“Importante, privilegiada y sensible”, la situación geoestratégica de México
Jesús Aranda
La situación estratégica de México en el contexto internacional es, entre otras cosas, “sensible, porque al norte colindamos con el país más poderoso del mundo y porque estamos ubicados dentro de la cobertura de su esfera de seguridad”, afirmó el almirante secretario de Marina, Mariano Francisco Saynez Mendoza, quien reconoció que Estados Unidos “ejerce una tremenda presión económica y política hacia nuestro país”.
Al dictar ayer una conferencia magistral en el seminario internacional México: la seguridad nacional en la encrucijada, que se realiza en El Colegio de México, el funcionario destacó también la necesidad de que la Armada cuente con elementos materiales y equipos necesarios para ejercer a plenitud el poder naval nacional.
Planteó que en materia presupuestal se ha seguido en el país “una política de Estado para la defensa nacional no concretada”, que se traduce en que el presupuesto asignado a la Secretaría de Marina “nunca ha sido suficiente para contar con las unidades y los medios operativos adecuados para el cumplimiento de nuestra misión y atribuciones”.
Por otra parte, comentó que independientemente de que en el panorama no existe una “hipótesis de guerra” que amenace al país, “en el corto o mediano plazo, como miembros de las fuerzas armadas, no podemos soslayar la responsabilidad de estar preparados para la defensa de los intereses nacionales”.
Ante la ausencia clara de amenazas tradicionales, subrayó, “el poder naval” se ha dedicado a la doble tarea de entrenarse en la paz para la guerra y combatir las actividades ilícitas que atentan contra el Estado mexicano, “coadyuvando al mantenimiento de la paz social interna”.
Previamente había comentado que México tiene una situación geoestratégica “importante, privilegiada y sensible”.
Importante, porque tiene litorales en dos océanos: Atlántico y Pacífico.
Privilegiada, debido a la extensión de sus costas y su potencial invaluable de riquezas marítimas, como los hidrocarburos, recursos pesqueros y los yacimientos minerales del subsuelo marino, “que están en espera de su explotación”.
Sensible, “porque al norte colindamos con el país más poderoso del mundo y estamos ubicados dentro de la esfera de su seguridad; es sabido que nuestro vecino está permanentemente empeñado en conflictos bélicos, es amenazado por el terrorismo, enfrenta una importante problemática social con una alta demanda de drogas y ejerce una tremenda presión económica y política hacia nuestro país, con una actitud poco tolerante hacia otros grupos étnicos y sociales”.
Al sur, añadió Saynez Mendoza, tenemos la proximidad de países productores de drogas, que utilizan el territorio nacional como puente para introducirlas a Estados Unidos.
Por su parte, Marcos Pablo Moloeznik, catedrático de la Universidad de Guadalajara, se refirió al proceso de militarización de la seguridad pública, que se basa “en la expansión del papel de las fuerzas armadas, su creciente autonomía, el abandono del necesario debate sobre la política de defensa y el tema militar en la reforma del Estado”.
Señaló que el Ejército enfrenta problemas preocupantes que deben ser atendidos, como es la distorsión absoluta de su esquema de escalafón. Por ejemplo: la Secretaría de la Defensa Nacional cuenta con 32 generales de división, 196 generales de brigada y 295 generales brigadieres para un total de 523.
Esto coloca al Ejército Mexicano como el cuarto país en el mundo con más generales, sólo después de China, Rusia y Estados Unidos.
Otro problema no atendido, subrayó, es el de las 123 mil deserciones de soldados durante el sexenio de Vicente Fox, cifra que contrasta con los poco menos de mil marinos que abandonaron su cargo durante el mismo periodo.
Consideró que hace falta definir una política de Estado con respecto a las fuerzas armadas en la que se redefinan sus misiones y objetivos; se cree una sola secretaría que integre al Ejército y la Armada, para evitar la duplicidad de funciones; la formación de un solo estado mayor conjunto (integrado por las fuerzas terrestres, aéreas y marítimas), así como la integración de los militares a la discusión sobre las misiones, tareas y objetivos de las fuerzas armadas.
Y ¿quién va a definir una política de Estado con respecto a las fuerzas armadas en la que se redefinan sus misiones y objetivos? ¿Un pelele preocupado por las pancartas de repudio y por cambiar un billete que porque tiene el águila juarista? Vaya, vaya... Estamos fritos.
Por su parte, Margaret Daly Hayes, de la Universidad de Georgetown, se refirió a las relaciones entre civiles y militares en la transición democrática, y destacó que deben crearse en las universidades e instituciones de educación superior cátedras sobre seguridad y defensa en las que se formen especialistas civiles en la materia, capaces de influir en las políticas de defensa.
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