Las paradojas del crecimiento económico
Dr. Eugenio R. Balari
En las últimas décadas, muchos países han asimilado ciertas metodologías, que de hecho ya se han convertido en universales y se han estandarizado para realizar los análisis y las mediciones del comportamiento anual de las economías nacionales.
Otros países, de acuerdo con sus peculiares condiciones, (los menos internacionalmente), le han incorporado ciertas contribuciones o cambios a las mismas.
No hay dudas que estos análisis e informaciones, entre otros aspectos, posibilitan no sólo conocer la situación particular de cada una de las naciones y sus tendencias económicas, sino establecer además comparaciones y puntos de referencia entre ellas y los diferentes sectores.
Las constantes mediciones que se realizan por las ingeniosas metodologías económicas para medir el crecimiento y sus proyecciones, si bien es cierto que en la mayoría de las oportunidades posibilitan conocer, evaluar y diagnosticar o continuar diseñando los ritmos del desarrollo y sus tendencias, a su vez tienen la inconsistencia de que, generalmente, las cifras de crecimiento que se informan públicamente adolecen del problema que no guardan una relación de correspondencia con las situaciones específicas que caracterizan el nivel y calidad de vida de la gente, creándose con ello una situación paradójica y contradictoria, que muchas veces es objeto de crítica y mofa popular.
En los países de América Latina y el Caribe ello se observa con relativa frecuencia.
Las estadísticas que ofrecen los países y se reflejan posteriormente en los documentos periódicos que emite la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) no guardan una relación de armonía y consistencia con el cuadro verdadero y de deterioro social que continúa agravándose en toda la región latinoamericana y caribeña.
Las cifras económicas del Producto Interno Bruto (PIB) y otras, se convierten entonces sólo en interés de los especialistas y entendidos, de las autoridades de gobierno, de empresarios, académicos, instituciones financieras en general, inversionistas y otros sectores económicos y políticos de la sociedad.
Al pueblo, que generalmente no aprecia dichos resultados, estos documentos e informes, por bien redactados y elaborados que se encuentren, no los entienden, no le dan ni frío ni calor, sencillamente no los toma en consideración ni les interesa y en muchos casos piensa que hay mucho de manipulación interesada en los mismos.
Generalmente, ante esta evidente contradicción que se produce año tras año, entre las bonanzas de las cifras y las realidades concreta de las personas, lo que mucha gente piensa es que son sólo cifras frías e infladas para justificar el desempeño y las responsabilidades que algunos ostentan y tratan por todos los medios de camouflagear otras tristes realidades relacionadas con los problemas del crecimiento y la economía en general de los países que representan.
Es algo lamentable, que requiere de más atención, análisis y mucho cuidado por parte de los gobernantes, los políticos y hasta de los propios tecnócratas de la economía.
No se puede obviar la necesidad e importancia de estos sistemáticos análisis, no hay dudas sobre su utilidad, (pero precaución con la irresistible tendencia a la justificación de las políticas económicas en marcha y de tratar de politizarlos desde los vericuetos de las técnicas y las metodologías vigentes), mucho peor aún es cuando se cae en el regodeo triunfalista que se origina con frecuencia, sin embargo, la paradoja se encuentra en que cada vez más a estas informaciones se les otorga menos crédito y se hacen mucho más cuestionables por su pobre impacto en la vida cotidiana de los individuos.
En una breve y reciente conversación de esquina sobre el tema, un ingenioso ciudadano de a pie me sentenció lacónicamente, "mira chico, en un países subdesarrollado, ante los ojos y comprensión de las masas populares, para la gente de a pie, por lo general, en estos informes que se hacen no juega casi nunca el número con el billete y de eso sencillamente se trata".
Por ello alerto de los peligros que también tiene irnos acostumbrando a este tipo de informes, donde de año en año se repiten muchos cantos de sirena, suena a más de lo mismo y lamentablemente no se acaban de apreciar los resultados concretos que la gente demanda y exige.
A pesar de que en diferentes países se reitera y siempre se habla de una tendencia (aunque modesta) de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), lo cierto, es que no se ven los crecimientos señalados en la economía doméstica, crece el desempleo y el trabajo informal en casi todas partes, aumentan los pobres, continúa reduciéndose el poder adquisitivo de la población y a la hora de sentarse a la mesa para desayunar, almorzar o comer, las familias humildes no ven el incremento ni de los más imprescindibles productos que se requieren para tener garantizadas las necesidades básicas o esenciales. No hablemos ya de otras necesidades también fundamentales.
La calidad de vida de los más amplios sectores populares en vez de mejorar, en la mayoría de los casos continúa deteriorándose y en muchos países dan lugar a situaciones críticas de pobreza extrema que ocasionan circunstancias desesperadas en amplios sectores de la población.
De eso por lo general no se habla en estos análisis y cuando se hace es para referirse a otros; aún haciendo intentos de un precario equilibrio en los informes, sus consideraciones públicas en lo fundamental adquieren un tono triunfalista y en ocasiones molesto o de descalificación para los que desde otra visión tienen diferentes criterios de fondo, de enfocar los problemas económicos de un país o de estos mismos asuntos metodológicos.
Al parecer, son las paradojas y contradicciones actuales que caracterizan al "crecimiento económico".
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