El diagnóstico sobre la situación de Pemex presentado por la Secretaría de Energía y el director de la paraestatal, ha cumplido su cometido inicial: fuera de sus autores, no ha convencido a nadie. El Frente Amplio Progresista negó puntualmente la veracidad de sus datos y la lógica, si alguna, de sus conclusiones. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) calificó de catastrofista, y por tanto, de mentiroso, el documento. El mismo gobierno de Calderón no atendió a sus poderes persuasivos y pasó de inmediato a la amenaza, ya seguro de que no persuadiría. El secretario de Hacienda declaró: Si no hay reforma energética subiremos los impuestos o recortaremos el gasto. Es decir, si no nos obedecen la pasarán muy mal ahora, y sus descendientes la pasarán mucho peor ya sin el peso del patrimonio nacional sobre sus espaldas. Y el presidente de México de 2000 a 2006, líder moral del Partido Acción Nacional (PAN) sentenció: “Es increíble la resistencia que todavía hay en México para derrocar el monopolio de la energía y asociarlo con inversión privada para atraer las inversiones” (28 de marzo de 2008). Y vaya que Vicente Fox hizo lo posible por “derrocarlo”.
El diagnóstico convincente y veraz sigue haciendo más falta que nunca. En nuestro carácter de ciudadanos atentos al proceso económico y social del que tanto depende el país, insistimos en el debate, seguros de que éste no sólo consiste en el intercambio de puntos de vista tajantes. Por debate entendemos la confrontación de tesis y realidades en un nivel nacional. Eso exige el traslado de las discusiones a los medios electrónicos, una vez que se establezcan las reglas del intercambio de puntos de vista.
Al respecto, la secretaria Kessel afirmó: “Si la población mexicana rechaza la inclusión de inversión privada en Pemex el gobierno respetará y asumirá esa decisión”. Luego agrega, en plena debacle conceptual: “Cuando digo los mexicanos, digo la población que tenemos un grupo de representantes que hemos votado por ellos para que representen nuestros intereses en el Congreso”. No, cuando dice “la población mexicana” no dice el Congreso, donde nos representan los representantes; dice todos los ciudadanos mexicanos representados representadamente o no. De otro modo, la argumentación sería: “Si el Congreso rechaza etcétera”. Entre contradicciones, la secretaria se acercó a un hecho incontrovertible. De no posponer esa decisión a julio de 2012, la única forma para verificar en este tiempo el rechazo es el referéndum. Es agradecible el lapsus triunfal de Kessel y aguardamos su propuesta detallada en torno al referendo. Mientras, ratificamos nuestra certidumbre: no a la privatización y a las formas engañosas con que se presente. Sí al debate.
Comité de Intelectuales en Defensa del Petróleo.
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