Líderes y funcionarios hurtaron y hundieron al campo
Estado de los Estados
Alberto Cárdenas Jiménez no ve, no escucha, no quiere saber...
Por Lilia Arellano
Mientras los líderes de organizaciones campesinas de todas las filiaciones políticas se rasgan las vestiduras por la apertura del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en el rubro del maíz, fríjol, azúcar y leche, sin dejar de enriquecerse impunemente como lo han hecho durante varias décadas, la administración de Felipe Calderón insiste en señalar que “no pasa nada”, que los resultados para el país en los últimos 14 años “son buenos” y que, como lo señala el titular de la SAGARPA, Alberto Cárdenas Jiménez, hablar de soberanía alimentaria está pasado de moda, a pesar de que el campo mexicano está colapsado, la superficie agrícola se encuentra pulverizada y el índice de pobreza en varias regiones del país se disparó.
El secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) no ve, no escucha, no quiere saber, ni de plano le interesa la situación que priva en el campo mexicano. Con la miopía que lo caracteriza le resta importancia al tema y bajo su opaca óptica sostiene que al gobierno federal lo que le importa en estos momentos es que “nunca falte alimento en la mesa de los mexicanos”, venga de donde venga, no importa que sea de Estados Unidos, Canadá, Asia o Europa, pues a su parecer carece de valor lo que le suceda a la producción nacional y a los campesinos mexicanos, pues para sustituirlos se encuentra el mercado internacional.
El ex gobernador de Jalisco nos brinda así la oportunidad de estar ciertos de que proviene de otra galaxia, de otras tierras, de países que nada tienen que ver con el que le brindó la oportunidad de gobernar una de sus 32 Entidades. Si por lo menos se hubiese dado a la tarea de leer un libro completo de educación básica sabría que contamos con millones y millones de hectáreas dedicadas al cultivo, tanto de riego como de temporal, que en tiempos no muy lejanos -pero que ahora nos parecen toda una vida-, nos caracterizábamos por las exportaciones en granos básicos, en café, en frutas, en muchas, pero muchas legumbres.
Tampoco se ha percatado que el otrora “cuerno de la abundancia” como se solía definir la extensión territorial y la producción de las República Mexicana, cuenta con kilómetros y kilómetros de litorales, nada sabe de las grandes extensiones dedicadas a los pastizales y ahora con la mano en la cintura nos habla de importar, no sabe ni de dónde, pero que nada falte.
Lo que ha faltado, sin duda, es programación para este campo nuestro que desde el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León agoniza. Cuando se firma el TLC y en él se incluye la rama agrícola se contaban con 15 años para que México preparara sus campos y pudiese entrar en competencia. La rapiña sobre los presupuestos dedicados a estas actividades encabezadas por funcionario y líderes que hoy gimen como magdalenas y que son también corresponsables de toda esta crisis, no cesó ni por un minuto. Sangraron todas esas partidas dedicadas a fortalecer a agricultores, ganaderos, pescadores, a todos los dedicados a esta producción y fomentaron la huida por millones de brazos jóvenes, de mano de obra vigorosa a los Estados Unidos.
Con el trabajo de nuestros hombres, el vecino del Norte ahora se apresta a exportar lo que esas mismas manos deberían producir en nuestra tierra. Alberto Cárdenas está muy dispuesto a importar y más a pagar y lo que le pidan porque, finalmente, el precio y el hambre harán que los ciudadanos liquiden a cualquier precio el alimento. Su ignorancia realmente ha metido en un serio problema al propio Felipe Calderón a quien sus comunicadores no le han dejado otra alternativa que volver a mentir al asegurarse que México es exportador de decenas de productos ¿de cuáles? Ni siquiera de los tequilas porque ya son empresas en manos de extranjeros.
Esta es la realidad
La indolencia de Cárdenas Jiménez se complementa con la actitud asumida por Felipe Calderón, quien hace de lado los datos duros sobre la actual situación del agro mexicano y sostiene abiertamente que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha dado buenos resultados para el país porque se ha convertido en el segundo socio en el campo agrícola de Estados Unidos y en el tercero de Canadá.
El michoacano omite que en los últimos 14 años se han dejado de sembrar más de dos millones de hectáreas; que se desvanecieron más de cinco millones de empleos agrícolas; que tenemos una superficie agrícola pulverizada con más de 3.5 millones de productores de los cuales más del 70 por ciento tienen menos de 5 hectáreas; que el índice de pobreza se disparó en muchas Entidades hasta el extremo de que de los 32 millones de campesinos mexicanos el 80 por ciento sobrevive en la pobreza extrema; que ante al fantasma del hambre ocho millones de campesinos huyeron a los Estados Unidos; que el déficit comercial agroalimentario del país pasó de 74 millones a cinco mil 500 millones de dólares en tan sólo 10 años; y que el 3 por ciento de los productores agrícolas concentra la riqueza del campo mexicano.
