Por Esto
María Teresa Jardí
A Rodolfo Maccosay y a sus otros compañeros, también presos políticos, con inmensa solidaridad
Son mentes malignas las que elaboran planes como el Plan Colombia y el Plan México. Mentes esquizofrénicas que no dejan cabos sueltos. Mentes perversas que actúan en beneficio propio, sin pensar en el daño que causan al otro.
Dejemos de lado las denuncias públicas que lo vinculan al narcotráfico. No se habrían juntado, en la finca de un sujeto tan impresentable como Roberto Hernández, aunque sólo fuera por su vinculación a la venta millonaria de Banamex a una entidad extranjera sin pagar ni un peso de impuestos. No se habrían exhibido en ese lugar, quien funge como la cabeza visible hoy del Imperio que jode al mundo y un recién llegado como ilegítimo a usurpar la silla que no ganó en las urnas, a menos que estuvieran probando la resistencia final de un pueblo contra el que antes ya se habían tomado otras muchas decisiones perversas.
Lo acordado en Mérida evidencia que sólo fueron las pinceladas finales de una decisión tomada e implementada con antelación por el Imperio yanqui con otros muchos gobernantes mexicanos, tan canallas y apátridas, tan tecnócratas y neoliberales y tan al servicio del imperialismo yanqui, tan brutamente fascista, como el propio Fecal.
Ni a Bush, que pinta para acabar encarcelado en su país, cuando acabe su mandato. Ni menos aún a un usurpador, urgido por legitimarse, les convenía matar perros y gatos, desarmar a la policía yucateca,
permitir que marines yanquis tomaran el centro de Mérida y acabar encarcelando jóvenes, convertidos en presos políticos, a menos que supieran que nada tenían que perder porque ya antes todo estaba perdido para México.
Lo acordado en Mérida para concretizar la imposición del Plan México es evidente que estaba diseñado con años de antelación por mentes asesinas, a la par que se iba destruyendo el entramado ético de lasinstituciones mexicanas y se iban dando los otros pasos necesarios para evitar la reacción de respuesta del pueblo mexicano, al que se cancela, junto con la soberanía, la posibilidad de aspiración a una vida sin violencia, tranquila, justa y digna. Decisiones macabras tomadas a espaldas del pueblo, para un país, nuestro país, que va a sufrir las consecuencias funestas que trae aparejada la intervención extranjera, una vez cancelado hasta el menor resto de soberanía.
El abandono de la atención a la infraestructura que hace posible el funcionamiento de los servicios que tienen la obligación de brindar los gobernantes de los tres niveles que en México existen: federal, estatal y municipal, debió estar también decidido de antemano y aceptado, el abandono de ese elemental servicio, por los gobernantes mexicanos, a pesar de la canallada extrema que ayer cobrara tantas vidas en Chiapas y que hoy las cobra en Tabasco. Es lo mismo que sucedió con la educación, que ya nos ubica entre los países con la los niveles más bajos en el rubro del planeta.
La destrucción de Tabasco es, evidentemente, otra de las consecuencias del Plan México. Una más, de las muchas, atroces consecuencias, que sufriremos unos mientras somos testigos los otros, para más tarde ocupar los puestos a la inversa, producto del entreguismo asesino que con Fecal llega a imponerse de manera definitiva contra México.
Y la arbitraria detención de Rodolfo Maccosay, abogado asesor de la cooperativa de Taxímetros de Yucatán, con otros compañeros taxistas, también se puede ubicar como otra consecuencia de lo mismo. Como lo fueron
los presos políticos del 13 de marzo, algunos todavía sujetos a proceso.
Es decir, tragedias como la de Tabasco, que pudieron preverse y enfrentarse sin pérdida de vidas, incluso con una evacuación a tiempo realizada por los responsables, a los que en México se paga mejor que a los del primer mundo, preparados, esos sí, para enfrentar las emergencias, deben formar parte, sin duda, del Plan México, como el rubro achacable a la naturaleza para acabar de rápidamente con cientos de miles de pobres.
No es entendible, sin pensar lo acordado con antelación, como parte de la entrega de México al Imperio asesino e invasor, el abandono del mantenimiento, incluso de la infraestructura mínima necesaria para enfrentar emergencias naturales. No es posible entenderlo sin pensar el hecho como decidido
de antemano y además, no me dirán ustedes que no deja de ser curioso que coincida el abandono a esa infraestructura necesaria con la baja en el rubro
educativo que nos ha convertido en un país analfabeto, impensante, manipulado por la Telebasura que maneja también los casinos, que incita a la prostitución y que exhibe la miseria de manera indigna, pero a la que se le financia, por gobernantes a modo también para implementar el Plan México, pagándole generosamente a lo largo de diez años el abominable negocio que para
Televisa, el Teletón significa, si no fuera negocio ni por equivocación lo haría quien no pierde ni un peso en nada que signifique algo para el pueblo que embrutece cada día, también como parte acordada de la implementación de lo que ya está aquí: el Plan México.
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