Alfredo Jalife-Rahme
El presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, durante su discurso ante la 62 Asamblea General de Naciones Unidas, ayer en Nueva York Foto: Reuters
Es nuestra hipótesis que la decisión unilateral de bombardear a Irán, incluso con armas nucleares, ya ha sido tomada de antemano por el vicepresidente Dick Cheney en colusión con los neoconservadores straussianos (agazapados en el American Enterprise Institute) y el complejo militar industrial israelí, con el fin de capturar los pletóricos yacimientos gaseros iraníes (segunda reserva más importante del planeta detrás de Rusia y antes de Qatar).
La coartada idónea (v.gr. el ominoso Plan Wurmser, que luego abordaremos) es lo único que falta para engañar a la cándida opinión pública de EU, manipulada por sus mendaces multimedia controlados por la banca israelí-anglosajona.
El problema ha sido su implementación debido a la ausencia de consenso universal cuando el BRIC (Brasil, Rusia, India y China) ha manifestado su oposición a una nueva aventura bélica unilateral de los halcones de EU, mientras la Unión Europea se encuentra fracturada con la lúcida postura alemana y, más que nada, de la AIEA de la ONU (que dirigen el muy competente egipcio Mohammed El-Baradei y nuestra amiga, la mexicana física de la UNAM y connotada pacifista, Ana María Cetto), ha avanzado positivamente en sus negociaciones con el gobierno de Ahmadinejad super-star, quien, por cierto, se ha revelado como una sorprendente figura mediática en sus apariciones públicas y en sus espléndidas entrevistas a la televisión británica.
Quienes más saben de asuntos de guerra, es decir, los militares de EU, parecen haberse resignado al enriquecimiento de uranio de la teocracia jomeinista y han optado por coexistir con Irán en lugar de aventurarse a una nueva catástrofe bélica cuando el otrora omnipotente ejército unipolar se encuentra empantanado en Irak y Afganistán.
Los “locos de la Casa Blanca y los mercados” son civiles halcones, evasores del servicio militar (Cheney, Baby Bush y la mayoría de los locuaces neoconservadores straussianos), quienes desean la guerra contra Irán para intercambiar más “sangre por petróleo”.
En una entrevista para la televisora de nuestros amigos de Al-Jazeera (23/09/07), nada menos que el almirante William Fallon, máxima autoridad militar del Comando Central (CENTCOM) de EU en Medio Oriente, se pronunció inequívocamente contra una guerra contra Irán.
El antecesor de Fallon, el general John Abi Zaid, de origen libanés, días antes había causado revuelo en el influyente Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés, 17/9/07), al haberse pronunciado juiciosamente en favor de la clásica “política de disuasión” ante la eventualidad de un Irán-nuclearizado: “podemos vivir con un Irán dotado de un arma nuclear (…) podemos contener a Irán (…) vivimos con una URSS nuclear, vivimos con una China nuclear y también vivimos con otros poderes nucleares”.
Nuestro paisano, el general Abi Zaid, se ha de referir a la dotación clandestina de Israel, quien por canonjías celestiales paleobíblicas cuenta con 250 bombas atómicas, según el excelso Boletín de Científicos Estadunidenses, además de otras potencias proliferativas, como India y Pakistán, que gozan de la tácita aprobación hipócrita de EU.
Lo relevante que profirió el general libanés-estadunidense no son los bombardeos nucleares contra Irán, sino las consecuencias del día después: “Debemos entender que la guerra de Estado a Estado en esta región sería devastadora (¡súper sic!) para cada uno, por lo que debemos evitarla”. ¡De acuerdo!
No lo dice, pero un bombardeo tampoco sería un paseo dominical para los ejércitos conjuntos de EU e Israel: amén del cierre del estrecho de Ormuz, que elevaría dramáticamente el precio de barril de petróleo, lo cual profundizaría la recesión de EU en el peor momento, ya no se diga la fuga de capitales de Arabia Saudita y China (la “opción nuclear financiera” de Ambrose-Evans-Pritchard) que pulverizaría al dólar, los Guardias Revolucionarios iraníes contrarrestarían con una “guerra asimétrica”, al estilo Hezbollá (la “guerra de la cuarta generación”, de William Lind, que va que vuela a su “quinta generación” de selectivos golpes efectivos dispersos), de pronóstico reservado (una nueva Guerra de Cien Años) que puede significar el epitafio del imperio estadunidense, hoy sepultado en la antigua Mesopotamia.
En todos los escenarios pierde EU (ya no se diga Israel), pero en la escena “disuasiva” de los militares Fallon y Abi Zaid, EU perdería mucho menos y hasta pudiera sacar un creativo empate técnico: bendición nuclear estadunidense a Irán a cambio de su gas.
Los mendaces multimedia israelí-anglosajones se refocilan con la inminencia de la guerra, por lo que nulamente comentan las genialidades geopolíticas de la teocracia jomeinista (con consultar IRNA basta; pronto entrará en funciones su televisora global, a ver si permite su transmisión Televisa, la dizque promotora de la “libertad de expresión” orwelliana, vinculada a la sucursal del partido Likud israelí en Miami) que acaba de lanzar varios anzuelos seductores a EU: el retorno al primer plano del poder del pragmático Rafsanjani (el negociador tras bambalinas en Ginebra con EU) y la próxima privatización regulada (no regalada, al estilo neoliberal mexicano) de empresas estatales iraníes.
El general Abi Zaid parece saber demasiado cuando comenta que “hay que permitir que Irán forme parte de la economía globalizada”. Y eso es justamente lo que anhelan los iraníes, sean teócratas o monárquicos, condenados a un impío boicot unilateral de EU por tres décadas.
El bien informado David Ignatius (“Tranquilizando el choque con Irán”, The Washington Post, 16/9/07), resalta que el vicealmirante Kevin Cosgriff, del CETCOM (el segundo del almirante Fallon) “apareció en un panel, patrocinado por el influyente centro de pensamiento británico IISS, con el hermano del comandante de los Guardias Revolucionarias en Ginebra para concretar un arreglo con Irán en el golfo Pérsico sobre incidentes en los mares, que reduciría el peligro de confrontación” (léase: el antídoto al ominoso Plan Wurmser de Cheney, los neoconservadores straussianos y el complejo militar-industrial israelí).
Sacar la cabeza le ha costado al general Abi Zaid ser presa de la rabia furibunda de los mendaces multimedia controlados por la banca israelí-anglosajona que busca alocadamente su nueva guerra mundial (la “tercera guerra mundial” del fanático paleobíblico Norman Podhoretz, aliado conspicuo de Enrique Krauze Kleinbort en México, quien resultó miembro del siniestro Comité del Peligro Presente (CPD, por sus siglas en inglés), adscrito al complejo-militar-industrial de EU e Israel, y turiferario de la invasión ilegal de la dupla anglosajona a Irak) para intentar ocultar sus cuantiosas pérdidas bursátiles a consecuencia de la implosión invisible de la “megaburbuja Greenspan”.
El almirante Fallon ha revelado que los intereses estadunidenses peligran más en Pakistán (dotado de bombas nucleares en un entorno jihadista) que en Irán: tesis a la que se había adelantado el geoestratega ruso Evgeny Primakov, muy cercano al zar geoenergético global Vlady Putin. Por cierto, el siempre oportuno zar geoenergético global visitará Irán el próximo 16 de octubre.
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