lunes, marzo 24, 2008

Resignarse o luchar

Se avecina una crisis económica mundial

Dr. Eugenio R. Balari

Es necesario, inteligente y justo prever los posibles impactos que pueda tener una determinada crisis de la economía mundial.
Aunque aún no podemos pronosticar con más detalles sus probables efectos en economías como la nuestra, lo cierto e incuestionable es que debemos de estar preparados y tomar adelantadamente cuantas medidas económicas y sociales podamos establecer para atenuar los golpes que la misma traerá sobre nuestras economías y sociedades.
En este contradictorio, antagónico y dinámico mundo en que nos ha tocado vivir, donde no todos pensamos igual ni queremos o deseamos lo mismo, donde existen sentimientos y posiciones discrepantes, que van desde el egoísmo más cruel a la solidaridad más desinteresada y hermosa; las sociedades de los países menos desarrollados deben aprender también a vivir con una elevada cuota de realismo, firmeza y precaución.
Los países más pobres, a pesar de sus adversas condiciones en el cuadro contradictorio de la economía mundial, no deben ni pueden mantenerse a la espera de los acontecimientos ni esperar con los brazos cruzados por las terribles consecuencias de las que pueden ser víctimas.
La situación apunta en tal dirección, que sin alarmismos se deben preparar con urgencia políticas y programas emergentes para capear la crisis y sus efectos, sobretodo los que tendrán los sectores sociales más pobres y desamparados.
Esas políticas y programas deben ante todo plantearse cómo y de qué forma impedir que crezca el desempleo, se deteriore el poder adquisitivo de la población o de ciertos sectores ciudadanos de manera significativa.
Igualmente se debe prever cómo garantizar la producción y distribución, al menos, de los alimentos básicos, para impedir el hambre y la desnutrición y, por tanto, la muerte de millones de nuestros niños, ciudadanos y compatriotas, así como de los servicios sociales indispensables.
Hay que pensar y programar medidas, rompiendo esquemas y aferramientos políticos-ideológicos, analizando y viendo por dónde puede amortiguarse los impactos de la crisis, la que sabemos de antemano que caerá con mayor fuerza destructiva sobre nuestras naciones y pueblos del llamado tercer mundo.
Los políticos gobernantes, con sus cuerpos de especialistas y economistas graduados en prestigiosas universidades en diferentes países del mundo, deben de aprovechar la situación que se avecina, para coger el toro y domarlo, derribarlo y agarrarlo por sus cuernos.
No son momentos para seguir ocultando las verdaderas causas que originan y desencadenan estas dramáticas situaciones, las que generan el pánico y promueven la desestabilidad en todos los órdenes y sectores de la sociedad, aunque hay siempre algunos que se benefician de las propias crisis.
Cada país tiene sus propias características y circunstancias, nadie se encuentra exento de los riesgos e impactos que de producirse esta crisis se verán.
Sin embargo, las medidas que pueden ser correctas adoptar en México, Chile o Cuba por ejemplo, no tienen que ser similares; lo que si tienen que ser, es auténticamente necesarias y efectivas, que impidan o al menos mitiguen los desastrosos efectos que la crisis anunciada puede producir para nuestros pueblos y sus economías.
No es momento para mantener la defensa a ultranza de criterios y políticas que parten de un elevado componente político-ideológico en las decisiones económicas con que cada país se proyecta y se desarrolla.
Se trata sencillamente de ser en ello más pragmáticos y de encontrar las soluciones prácticas efectivas (nos gusten o no) que impidan ampliar y profundizar la crisis económica y social que la situación internacional nos viene mostrando cada día.
Es como el famoso cuento de la caperucita que el lobo se la quiere comer.
Las naciones, sus gobernantes y especialistas saben bien cuáles son los factores que impiden el desarrollo de las fuerzas productivas.
Conocen cómo implementar diferentes medidas domésticas que coloquen a sus pueblos y países en mejores condiciones ante una situación de profunda crisis económica internacional.
El momento entonces es de actuar, no de mantener la inercia o sentarse a esperar el desastre.
Como siempre sucede, las naciones más ricas, aunque también afectadas, la resistirán en mejores condiciones.
Nosotros los países más pobres o más desequilibrados no.
A nosotros la crisis si nos pegará con mucha fuerza, pero como dice el viejo refrán, “más vale precaver que tener que lamentar”.
Lo triste de este asunto es que se conocen diversos procedimientos que pueden establecerse con urgencia para enfrentar la anunciada crisis, no hay que esperar tampoco como en el cuento de la caperucita para que el lobo nos coma. Pero lamentablemente, la mayoría de los gobiernos son temerosos a adoptar medidas positivas de emergencia, que después se tengan que arrepentir o no puedan dar marcha atrás con las mismas.
Por lo general, cuando analizamos el panorama económico de la región se aprecia que unas veces son las estructuras existentes de las relaciones de propiedad que no funcionan o frenan la producción porque se matan los incentivos o son insuficientes, otras veces, las causas son el atraso técnico y cultural en general de los trabajadores o las propias características de explotación de los asalariados, pero también pesan los problemas estructurales, las limitaciones de las inversiones que imposibilitan ampliar la producción y desarrollar tecnologías de punta, el encarecimiento y limitaciones de diversas materias primas y las más de las veces, por la falta de motivación e incentivos económicos que las estructuras productivas vigentes dejan de generar en los individuos.
No se puede negar que las actuales tendencias de la globalización neoliberal, el predominio mundial de un capitalismo financiero, muchas veces especulativo, que unido a las pretensiones de algunos países ricos de seguir viviendo y consumiendo por arriba de sus posibilidades y además irresponsablemente, desencadenando guerras injustas y crueles por el control de las materias primas primordiales pero agotables, nos están llevando a un callejón sin salida, pues los recursos naturales escasean cada vez más, la inflación no se detiene, aumentan los costos del nivel de vida y nuestras depredadoras acciones económicas están provocando aceleradamente el cambio climático con sus posibles efectos y dramáticas consecuencias.
Estos son sólo algunos elementos del panorama actual, esperemos que la lógica y la responsabilidad de los que gobiernan actualmente en nuestras sociedades y países se impongan, sobre todas las inhibiciones y criterios preestablecidos, la mayoría de ellos, lamentablemente, por razones de intereses de clases sociales o ideologías hieráticas, inconmovibles o esquemáticas y que la crisis anunciada no devaste a nuestras ya pobres y oprimidas naciones.
Desde mi perspectiva política económica, todo me hace pensar, que nos encontramos en los umbrales o se avecina una crisis económica mundial pero… nos resignaremos a ella pasiblemente o tomaremos nuestras imprescindibles medidas preventivas.
En mi posición, voto, por la necesidad urgente de esto último.

1 comentario:

mary helen dijo...

TIO LINDO Y BELLO...
BUENISIMO TU BLOGSPOT
TE QUIERO
FRICTOFI