Carlos Fernández-Vega
El grueso de personas no ve los beneficios del actual modelo económico
Los precarios, por no decir nulos, resultados políticos, económicos y sociales ofrecidos por la democracia empresarial que de forma escalonada se ha instalado en América Latina cancelaron el entusiasmo inicial, y ahora motivan a muchos latinoamericanos a reconsiderar su percepción en torno a la participación del Estado como solución de los grandes problemas en ésta, la región más desigual del planeta.
La percepción del latinoamericano de a pie, tajantemente apartado de los grandes beneficios que la elite ha obtenido a manos llenas de ese modelo, arroja los siguientes resultados, de acuerdo con la medición de Latinobarómetro 2007: mientras la aceptación de que la economía de mercado es el “único sistema para ser desarrollado” se desplomó 16 puntos porcentuales de 2005 a la fecha, la opinión de que ese modelo “es lo mejor para el país” cayó siete puntos en los últimos cinco años, y el sentir sobre la empresa privada como “indispensable para el desarrollo” se redujo tres puntos de 2005 a 2007. En contrapartida, la aprobación de que el Estado es “fuente de solución a los problemas” aumentó 9 puntos porcentuales en el último bienio.
Sobre este último aspecto, el informe anual de la ONG con sede en Santiago de Chile anota que se registra un aumento (29 a 38 por ciento de 2005 a 2007) de los habitantes regionales que opinan que el Estado puede solucionar “la mayoría de los problemas/todos los problemas”, mientras hay una caída (55 a 42 por ciento) entre los que consideran que el Estado “puede solucionar algunos problemas/no puede resolver ningún problema”.
El país que más cree en la capacidad del Estado para resolver los problemas es Venezuela, con 67 por ciento; le sigue República Dominicana, con 65 por ciento. Más abajo está Argentina (47 por ciento), y al final de la lista de 18 países se encuentran Nicaragua (28), México (26) y Perú (22).
Los países donde más aumentó la proporción de personas que señalan que el Estado puede resolver todos los problemas son República Dominicana (31 puntos), El Salvador (19) y Ecuador (18). Sólo en dos países disminuye esta percepción: Uruguay y Perú, con tres puntos cada uno. El Estado aumenta su imagen de que puede solucionar problemas en una gran parte de las naciones consideradas.
Por lo que toca al balance de la economía de mercado como “lo más conveniente para el país”, Latinobarómetro 2007 subraya que se observa una importante caída de siete puntos: de 59 por ciento en 2002 a 52 por ciento en 2007. Si se analizan las opiniones por país, encabeza la lista Colombia con 74 por ciento, alcanzando los niveles de 1998, y con un alza de 20 puntos respecto de 2002; le sigue Perú, con alza de cuatro puntos, y luego Bolivia, aunque sin variación significativa. Estos dos países, sin embargo, no alcanzan los niveles de apoyo que tenían en 1998 la economía de mercado, antes de la crisis asiática. Venezuela tiene cambios significativos, ya que cambia de 62 por ciento en 2002 a 49 por ciento en 2007.
Chile, Argentina, Brasil y El Salvador reportaron variación negativa entre 2002 y 2007 de dos y tres puntos. El resto de los países de la región tiene caídas más fuertes entre seis y 34 puntos en el mismo periodo. Otra consideración importante es el nivel de apoyo que tienen los países. Las economías grandes de la región, México, Brasil y Argentina, aparecen con 60, 58 y 39 por ciento, respectivamente, mientras al final de la lista está Guatemala con 34 por ciento. Los niveles de apoyo a la economía de mercado están muy dispersos entre un máximo de 74 por ciento en Colombia y un mínimo de 34 en Guatemala. La caída en Guatemala es especialmente significativa de 34 puntos entre 2002 y 2007, si bien ya venia cayendo 77 por ciento antes del inicio de la crisis asiática en 1998. Finalmente, en la comparación con 1998, sólo México alcanza hoy más apoyo que entonces habiendo aumentado de 51 por ciento a 60 entre 1998 y 2007.
La economía de mercado enfrenta entonces tres impactos simultáneos. El primero es la baja repercusión de las reformas económicas en la solución de los problemas de la región; el segundo, es un quinquenio de crecimiento que no ha convencido a nadie respecto de la prosperidad que le llega a los más pobres, y finalmente el tercero, “que la etapa de movilización y politización ha buscado chivos expiatorios discursivos que le han cargado la mano al Consenso de Washington y al mercado como fuente de desarrollo”.
La caída más pronunciada se observa en la percepción de que la economía de mercado es “el único sistema para ser desarrollado”. Se desplomó 16 puntos porcentuales (63 a 47 por ciento de 2005 a 2007), un retroceso que se produce en casi todos los países. El de mayor aprobación es Colombia (65 por ciento); le sigue Nicaragua (63) y República Dominicana (61). Al final aparecen Argentina (36), Panamá (31) y Guatemala (31).
Los países en los que ese indicador cayó en mayor proporción fueron Guatemala, Panamá y Venezuela (25 puntos cada uno). Siguen Chile, México y Uruguay (21). Sólo en República Dominicana subió tres puntos. La crítica al mercado como fuente de desarrollo está creciendo en la región, y se produce en el momento de “mayor crecimiento sostenido”.
El problema es que el grueso de los latinoamericanos ni de lejos ve el “crecimiento sostenido”, como tampoco los beneficios del modelo económico vigente, y ello no es un asunto de percepción, sino de lacerante realidad.
Las rebanadas del pastel
De la lectoría sobre el mismo tema: “en el Latinobarómetro 2007 se menciona que un porcentaje muy bajo de mexicanos confía, apoya o siente satisfacción por la democracia. Falso: la inmensa mayoría acepta y desea que en México haya democracia. Sólo que al sistema político implantado en México desde hace muchos años se le podría llamar chanchullocracia, amigocracia, parentelacracia o, más recientemente, narcocracia; uno de estos términos o la mezcla de varios de ellos, pero nunca democracia” (Miguel Ramírez Jáuregui, miraja0915@yahoo.com.mx).
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