Pedro Echeverría V.
1. Las elecciones casi siempre son jornadas que nada cambian, que sólo sirven para legitimar un sistema de opresión, tal como ha sido el caso de México, los EEUU, el Vaticano o cualquier otro lado. Por ese motivo jamás voté en elección alguna hasta que lo hice en 2006 con la esperanza de que las cosas cambiaran, que se crearan espacios para que los de abajo se organizaran con menor posibilidad de ser reprimidos. En los últimos diez años, sobre todo después de los triunfos de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, así como en Brasil, Argentina, Uruguay y Nicaragua, los procesos electorales obtuvieron cierta importancia para la defensa de los intereses de la población pobre. Sin embargo no hay que meter las manos a favor de los procesos electorales porque todavía son controladas por los multimillonarios y la clase política de cada país. Para ser importantes las elecciones hay que cortar cabezas y manos a los distintos poderes.
2. En los países poderosos política y económicamente, en primer lugar en los EEUU, las elecciones son muy importantes para el mundo. Es tan grande el poder de esos países (EEUU, Rusia, Inglaterra, Alemania, China, Japón o Francia) que el rumbo político que tome cada gobierno, o esos gobiernos en conjunto, definen los caminos de la mayoría de las naciones del mundo en un tiempo determinado. Las elecciones en México, Honduras o Guatemala son importantes para los habitantes del país y la región, pero en los EEUU (a pesar de que quienes deciden y han determinado sobre comicios y sobre los mismos gobiernos son las más poderosas empresas, la industria armamentista, los bancos internacionales) las elecciones, como el caso de Barack Obama, actual precandidato del partido Demócrata, pueden hacer cambiar de manera radical las cosas. Pero también por eso (por lo que se ve) los grandes grupos de poder yanqui, lo bloquearán con todas sus fuerzas.
3. ¿Por qué de la nada Obama se puso de moda en el mundo? Por el gran potencial que tienen las agencias noticiosas y los medios de información yanquis, pero también porque causó sorpresa su triunfo en Iowa sobre Hillary Clinton, la precandidata del sistema, que posee todos los recursos económicos y políticos para ser candidata y ganar la Presidencia. Pero también, Obama es más significativo para los analistas, por su discurso antirracista, su planteamiento de la salida de Irak del ejército yanqui, su apoyo a los migrantes, su identidad con los jóvenes y por sus mismos orígenes raciales. Muchos líderes negros como Jesse Jackson, Luther King, los de las Panteras Negras, los del Poder Negro, etcétera, hicieron esos planteamientos desde hace varias décadas en plazas y calles, incluso cientos de ellos fueron asesinados por el racismo yanqui, pero nunca antes por un personaje como Obama con posibilidades de ser candidato oficial.
4. Ningún presidente mexicano o de otro país medio o pequeño, ha podido obligar al ejército yanqui y a sus apoyadores a evitar las amenazas, los bombardeos y las invasiones norteamericanas en el mundo; ni siquiera la ONU (con sus más de 130 países) han podido evitar ese comportamiento guerrerista de los gobiernos gringos. Sin embargo un gobierno, como podría ser el de Obama, contribuiría a pacificar el mundo y a debilitar el imperio económico sobre los demás países. Pero no deja de ser una ilusión que el gran imperio, con más de cien años de dominar en el universo, con un cambio de presidente, deje de ser el saqueador o opresor de la mayoría de los países de la tierra. Casi nadie se imagina los gigantescos cambios que se registrarían en el mundo si llegara a desaparecer el imperio yanqui y lográramos tener fuerza para luchar contra los demás imperios que pretendan reemplazarlo. Lo que suceda en EEUU importa a todo el mundo
5. No es lo mismo una revolución o una rebelión en los EEUU que en otros países del mundo, sobre todo en las naciones medias y pequeñas. Las heroicas batallas que libran en Venezuela, Bolivia o Ecuador contra el imperio yanqui y sus socios nacionales, son extremadamente importantes para el continente, también para el mundo por su ejemplo; pero una batalla profunda en los EEUU contra su política de guerra e imperial, por la destrucción de la industria armamentista, por un proceso electoral superior a los dos partidos tradicionales, se convertiría en universal. Incluso presidentes como el de México, Colombia, Perú, que obedecen órdenes de Bush y de las transnacionales estadounidenses, se verían obligados a cambiar de política ante una transformación importante en los EEUU. Esto no quiere decir que las luchas en las naciones pequeñas no sean importantes, sino que un golpe al imperio significaría un golpe decisivo.
6. Al parecer este planteamiento estaba contemplado en Marx y en el mismo Lenin. El científico e ideólogo alemán previó que el socialismo no podría construirse en los países que aún tenían desarrollos económicos y políticos que, como Rusia hace 150 años, estaban muy por de debajo de Alemania, Inglaterra y Francia. De allí salió décadas después la idea de “que EEUU, por su desarrollo, estaba más cerca del socialismo que otros países que por propia voluntad buscaban construirlo”. También el ruso Lenin, a principios del siglo XX (a pesar de su enorme voluntarismo) aconsejó a los miembros del bolchevismo que el trabajo político habría que hacerlo en las grandes fábricas, en la gran industria desarrollada que concentraba a miles de obreros con enorme experiencia. Aunque de manera diferente, el socialismo fue ligado con el desarrollo económico y se pensaba que este sólo surgiría del capitalismo desarrollado, no del “eslabón más débil de la cadena”.
7. Si de acuerdo con los ilusos, es decir, con los esperanzados, ganara Obama, derrotando a los precandidatos y candidatos de los grandes consorcios yanquis y de los amos de la guerra, querría decir que el pueblo norteamericano de la noche a la mañana hizo despertar su conciencia y se rebeló contra su gobierno, mismo que siempre ha sido símbolo de la opresión y el engaño. Los estudiantes y los jóvenes norteamericanos que, según se ha publicado, siguen a Obama, podrían convertirse en un movimiento activo (como sucedió en los años sesenta en la batallas en las calles contra la invasión del ejército yanqui a Vietnam) que pudiera contaminar de rebeldía al mundo. Al mismo tiempo que un cambio de posición política y un programa diferente del gobierno norteamericano haría cambiar el rumbo de muchos gobiernos. Sin embargo, estas breves reflexiones no pueden dejar de ser simples especulaciones. Ilusiones fuera de la realidad.
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