, etc.
Es en este muy complejo y convulsionado panorama interno y externo donde Barak Hussein Obama jugará su destino de líder, y del que emergerá como victoriosa figura mundial o se hundirá en el pantano de la mediocridad pasando a la historia como otra posibilidad abortada por la ineptitud; el impulso inicial producto de las expectativas con el que inicia su mandato alienta la esperanza de que el "verdadero cambio" no sólo quede encerrado en mejorar al pueblo yankee, sino que lo trascienda y que invada las relaciones hemisféricas y tal vez ello pueda significar que el gigante del norte abandone las políticas neoconservadoras y neocoloniales y abandonando el clásico imperialismo avasallante se digne incluir a la región en una visión estratégica de reconstrucción y reforma del sistema internacional.
El reto del yihadismo totalitario -no el del mundo musulmán- con su derivada terrorista exacerbada por la persistencia del Estado sionista -no del judaísmo- en masacrar y ocupar los territorios palestinos, la amenaza nuclear iraní, norcoreana, paquistaní e hindú y los conflictos bélicos abiertos (africanos, Irak, Afganistán y medio oriente) son todos desafíos que deberá enfrentar con algo más que la mítica del pasado para gobernar y superar este presente.
América latina puede ser un factor importante y desestabilizante del statu quo imperante en esta etapa nueva de distensión, diálogo y comprensión que tanto precisa y anhela la política mundial; de cómo el nuevo líder estadounidense visualice el mundo futuro dependerá la suerte de millones de seres humanos y esta etapa que se inicia estará signada por la relación entre los cambios prometidos y declamados, esperados y deseados y la necesidad de actuar con pragmatismo y cautela pero sin desairar las expectativas por parte de ésta nueva administración demócrata. Superar la crisis económica y los muy complejos frentes de conflicto que le aguardan en materia de política exterior global, mundial y continental es el gran desafío que le depara el presente, de su capacidad y de sus verdaderas intenciones nos enteraremos más temprano que tarde descubriendo definitivamente si todas las expectativas cifradas fueron cumplidas, o si por el contrario asistiremos a una nueva frustración como la ya vivida en los últimos seis años en nuestra Patria.
Recordemos como inventario a ser reclamado las palabras expresadas: "seguimos siendo la Nación más próspera y poderosa de la tierra", … "Estoy listo a asumir el liderazgo una vez más", …"EEUU tiene que desempeñar su papel en el alumbramiento de una nueva era de paz", … "el debilitamiento de la economía se debió fundamentalmente a la irresponsabilidad y a la codicia de algunos", … "esta crisis nos ha recordado que sin nuestra vigilancia -sin regulaciones- el mercado puede descontrolarse", … "una Nación no puede progresar si favorece siempre a los ricos", …"no importa si el Estado es grande o pequeño, sino si funciona", …"crear empleos con un sueldo decente, que les dé atención médica que puedan pagar y una jubilación decentes", …"es falsa la elección entre nuestra seguridad y nuestros ideales", …"el mundo ha cambiado y nosotros debemos cambiar con él", …"la violación a los derechos humanos no estará permitida, ni será tolerada por mi administración".
Sin olvidarnos que BH Obama es el producto del "caballo del comisario del sistema financiero internacional y del poder mundialista", no podemos dejar de apostar una ficha a que sus orígenes y hasta esa impronta que lo alejara de los "centros del poder" judicial estadounidenses que lo tentaran al recibirse, eligiendo el trabajo comunitario en una sociedad multiétnica y segregada como la de Chicago e Illinois nos alientan a intentar darle el derecho a demostrarnos sus verdaderas intenciones. BHO deberá lidiar además de con la crisis económica y el desempleo interno con la nueva realidad planteada -como ya dijéramos- del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) que avanzan marcando sus propias agendas.