También oculta que los gobiernos de Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de Léon, Vicente Fox Quesada y ahora su propia administración desmantelaron y desmantelan los instrumentos que sostenían el desarrollo del campo mexicano, entre los que cabe mencionar la reducción del financiamiento del Banco Rural, el cual fue finalmente eliminado al igual que la CONASUPO -que controlaba el proceso de captación de cosechas y el precio de garantía- y la Productora Nacional de Semillas (PRONASE), entre otros, al mismo tiempo que se eliminaba también la asistencia técnica, la capacitación y el servicio de información a los campesinos, y se dejo a que todo lo resolvieran –o empeoraran- los mercados.
Lágrimas de cocodrilo
Mientras los líderes de la Confederación Nacional Campesina (CNC) o de la Central Campesina Cardenista (CCC) o de cualquier otra organización como las adheridas al Congreso Nacional de Agrupaciones Rurales y Pesqueras lloran lagrimas de cocodrilo; llaman a movilizaciones nacionales para el 31 de enero en contra de la desgravación arancelaria del maíz, frijol, leche en polvo y azúcar, establecida en el TLCAN; piden la cabeza de Cárdenas Jiménez y lanzan amenazas a diestra y siniestra, “olvidan” que en estos últimos años se han dedicado exclusivamente a enriquecerse al punto que nadie, pero absolutamente nadie conoce a un dirigente campesino pobre, como tampoco nadie sabe de un ex secretario de Agricultura o ex funcionario del sector que resienta pobreza o necesidades económicas.
Lo cierto es que a pesar de que desde que se firmó el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), hace 14 años, todo mundo supo que Estados Unidos, Canadá y México acordaron que a partir de este mes de enero del 2008 se retirarían los aranceles a todos los productos agropecuarios. A pesar de eso, ni Salinas, ni Zedillo, ni Fox, ni Calderón y mucho menos los empresarios o productores o sus líderes cumplieron con sus responsabilidades, por lo que el campo mexicano no fue modernizado; no se le dotó de más recursos; los presupuestos se siguieron desperdiciando igual y la mayor parte se la quedaron precisamente los líderes campesinos; los productores no se organizaron, ni se capacitaron, ni tuvieron acceso a tecnología y financiamiento; la compactación de tierras continuó; y no se determinaron reglas precisas para la comercialización, por lo que prevalece la especulación.
Por eso nadie duda que este año será simple y sencillamente “desastroso” para el campo mexicano y que se acentuará la perdida de la soberanía y la seguridad alimentaria. La propia Confederación Nacional Campesina estima que más de un millón 400 mil productores de maíz, fríjol y leche entrarán en “grave crisis”, debido a los grandes desequilibrios en infraestructura y tecnología entre los tres países, además de la falta de inversión y de apoyo al fomento de la producción agrícola.
Para los 200 mil productores nacionales de leche el panorama es también negro y el país se encuentra a un paso de convertirse en el primer importador de leche del mundo pues ya en la actualidad importa más de mil 500 litros al año. Pero en este país, dicen nuestros “informados” gobernantes no pasa nada.
Es más, las promesas siguen como si estuviéramos en plena campaña presidencial. Como su costumbre, en un mensaje de Año Nuevo en cadena nacional, Felipe Calderón prometió 200 mil millones de pesos para el campo mexicano; dijo que actuará con firmeza para evitar abusos o alzas injustificadas que afecten la economía familiar; y que “vamos a superar” los desafíos del país como la inseguridad y el combate al crimen organizado. Cualquier semejanza con sus promesas de campaña no es ninguna coincidencia sino simplemente la respuesta obligada a la gran decepción que existe en el país y a la enorme inconformidad social que hace peligrar la paz social y la tranquilidad de la Nación.
De los pasillos
La Unión Nacional de Industriales de Molinos y Tortillerías presiona fuerte al gobierno federal para que el costo del kilogramo de tortilla se incremente entre 20 y 30 por ciento en los próximos días. Los empresarios del ramo alegan la entrada en vigor del capítulo agropecuario del TLCAN, así como el aumento de precios en las gasolinas. De tener éxito, el precio del alimento base de los mexicanos se irá a las nubes y la tortilla se convertirá aún más en un artículo de lujo, sólo al alcance de una privilegia minoría…
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La Arquidiócesis de México le reclamó al gobernador de Guanajuato, el panista Juan Manuel Oliva, la invasión a su “negocio” y le recordó que la función de los gobernantes no es evangelizar. El reclamo de la jerarquía católica fue porque el Canal TV-4, del gobierno estatal, contrató a una empresa para producir un programa evangelizador para jóvenes…
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Ya veremos quién está dispuesto a creerle a don Felipe lo del blindaje bancario porque estando la banca en manos de los extranjeros tal parecería que solamente dos bancos pueden permitirse el lujo de permanecer en ese marco: IXE y Banorte, los demás harán sangrar a los cuenta habientes para poder enviar, cual si se tratara de operaciones con el Vaticano, todas sus ganancias para que sus instituciones instaladas en los países que resienten fuertemente estas sacudidas económicas mantengan punto de equilibrio en sus finanzas, lo cual nos convierte en los grandes salvadores de capitales, incluso, ajenos y ¿ a nosotros quien nos salva de todo lo que está ocurriendo?
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