Julio Hernández López
Felipe Calderón acabó de salar el programa oficial de conmemoraciones independentistas y revolucionarias al tratar de aprovechar el panteón oficial de heroicidades, más o menos generalmente aceptadas, para promover una “reconciliación” nacional que en realidad es una búsqueda más de legitimación.
El obvio anzuelo faccioso fue lanzado por el pescador de oportunidades (a conmemoraciones revueltas, ganancia de defraudadores) en una maniobra que tiene su mérito: el conservador Calderón hizo ayer un repaso histórico de nombres y hechos revolucionarios sin hacer gestos e incluso encomiándolos, como si rebeldías e insurgencias del pasado fuesen plausibles cuando en el presente felipista son aplastadas mediante uso despótico de la legalidad manipulable (allí está el caso de Horacio Sosa, encarcelado durante un año como castigo por ser hermano de Flavio y ahora liberado sin cargo alguno) y mediante acciones abiertamente extralegales que constituyen una nueva guerra sucia con la que el gobierno militarizado pretende abatir disidencias. San Felipe de la lengua sin morder que condena tiranías, abusos, ilegitimidades, usurpaciones y otras tiznaduras… del pasado, y que celebra, con sonrisa de utilería congelada, los momentos patrios de insubordinación, de desconocimiento de instituciones y legalidades, de cambios por la fuerza que caminaron por la izquierda. Todo sea con tal de emitir un llamado sin fundamento a la reconciliación, la solidaridad y la hermandad. Discurso de ocasión, sin trabajo político, proyecto restaurador ni inteligencia estratégica. Simplemente, el temor a que 2010 acabe siendo una celebración netamente popular, al margen de los festejos oficiales y la palabrería hipócrita.
Pasando a ¿otra cosa?: clases de sana sexualidad, dignas de sostenido repicar de campanas, pronunciadas por el cardenal Norberto Rivera (NR) al ser entrevistado por Katia D’Artigues (KDA) y Sabina Berman (SB) para un programa de televisión:
1) El celibato sacerdotal “es un regalo, es un don que el espíritu de Dios le regaló a su Iglesia, y su Iglesia no puede renunciar a él. No es algo de institución divina, es algo de institución eclesiástica; la Iglesia reconoce que es un regalo que recibió”.
2) Pero, como tal celibato es un regalo humano, podría ser modificado, pues “de hecho, por ejemplo, una parte de la Iglesia en el oriente, de la Iglesia católica, permite que los sacerdotes se casen o, más bien, que los casados se ordenen” y ejerzan su ministerio con esposa e hijos, “como los rabinos”.
3) Eso sí, el propio Rivera nunca ha tenido tales tentaciones conyugales, bueno, ni siquiera de noviazgo adolescente: “SB: ¿Y tuvo novia antes de ordenarse? NR: No, no, no. KDA: ¿Pero se enamoró de una mujer, aunque sea platónicamente? Así de, ay, cómo me gusta esta mujer, qué guapa es. NR: No. En el sentido así, de noviazgo, no. Nunca tuve ningún noviazgo. SB: ¿No? NR: No puedo presumir de eso. SB: ¿Cómo le hace un sacerdote católico con el instinto sexual? ¿Cómo lidia con eso? NR: Lo tiene que… Si no… es siguiendo la palabra de Jesús. Hay eunucos que se hacen a sí mismos, y hay eunucos por el reino de los cielos. Si alguien no tiene esa vocación, yo le digo con toda firmeza: ni siquiera lo intentes (…) KDA: ¿O usted ya lo sacó del todo? O, si no, ¿qué hace con el instinto? NR: Mira, hay gente que sublima toda su vida sexual, porque somos sexuales no solamente genitalmente (…) Entonces, eso lo tienes que dirigir, lo tienes que sublimar como alguien lo puede hacer… tenemos tantos ejemplos en la historia (…) SB: Lo dirige hacia otra parte. NR: Exacto: canaliza todo. KDA: Y, usted, ¿lo dirige hacia dónde? NR: Hacia Dios y hacia todo el servicio a los demás (…) A querer a los demás y amar profundamente a los demás. Yo nunca he tenido miedo de enamorarme, al contrario… KDA: Enamorarse de muchos. NR: Siempre he vivido enamorado. Si no, no estuviera aquí”.
Y, 4) La pederastia es “una desviación que la Iglesia no puede soportar” y, por ello, a los sacerdotes afectados de esa “enfermedad” debe separárseles “del ejercicio de su ministerio” en cuanto les fuera “comprobada”, pues “no es curable”. Eso sí, “esta enfermedad no solamente existe en los sacerdotes”, sino también en maestros, médicos, padres de familia, etcétera, además de que el Estado no es tan “estricto” en castigar a esos abusadores. Rivera pide aplicar “todo el peso de la ley” a sacerdotes pederastas, invita a los padres de niños abusados a que denuncien los casos no sólo ante otros curas, sino ante el Ministerio Público, y asegura que si hubiera tenido policías a su mando habría encarcelado al presbítero pederasta por el que lo acusaron de protección en cortes estadunidenses. (La entrevista pasará en Shalalá, canal 13 de Televisión Azteca, hoy, cerca de la medianoche, y una segunda parte el siguiente día 28).
Y, para cerrar, léase una parte (sobre todo los últimos renglones) de la crónica que Juan Pablo Becerra-Acosta publicó en Milenio el pasado lunes: “Pocos minutos antes de la 12 empezaron a sonar todas las campanas de Catedral, actitud extraña de la gente del cardenal Norberto Rivera, ya que cuando hay mítines suelen abstenerse o, en todo caso, dan unos cuantos tañidos para llamar a misa de 12. Sin embargo, en esta ocasión el sonido no sólo fue ensordecedor (opacó las palabras que pronunciaba Rosario Ibarra), sino se extendió innecesariamente durante largos minutos. Algunos lopezobradoristas se enfurecieron al constatar que no cesaba el ruido, se juntaron afuera de las rejas del atrio de la Catedral, y lanzaron consignas y mentadas de madre. Desde arriba, desde el reloj del templo, varias mujeres y hombres observaban divertidos los efectos de su provocación, tomaban fotografías, y quienes jalaban las cuerdas para hacer tañer las campanas saludaban burlonamente a los inconformes”… ¡Hasta mañana, con legisladores y tripartidismo repartiéndose dos rebanadas de pastel de la judicatura y preparándose para hacerlo en tres plazas del IFE!
La única forma de que haya reconciliación y celebración de la revolución mexicana en el 2010 es si el pelele de Fecal renuncia al cargo que usurpó como lo hizo Porfirio Díaz y se larga por Veracruz a la chingada.
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