Los Zetas, el enemigo “invisible”
Foto: benjamín flores
*Su existencia es negada por las autoridades, pero están en todas partes
México, D.F., 24 de marzo (apro).- Nadie sabe cuántos son, pero están en todas partes: dentro de las corporaciones policiacas federales, estatales y municipales; en las ciudades, rancherías y demarcaciones pobres; en el campo, en regiones prósperas y paupérrimas, y en el propio Ejército mexicano.No hay territorio del país donde no se hable de ellos y de sus fechorías: secuestros, muertes y decapitaciones. Tampoco existe un sitio del país libre de las tensiones que provoca su presencia. Operan con logística, con inteligencia, con armas de alto poder, con saña y tienen un arma letal: el miedo. Así ablandan a sus víctimas.Su nombre: Los Zetas. Su filosofía: matar y extorsionar, infundir temor con palabras aterrorizantes: “Somos Zetas y no andamos jugando”, suelen decir cuando llegan a un pueblo a delinquir. La mayoría de sus integrantes ya no son de extracción militar, pero ingresan al grupo por recomendación e inmediatamente reciben el entrenamiento básico en zonas apartadas del país, en Tamaulipas, Nuevo León o Michoacán, sus principales asientos.No sólo están involucrados en el narcotráfico (trasiego de droga): su abanico de actividades criminales es amplio, tanto, que les da lo mismo secuestrar a un acaudalado empresario que exigirle una cuota fija de dos mil pesos a un tendero que paga impuestos mediante el régimen de pequeño contribuyente.Con todo su poder, este grupo asesina, secuestra y mata. También decapita y hace rodar las cabezas en lugares públicos: en bares, cantinas y lupanares de mala muerte.Avientan los cuerpos de sus víctimas en las inmediaciones de las bases militares, policíacas y en los periódicos críticos que han dado cuenta de sus fechorías, como el diario Notiver, frente a cuyas instalaciones apareció, el año pasado, la cabeza de un presunto narcomenudista decapitado, hecho que fue interpretado como una amenaza al rotativo que más ejemplares vende en el puerto de Veracruz.En Tamaulipas pasó algo similar, pero más violento: la línea crítica del diario El Mañana de Nuevo Laredo se vio de pronto amenazada por el estallido de una granada que fue aventada desde la calle y entró por una ventana. El explosivo causó un fuerte estruendo en la redacción del periódico, que por largo tiempo tuvo que olvidarse del tema del narcotráfico por razones de seguridad.A pesar de que 22 mil militares y cerca de 40 mil policías del país patrullan en buena parte de la República –enormes tanquetas y patrullas blindadas recorren calles y pueblos enteros–, el país sigue asediado por la violencia cada vez más fragorosa y que parece imparable.Cada caso de extorsión en la que aparecen vinculados Los Zetas es una historia dramática. En Veracruz, por ejemplo, hay pueblos y ciudades enteras bajo el dominio de este grupo delictivo: empresarios de Cosamaloapan, Ciudad Cardel, Coatzacoalcos, Minatitlán, Acayucan, entre otros, están aterrorizados; las quejas y protestas se multiplican.De acuerdo con las denuncias que las víctimas han hecho llegar a la Presidencia de la República –cartas y quejas– varios empresarios de todos los niveles han sido extorsionados presutamente por Los Zetas.Según esos testimonios, este grupo actúa de la siguiente manera: --Tenemos a tu familia bien ubicada.--¿Quiénes son ustedes? –pregunta la víctima.--Somos Zetas, hijo de tu puta madre y si no le entras te vamos a matar.El tono sube si la víctima de resiste:--Ya sabemos donde está tu mamá, tu papá y tus hijos. Se llaman… si no depositas un millón de pesos, mañana no amanecen.En medio del terror, el empresario se da cuenta de que, previo al telefonema o a la visita de Los Zetas, ya fue investigado, pues conocen todos sus movimientos y, en algunos casos, hasta los montos que dispone en cuentas bancarias.Acto seguido, se hace el pago a través de un depósito bancario o en efectivo. Pero la pesadilla no termina ahí, ésta se prolonga por largo tiempo, pues Los Zetas, después de recibir el pago, le dicen a la víctima:--Ahora nos tendrás que dar cada mes 300 mil pesos para que puedas vivir en paz. Si no cooperas, tarde o temprano morirás o mataremos a tus familiares.Torreón, Coahuila, esta dramática experiencia provocó que varios empresarios abandonaran el país después de haber sido secuestrados por Los Zetas y liberados previo pago millonario.Otros, por desgracia, no lo pueden hacer, pues no disponen de las facilidades para abandonar a su familia y menos a sus empresas. Pero Los Zetas no sólo extorsionan y mantienen bajo amenaza de muerte a empresarios acaudalados.Según se sabe, “le tiran a todo”, pues extorsionan hasta dueños de burdeles, cantinas, bares de “mala muerte” y hasta tenderos y expendedores de gasolina, dueños de tortillerías y lotes de autos.En este último negocio (los lotes de autos) Los Zetas prácticamente hacen un robo a campo abierto. Debido a que muchos vendedores de autos son considerados como lavadores de dinero, pues esos negocios proliferan por todas partes, Los Zetas llegan a ver a los dueños.