martes, noviembre 20, 2007

Proponernos para las cosas

Por Félix Sautié Mederos

Los días, las semanas y los meses han ido transcurriendo, unos tras otros, en su inexorable marcha rumbo al futuro desde que se pronunciara en la ciudad de Camagüey, en Cuba, el trascendental discurso de Raúl Castro el pasado 26 de julio del presente año, que rompió con la retórica tradicional propia de los triunfalismos y las certezas absolutas. También ya se ha culminado y sus ecos van quedando atrás con peligro de ser olvidados, un muy importante debate nacional al respecto de esta intervención en todas las bases del país, dirigido a facilitar que se plantearan abiertamente y sin restricciones de ningún tipo las opiniones de la población sobre la problemática que caracteriza al proceso social cubano en la actualidad. Análisis masivos que hacía mucho tiempo no se habían realizado, desde que entre marzo de 1990 y octubre de 1991 se convocó en toda la nación algo similar con motivo del IV Congreso del Partido y que en definitiva quedó frustrado por una acción que lo cortó, así como en el olvido por causa del paso de los años. Sobre este hecho publiqué un artículo con el título "LO QUE NO DEBIERA SUCEDER", en POR ESTO!, el 12 de septiembre del 2007 (http://www.poresto.net/content/view/16573/60/).

Aquello de que la realidad avanza en espiral hacia el futuro, es una ley que se repite y se repite a menos de que actuemos decididamente sobre esa realidad con vistas a forjar un mejor futuro y este es el caso que hoy necesitamos con urgencia porque las dilaciones innecesarias corroen día a día la estabilidad social de nuestro país. Está claro que es en el transcurso del tiempo que los acontecimientos se van sucediendo y además que la vida no se detiene, por lo cual nosotros tampoco podemos detenernos en nuestros propósitos esenciales de futuro, ni siquiera ante los nuevos acontecimientos que suceden porque nos estaríamos agrupando dentro de los inmovilismos culpables. Reconozco que es necesario que en cada momento se realice el análisis de la dirección principal en que se desenvuelven nuestros proyectos de futuro, para ir adecuándola ante las nuevas circunstancias y coyunturas que se van presentando y produciendo, pero esta constante reconsideración propia del movimiento en que avanza la vida cotidiana no significa postergación permanente.
En estas circunstancias, dentro de nuestra realidad actual, nos encontramos con la paradoja que mientras en nuestros masivos locales, se ha estado opinando hasta la saciedad sobre los acontecimientos internacionales como por ejemplo son el aciago incidente de la Cumbre Iberoamericana, lo que sucede con el referéndum en Venezuela y otros importantes hechos que estoy muy de acuerdo se mantengan presentes en nuestros medios informativos, en cambio algunas de las realidades básicas de nuestros problemas y de los debates efectuados es como si no existieran.
Mientras que muchos hablan al detalle de los problemas del mundo e incluso parten en estas circunstancias de un entusiasta triunfalismo nacional que nos presenta como ejemplo siempre, pocos muy pocos se atreven a plantear y comentar el inventario de nuestros problemas básicos y esenciales expresados por la población, que van quedando en el olvido que produce el paso del tiempo sin que se manifiesten señales esperanzadoras para el futuro. Incluso en medio de la recuperación de los graves daños que nos motivaron las intensas lluvias, se justifica más aún acometer las necesarias rectificaciones de estructuras, hacer una nueva repartición de las tierras ociosas entre las cooperativas campesinas y los obreros que se decidan a trabajarlas, así como acometer muchas de las soluciones que tanto urgen. Nunca el inmovilismo ni mantener en el silencio y en el olvido los problemas existentes que tanto preocupan a la población, son fórmulas aconsejable para que se sostenga la esperanza. Basta con recorrer por las colas de tomar los ómnibus, de comprar los abastecimientos que llegan mediante la libreta de racionamiento o participar en las conversaciones de amigos y familiares, para comprender que la esperanza de nuevo está entrando en los precarios marcos de referencia de la duda y de la angustia.
En estas circunstancias, considero que es imprescindible ponernos para las cosas tal y como decimos popularmente en Cuba. Quizás por ejemplo mientras que el tiempo transcurre, podríamos ir haciendo cooperativas allí donde más difíciles son los problemas y probando alguna autogestión en centros de trabajo que no acaban de despegar, claro, facilitándole todas las posibilidades necesarias que estos sistemas requieren para su funcionamiento. También podrían empezar a desmontarse restricciones que ya son obsoletas y algunas que siempre fueron absurdas, que todos conocemos y que tanto molestan a la población. Este podría ser un camino para comenzar.

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