El mismísimo hecho de haber enfrentado a una preclara expresión del stablishment neoyorquino como Hillary Clinton, y haberla vencido ampliamente, y luego el haber enfrentado al poder neoconservador más abyecto -expresado en el actual republicanismo- es lo que nos tienta a darle esta oportunidad de demostrarnos (como hace medio siglo lo hiciera Juan Domingo Perón) a un yankee atípico y surgido de la cruza de razas, proveniente de un medio no convencional -Hawai- y con muchos años de residencia fuera de la Norteamérica vernácula; este cambio de paradigma propuesto desde sus discursos de campaña y de asunción refrenda este tibio apoyo.
Las esperanzas de un cambio profundo y acorde con la nueva realidad multilateral del mundo despertados por el afroamericano están emparentados con el propio optimismo del discurso esperanzador realizado en su asunción y que puede resumirse en "Hoy les digo que los desafíos que enfrentamos son reales. Son serios y numerosos. No serán vencidos fácilmente o en un corto lapso de tiempo. Pero EEUU sabe una cosa: serán vencidos …en este día de hoy, nos reunimos porque elegimos la esperanza en lugar del miedo, la unidad en lugar del conflicto y la discordia". Esperemos seriamente que no nos defraude y que no se convierta en una frustración; la "nueva religión de la obamamanía impuesta por los medios de comunicación" es quizás junto a los seguidores hooligans la muestra de los peores presagios de desencantos masivos tanto en la sociedad norteamericana, como en la sociedad global. Confundir las expectativas que depara este singular personaje político con la llegada de un nuevo "Mesías" redentor de la sociedad yankee y en definitiva de la raza humana es el peor error que podríamos cometer aquellos que tenemos los pies bien asentados en la tierra.
Porque "la persona", que se esconde detrás del "personaje" que nos quieren imponer los medios, deberá hacer tantas renuncias a la exigencia utópica como concesiones a la pragmática política que aquellos que hoy lo endiosan y magnifican expresaran su frustración y desaliento volteándolo del injusto pedestal en el que hoy lo han colocado. Parafraseando a Abraham Lincoln "… todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son", y es por ese mismo y brutal reconocimiento de la realidad que hoy "debemos" darle a esta nueva persona que detenta el poder en la primer potencia mundial el derecho a demostrarnos de lo que es capaz.
Así como EEUU se dio oportunidad de superar sus propias intolerancias, es muy cierto que muy influidos por la debacle y la profundidad de la crisis y el desempleo, Latinoamérica y el mundo nos debemos dar la nueva oportunidad de superar nuestro propio antinorteamericanismo, que dista mucho de reconvertirnos en lamebotas o abrazar las "relaciones carnales" implementadas en los 90 del pasado siglo. Así como BHO parece tener claros dos conceptos fundamentales -hoy tan olvidados por algunos gobiernos sudamericanos- como son "el sentido institucional de la presidencia" y la "necesidad de sumar sensibilidades para salir del agujero" los primigenios detractores (que ya han mostrado las uñas) le han comenzado a criticar las posiciones centradas y Noam Chomsky ya ha comenzado su tarea de desgaste.
Abanderado de todas las trincheras del dogmatismo doctrinal de las izquierdas abyectas, éste triste personaje encarna hoy a nivel internacional lo que significaba en nuestra geografía nacional el mamarracho de Américo Ghioldi o más acá Luis Zamora, encarnan el predesengaño y auguran mucho antes de que suceda la frustración y el desencanto por el porvenir; el primer y muy grave problema para Barak H. Obama es que algunos de sus enemigos van a querer continuar siéndolo, más allá de lo que él logre o haga.
Lo que BHO debe recordar es aquello que escribiera Abraham Lincoln "¿Acaso no destruimos a nuestros enemigos cuando los hacemos amigos nuestros?", pero muchísimo más importante es que recuerde que si llega a cumplir y cubrir con el 50% de las expectativas generadas por su sociedad y por el Pueblo mundial habrá contribuido ampliamente a lograr un mundo mucho más justo y digno de ser vivido, si logra en sus cuatro años de gobierno reducir al 50% la pobreza mundial muchos lo estaremos aplaudiendo …
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