--Me gusta este y aquel carro. Entrégame las llaves –le exigen a los propietarios. Y estos, sin alternativa, ceden a las peticiones. Luego les dicen: “Si denuncias vendremos por ti”.En el sureste del país, particularmente en Veracruz, Tabasco y Campeche, algunos negocios de autos han cerrado sus puertas por falta de seguridad y de garantías para seguir operando. Lo mismo han hecho dueños de table dance y otros giros negros, pues los propietarios y socios de estos sitios no pudieron soportar las onerosas cuotas que Los Zetas les exigen: 50 mil y hasta 100 mil pesos mensuales.“El negocio no da para tanto, prácticamente se llevan nuestras ganancias”, dice uno de los empresarios consultados, dueño de burdeles y bares en Tabasco.--¿Y cual es la alternativa que Los Zetas les otorgan?--Ninguna. Quieren que vendamos coca y otras drogas en nuestros bares para sacar la cuota. Nos exigen que hagamos eso, y ellos nos protegerán--¿Y ustedes están dispuestos a eso? —se le pregunta.--No, pero no tenemos otra opción. Muchos conocidos míos, que están bajo amenaza de muerte, ya le entraron: venden droga (cocaína y crack) para sacar el pago que cada mes les tienen que entregar a estas personas.Otro caso dramático es el de una persona inmigrante de origen salvadoreño a quien se identificó como Arturo. El 19 de marzo pasado, durante el recorrido que hizo por Chiapas el relator especial de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, Jorge Bustamante, conoció el desgarrador testimonio de una víctima de Los Zetas.De acuerdo con el Centro de Derechos Humanos “Fray Matías de Córdova” que expuso la experiencia de “Arturo” al representante de la ONU, los secuestradores portaban armas R-15 y cuernos de chivo, y se desplazaban dando rienda suelta a su mejor estilo: en camionetas de lujo.--Súbanse o se quedan, les gritaban los secuestradores al grupo de inmigrantes centroamericanos –según el relato de Arturo.--¿Y qué pasó después? –preguntó el relator a la víctima.--Yo logré escapar y esconderme entre el monte --narró el salvadoreño en el documento que le presentaron al relator de la ONU, a quien expuso otros datos de terror: “Mira, imbécil, debes depositar dos millones de pesos en el número de cuenta que te voy a dar; si no quieres, se muere tu madre o tus hijos, que tenemos bien ubicados. Tú decides, nosotros no andamos jugando.”Con base en estos y otros testimonios, Los Zetas siguen sembrando terror en el país, en tanto que altos funcionarios responsables de la seguridad en muchos estados, como el general Manuel Orozco Méndez –titular de Seguridad Pública en Veracruz–insiste en que estas extorsiones no son obra de Los Zetas, sino de un grupo de chamacos que se dedican a estas actividades.Orozco Méndez, de acuerdo con su historial, fue instructor del Ejército Mexicano cuando estaba en formación el Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes), de donde fueron salieron Los Zetas a finales de 1996, cuando el entonces jefe del cártel del Golfo, Osiel Cárdenas, le pidió a Arturo Guzmán Decenas (El Z1) que formara a un grupo especial para su protección personal.Sin embargo, las declaraciones del general Orozco, en el sentido de que “no hay Zetas”, contrasta con un reporte del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (CISEN), en cuyas partes medulares reconoce la existencia de Los Zetas y sostiene que el estado de Hidalgo (de donde son oriundos, entre otros, Heriberto Lazcano, El Lazca, el jefe) fue convertido en la segunda base de operaciones del grupo delictivo.Lo sorprendente de todo es que la presencia de Los Zetas, al menos en Hidalgo, es poderosa. Y esto se ejemplifica, según ese informe, con un ejemplo estremecedor:A finales del año pasado el director de la Policía Ministerial de Hidalgo, Ahuizotl Hiderosa, recibió en su oficina un regalo que contenía los zapatos que un día antes había dejado en su cama. Con ello se demostró que podían entrar a su casa sin invitación.Este es el poder de Los Zetas que el gobierno federal se niega a reconocer.
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