El ex agente reveló la colaboración de Díaz Ordaz y Echeverría con el organismo de espionaje; murió en La Habana como “un leal amigo de Cuba”
Gerardo Arreola (Corresponsal)
La Habana, 9 de enero. Phillip Agee, el ex oficial que entre otros secretos reveló la colaboración de los presidentes mexicanos Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, fue despedido hoy como un “leal amigo de Cuba”, al morir aquí a los 73 años de edad.
Agee se unió en 1957 a la agencia, con la que rompió 12 años más tarde, al publicar el libro Dentro de la compañía, diario de la CIA.
Así como puso parte de sus recuerdos en el papel, el ex agente se llevó a la tumba otra porción de su memoria. En los últimos años rehusó amablemente las peticiones de La Jornada para cotejar los datos más recientes que han permitido en México reconstruir los entretelones de la matanza de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968.
“Dejemos las cosas como están”, dijo a este diario en una de sus negativas. En otra ocasión agradeció el obsequio del video Tlatelolco, las claves de la masacre, que resume una investigación sobre el caso, producido por La Jornada y canalseisdejulio, pero igualmente evitó cualquier comentario de fondo.
Su libro no fue el único, pero sí el primero que exhibió en extenso, y desde dentro, los trapos sucios de la CIA. Mostró que más allá de sus comprensibles relaciones con el gobierno de Estados Unidos, Díaz Ordaz y Echeverría eran parte del Proyecto Litempo, el más importante de la agencia en México en los años 60, que incluía operaciones conjuntas y cooperación para la represión interna.
Como “oficial de caso” de la CIA, Agee trabajó en México con un cargo de fachada, como agregado olímpico en la embajada estadunidense, lo que le permitía moverse con holgura cuando todo en el país estaba condicionado por los juegos de 1968.
Después de publicar el Diario…, Agee entró en el segundo capítulo de su vida contra la CIA. Según él mismo testificó en discursos, artículos y entrevistas, en las siguientes dos décadas fue perseguido y hostilizado por la agencia y el gobierno de Estados Unidos, en diversas formas y en varios países.
Hubo cinco intentos de llevarlo a juicio por la revelación de secretos, pero el gobierno siempre desistió, según Agee, por temor al caudal informativo que él pudiera conservar.
En los 80 publicó Trabajo sucio: la CIA en Europa occidental, en coautoría con Louis Wolf, y luego el boletín Acción encubierta, alimentando la ofensiva que había desatado. Recurrió a sus recuerdos, sus contactos, nuevas fuentes y documentos obtenidosconforme a la ley estadunidense de libertad de información, donde comprobó, entre otras, las represalias oficiales contra él mismo.
Bajo la presión de Washington, ningún gobierno europeo le permitió quedarse y en 1980 llegó a la isla caribeña de Granada, entonces gobernada por el izquierdista Maurice Bishop, cercano aliado de Cuba. Tras la invasión estadunidense a ese país en 1983, se refugió en Nicaragua.
Luego de la derrota electoral de los sandinistas en 1990, Agee se instaló en Cuba, donde fundó una agencia de viajes dedicada al turismo estadunidense, negocio complicado por las prohibiciones de Washington de que sus ciudadanos viajen a la isla. El ex agente buscó después el mercado europeo.
Corto de estatura, rubicundo, con ropa de marca, pero informal, y un eterno maletín de cuero, tenía el aspecto del típico hombre de negocios afincado en la isla.
Su obituario de hoy en Granma fue como él mismo: escueto, enigmático y discreto. “Se destacó en la solidaridad con Cuba, Nicaragua, Granada y Venezuela, entre otros”, dijo el diario oficial. “Fue un leal amigo de Cuba y ferviente defensor de la lucha de los pueblos por un mundo mejor”.
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