Julio Pimentel Ramírez
Los mexicanos debemos de estar tranquilos, ahora, como por arte de magia, nos despertamos en “Calderolandia”, término suave para no recurrir a una denominación escatológica de “mal gusto”, es decir en un país imaginario en el que sus habitantes encuentran fácilmente empleos dignos y bien remunerados, además de no deberle un centavo a los acreedores financieros internacionales, y en el que las miles de brutales ejecuciones sin esclarecimiento y sin castigo son signo de que se le va ganando la guerra al crimen organizado.
En tanto se levanta una gran polvareda por la inminente visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, al que la administración calderonista recibe elevando el tono guerrero y optimista, anunciando “buenas” noticias tanto en el ámbito económico como en el de la seguridad nacional, deslizándose por la puerta de atrás que para el próximo año el gobierno ilegítimo pretende aplicar nuevos impuestos en vez de hacer que cumplan con sus obligaciones fiscales los grandes evasores.
En cuanto a la situación de inseguridad generada por el narcotráfico, como en otras ocasiones en que se tienen visitas de personajes significativos, casualmente se logran espectaculares decomisos de armas y capturas de supuestos lugartenientes de los capos de la droga. Buena escenografía para negociar más ayuda de los vecinos ricos del Norte.
En medio de cifras que hacen público el criminal endeudamiento al que condenan a varias generaciones de mexicanos, sin pestañear Felipe Calderón dice que se ha frenado el desempleo y que se han generado cuatro mil nuevas plazas laborales, ocultando que este año se perderá hasta un millón de empleos y que el Producto Interno Bruto decrecerá entre dos y cuatro puntos porcentuales.
En tanto, vemos que finalmente, después de una pasarela política a la que sometió a los gobiernos de los Estados con posibilidades y pretensiones de contar con una refinería, la administración calderonista anunció que la nueva planta de refinación petrolífera, primera que se construye en tres décadas, se erigirá en Tula, Hidalgo, decisión que pudo haber tomado sin someter a un desgaste innecesario a la opinión pública y a aquellos que inocentemente se tomaron en serio el supuesto ejercicio de transparencia democrática devenido en farsa, sin descontar la innecesaria pérdida de tiempo en una inversión que no admite más demora.
Resulta increíble que después de meses de discusiones se anuncie que el inicio de la construcción de la nueva refinería en Tula, cuya inversión será de alrededor de diez mil millones de dólares, está condicionada a que el gobierno de Hidalgo adquiera terreno de 700 hectáreas y lo done a PEMEX. Se afirma que la decisión se sustenta en criterios técnicos y no políticos, pero es inverosímil que seleccionen un sitio en el que no se tienen asegurados los terrenos de instalación.
¿Ya olvidaron lo que sucedió en Atenco, donde los comuneros defendieron sus tierras aún a costa de su vida y su libertad? O ¿una vez más nos están tomando el pelo en medio de un negocio que, seguramente, dejará pingües ganancias a los traficantes de influencias que siempre hacen acto de presencia en estos jugosos negocios?
Cabe señalar, de acuerdo a datos de la Secretaría de Hacienda, que la deuda pública creció de un billón 629 mil 720.6 millones de pesos en 2002 a 2 billones 327 mil 208.3 millones en diciembre pasado, una variación de 42.79%. Los recursos fiscales destinados a cubrir el costo del déficit público entre 2007 y 2008, que sumaron 466 mil 71 millones de pesos, representan una cantidad que duplica el gasto anual en inversión física de Pemex, que este año será de 229 mil 474.42 millones de pesos, según el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2009.
Siguiendo en el campo de las comparaciones, los 466 mil millones de pesos destinados a cubrir el costo de la deuda -es decir a cubrir intereses no a amortizar lo que debemos los mexicanos- podrían alcanzar para la construcción de la refinería de Tula y para otras dos más, al tipo de cambio actual que se encuentra “apuntalado” precisamente por la cuantiosa línea de crédito contratada con el Fondo Monetario Internacional. Claro que esta opción sería posible solamente con un gobierno que aplique un proyecto de desarrollo soberano y con contenido social.
Así vemos que Jesús Reyes Heroles, director de PEMEX, adelantó el anuncio de la nueva refinería, que estaba programada para el 15 de este mes, seguramente para no contaminar informativamente la visita de Barack Obama, de la que el usurpador de Los Pinos espera sacar provecho mediático aunque atrás de los acuerdos que eventualmente se alcancen prevalezcan los intereses geopolíticos del imperio, que bajo el mando de un hombre carismático y probablemente bien “intencionado”, adecua sus políticas a los nuevos tiempos de un mundo que se adentra en un proceso multipolar.
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