Por Alberto Híjar
Con parentela rebelde, el joven Martín Xabier Mina adoptó el primer nombre de su tío a raíz de su experiencia como cabo del Corso Terrestre Navarro para luchar contra los invasores de Napoleón Bonaparte. Tenía apenas 20 años y una buena fama de cazador capaz de recorrer senderos y montes del valle de Elortz, dentro de la cuenca de Pamplona. Su nombramiento como máximo jefe militar reconoció su capacidad guerrillera distinta al adiestramiento con armas y equipo al que los navarros no podían acceder. Aún no cumplía 21 años cuando cayó preso tras ocho meses de campaña con una columna que empezó con doce hombres y creció hasta contarse 700 de a pie y 100 a caballo. La División de Navarra fue el principio de un ejército libertador al que se incorporaron combatientes de diferentes orígenes y nacionalidades.
Cuatro años pasó en las cárceles francesas hasta llegar a la de Vincennes donde tuvo acceso a la biblioteca y conoció a Víctor La Horie, maestro de Víctor Hugo y de otros connotados liberales franceses. Nada de esto lo hizo con tranquilidad, pues pendía sobre él la amenaza de decapitación, pese a la cual desarrolló la conciencia y la voluntad liberal opuesta a todo despotismo monárquico, de modo que cuando las derrotas de Napoleón permitieron su libertad, regresó a Navarra para seguir luchando con la mira en hacer de Pamplona un bastión para resistir el régimen absolutista de Fernando VII, superar la Constitución de Cádiz de 1812 con todo y sus titubeos democráticos y dar pie a un proceso libertario que tuviera como meta la liquidación de las monarquías. La División de Navarra llegó a tener 10 mil combatientes no muy disciplinados porque permitieron la infiltración del enemigo que al fin los venció. Otra vez, y de otra manera, tuvo que partir a Francia y de ahí a Inglaterra donde conoció a un cura famoso por su audacia, sus fugas de las cárceles monárquicas y por sus prédicas a favor de la independencia de las Américas. Fray Servando Teresa de Mier acordó con el joven Mina la organización de una fuerza combatiente que luego de obtener apoyos en Haití y Estados Unidos, llegó al puerto de Soto la Marina en abril de 1817. El 25 de abril Mina proclamó su presencia e invitó a organizar un solo combate contra el virreinato y la monarquía española con todas las fuerzas guerrilleras independentistas. Tenía entonces 27 años. No todos los insurgentes reconocieron al general Mina. Para entonces había dejado de ser Xabier para ser conocido con el nombre famoso por su alianza con el guerrillero Pedro Moreno y su inexpugnable fortificación en el Cerro del Cóporo y del Sombrero. Mina reconocía la importancia del Congreso de Chilpancingo que cuadraba con su proyecto de liquidación del absolutismo monárquico. Hasta la fecha sigue en pie este proyecto libertario concretado sobre todo, en la lucha del pueblo vasco contra la anacrónica monarquía española. Mina fue al fin capturado y fusilado de espaldas como supuesto traidor el 11 de noviembre, día de San Martín, ante el estupor de los compañeros insurgentes que no daban crédito de la caída del Rancho del Venadito y de la entrada triunfal del ejército realista de Orrantia en Silao con Mina engrillado y la cabeza de Pedro Moreno en la punta de una lanza. Los miembros de la Junta de Jaujilla se dispersaron y su proyecto de Congreso antimonárquico pareció derrotado. De nada valió a Mina contar con mil 100 combatientes porque cumplió la reflexión que haría Engels en el Antiduring a fines del siglo XIX al advertir el poder superior de una fuerza disciplinada contra un número mayor de guerrilleros imposibles de organizar en combate. Sin embargo, las fuerzas realistas decidieron el escarmiento, como suele suceder con los defensores de los déspotas, hasta el punto de que Orrantía agredió a Mina a cintarazos ante la negativa de darle información político-militar. Frente el Fuerte de los Remedios, en el campamento de Liñan, sufrió su última cárcel, los últimos interrogatorios inútiles y la condena a muerte. en el Cerro del Bellaco recibió la descarga de espaldas el 11 de noviembre de 1817, había nacido el 1§ de julio, días antes del triunfo de la Revolución Francesa de 1789. Su memoria ha sido honrada desde la proclamación de la independencia y hasta el depósito de sus restos con los de sus héroes compañeros en el Angel de la Independencia de la Ciudad de México.
El domingo 11, a los 190 años de su fusilamiento, Mina será honrado por un colectivo que ha tomado su nombre para dar a conocer la importancia de la figura de quien es llamado por Martín Luis Guzmán "Héroe de Navarra", a la par de la historia del pueblo vasco por alcanzar su libre autonomía. El colectivo organizador presenta una exposición de la vida cotidiana del pueblo vasco en el Club de Periodistas, presenta películas de sus fuertes tradiciones y sus modos de vida y alienta el conocimiento con conferencias sobre el largo proceso vasco en marcha. Buena manera de honrar la memoria de un internacionalista ejemplar de modo semejante a como lo hicieron David Alfaro Siqueiros y Antonio Pujol cuando regresaron como tenientes coroneles defensores de la República Española. Casualmente, un pequeño colectivo de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco ha organizado una conferencia sobre el Che, a los 40 años de su asesinato por la CIA y los corruptos militares bolivianos, en el auditorio Francisco Javier Mina que nombramos así en el bicentenario de Vicente Guerrero que da nombre al auditorio de enfrente, todo lo cual significó el cese fulminante del Coordinador de Difusión Cultural en 1986 por el miserable rector Francisco José Paoli Bolio, ahora integrado al PAN. En medio de los nombres asépticos con letras y números de los espacios universitarios, las placas de madera tallada con los nombres de Mina y Guerrero prueban la resistencia libertaria pese a todo.
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