Aram Aharonian*
La propuesta de convertir al Sistema Económico Latinoamericano (Sela) en un organismo coordinador del ala social de los procesos de integración para el desarrollo de la región, en un lugar para sumar y hacer converger los diversos esfuerzos nacionales y subregionales y también los diferentes actores –gobiernos, organizaciones sociales, empresarios, órganos de los procesos de integración, gobiernos locales o territoriales y los propios organismos internacionales–, sacudió de su modorra al más amplio organismo latinoamericano y caribeño.
Hijo de la crisis, consecuencia de tantos desengaños, 32 años atrás, a iniciativa de Venezuela y México, el Sela surgió en Panamá con un doble desafío: la integración y el desarrollo de nuestros pueblos.
Tras dos décadas de logros, pese a ser el organismo regional con mayor número de miembros, fue perdiendo su fuerza, ante el interés de muchos gobiernos por buscar las soluciones a sus problemas en las recetas de los organismos multilaterales de crédito.
Pero, como decía Víctor Hugo, no hay fuerza mayor en la historia que una idea a la que le ha llegado su hora. Y parece que la hora de recuperar el Sela como lugar para sumar y hacer converger los diversos esfuerzos nacionales y subregionales, y también los diferentes actores de la integración para el desarrollo, como son los gobiernos, organizaciones sociales, empresarios, órganos de los procesos de integración, gobiernos locales o territoriales y los propios organismos internacionales.
La elección del próximo secretario permanente del organismo, a decidirse a finales de noviembre, deberá tener ahora por principal objetivo ejecutar el programa de cambios que, propuesto por el embajador argentino Hugo Varsky, ha tenido el consenso del pleno del Sela.
Hasta ahora se ha presentado formalmente un solo candidato: el funcionario mexicano José Rivera, sin planes concretos y mucho menos renovadores. Ahora se habla de la necesidad de rencauzar el Sela con programas y propuestas que modifiquen sustancialmente el posicionamiento del organismo y su situación estructural. La estrategia consensuada es aparentemente acordar primero el cambio del organismo y después apelar a la conducción de Varsky.
El Sela puede ocupar un lugar de relevancia primordial en la arquitectura regional de la integración, para impulsar y dar orden a este proceso, aparentemente desordenado, pero profundamente rico, que vive la región al respecto. Es que si el Sela no cambia, se muere.
“No podemos construir el proceso de integración regional si la gente no está adentro. Y éste es el desafío que está vinculado profundamente al papel de los territorios, que es donde la gente vive, donde los actores están: las provincias, los estados, los municipios, las grandes ciudades. Creo que alrededor de todo esto hay una gigantesca contribución que puede hacer el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe”, señaló Varsky, representante de la presidencia del Mercosur ante el pleno del Sela.
Según él, para avanzar en la integración, y en definitiva hacia un desarrollo con equidad, hay que articular tres actores: los gobiernos, las organizaciones sociales y los órganos del proceso de integración. Si esos tres actores no actúan de consuno se pierde capacidad negociadora hacia el interior y hacia el exterior del proceso. Cabe recordar que en el Convenio de Panamá, constitutivo del Sela, lo social y lo económico tienen exactamente la misma importancia, y entre los propósitos fundamentales del organismo está coadyuvar a la articulación y convergencia de los procesos subregionales de integración.
El nombre, Sistema Económico Latinoamericano, nos llevó a tener una visión quizás demasiado economicista de los asuntos que deberían manejarse en el organismo, pero el convenio es muy claro, y todo el aspecto social vinculado al económico puede hacer del Sela una institución decisivamente contributiva e imprescindible en el marco del conjunto de procesos para la construcción de nuestra arquitectura regional de integración.
¿Cómo hacer para que esta organización, con una magnífica infraestructura, juegue este papel? De acuerdo con Varsky se debe orientar un proceso de descentralización que permita efectuar actividades allí donde están las propias organizaciones sociales y se genera su vinculación con las instituciones de la integración, las que deberían tener en su propio ámbito, oficinas de enlace con el Sela.
La propuesta se basa en la articulación y convergencia de lo social y económico, en profundizar el debate acerca de los modelos de integración que necesita América Latina y el Caribe, y dentro de ello la compleja problemática de la integración productiva y el papel importantísimo de las Pymes (pequeñas y medianas empresas).
Pero incluye, asimismo, mucha más asociatividad, complementación, cooperación, comercio justo, lo que incorpora el análisis de nuevas formas y normas para estimular el comercio y los intercambios entre nuestras naciones, de modalidades de intercambio compensado que han empezado a aparecer con bastante fuerza en la región, la utilización de monedas nacionales como punto inicial para la emisión de una moneda regional. Éstas son todas manifestaciones de lo que está ocurriendo de manera a veces dispersa y que necesitan por tanto articularse, explicó el diplomático argentino.
En definitiva, la articulación y la convergencia para la construcción de un espacio latinoamericano y caribeño deben ser las guías que permitan al Sela jugar el papel trascendente para el cual fue concebido. Existe una plataforma, un programa consensuado, el que presentó Varsky. Ahora las naciones deberán manifestar su voluntad política –más allá de los apurados respaldos de Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela, Bolivia, República Dominicana y Surinam, entre otros– y darse esa oportunidad para que, sin duplicar esfuerzos ni presupuestos, la integración tenga rostro humano y social.
* Director general de Telesur
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario