Grupos ecologistas denuncian ausencia de acciones para lograr su conservación
Obras turísticas, construcción de carreteras y tala clandestina, algunos de los factores que amenazan esta vegetación, afirman
Existe presión para tener una legislación laxa
Angélica Enciso y Hugo Martoccia, Raymundo León, Sergio Ocampo, Ulises Gutiérrez, Antonio Heras, corresponsales
La existencia de los manglares pende de un hilo ante la ausencia de acciones locales y nacionales para su conservación, además de que, al amparo de autorizaciones ambientales otorgadas antes de la reforma legal de este año, hay planes turísticos en curso. Tan sólo en Cancún se espera la desaparición de 100 hectáreas de mangle en la tercera fase de este “plan de desarrollo”, mientras en Isla Cancún se ha perdido el ciento por ciento.
Esto lo advierten organizaciones y autoridades que señalan que esa vegetación se puede localizar en gran parte de las zonas costeras del país, pero se extingue debido a obras turísticas, construcción de carreteras, planes de acuacultura, tala clandestina y relleno de la tierra para cambiar su uso de suelo.
Los humedales son considerados un ecosistema, el cual, además de proteger el territorio de huracanes e inundaciones, es fuente de desarrollo de especies marinas que generan un valor económico de unos 16 mil millones de dólares al año.
Los ambientalistas y científicos habían considerado un logro la adopción de la norma 022 de manglar en abril de 2003, luego de siete años de trabajo, pues definía lineamientos claros para proteger esta vegetación, pero un año después el entonces titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Alberto Cárdenas, de manera unilateral modificó la normatividad de forma que por un pago de 10 pesos por metro cuadrado se podía talar el manglar, el cual ahora los ambientalistas buscan incluir en el listado de especies en riesgo de extinción.
Los datos más recientes de esta vegetación han alarmado a científicos y ambientalistas: la Semarnat informó que hay 654 mil hectáreas de manglar en territorio nacional, 246 mil hectáreas menos que en 2002. Esta cifra indica que en 24 años desapareció alrededor de 75 por ciento del ecosistema, de acuerdo con información de las organizaciones Greenpeace, Teyeliz, Defenders of Wildlife, Centro Mexicano de Derecho Ambiental, IFAW y Conservación de Mamíferos Marinos de México. Aun así, continúan las presiones del sector turístico para instaurar una legislación laxa que les permita desarrollar sus obras.
La atención a este problema por el gobierno federal se planteó durante el sexenio pasado en el documento La política ambiental nacional para el desarrollo sustentable de océanos y costas, presentado en 2006, en el que se indicaba que se debía crear un programa para contrarrestar la problemática, definir fuentes de financiamiento para la restauración, conservación y manejo a escala local y regional.
Luego de que en febrero pasado se publicó en el Diario Oficial la reforma a la Ley de Vida Silvestre que protege los manglares, lo único que ha ocurrido fue el anuncio del titular de la Semarnat, Juan Rafael Elvira Quesada, en la Cámara de Diputados, de que ya hay un inventario nacional, mismo que no se ha dado a conocer con detalle, y que, como parte de su compromiso “en la protección de manglares”, aún está en elaboración una estrategia nacional para la atención de humedales costeros.
En Quintana Roo se estima que alrededor de la mitad de la superficie de manglar está seriamente dañada, sobre todo por las construcciones hoteleras; también incidió el huracán Dean, que este año destruyó 75 mil hectáreas de mangle en la entidad, informó Araceli Domínguez, del Grupo Ecologista del Mayab (Gema)
Por su parte, el Instituto Nacional de Ecología reportó que 25 por ciento de los manglares de la entidad ya habían sido destruidos para el año 2000, y desde entonces tanto el crecimiento de las construcciones como el paso de los ciclones hacen prever que la destrucción se ha duplicado, consideró Domínguez. Entre Cancún y la Riviera Maya hay 20 mil cuartos de hotel, parte de los cuales se han edificado a costa de la destrucción de la vegetación.
También en Baja California Sur el turismo es una amenaza para la vegetación, que actualmente se estima en 20 mil hectáreas de mangle rojo, blanco, negro y botoncillo. La mayor concentración de esta especie está en la costa del océano Pacífico, en el complejo lagunar de bahía Magdalena y la laguna de San Ignacio.
Del lado del Golfo de California, se le puede encontrar de Pichilingue a Balandra, en la isla del Espíritu Santo y la isla San José, Loreto, y en Mulegé; en todas estas áreas hay planes turísticos, los cuales llevarán a la depredación de humedales por la construcción de hoteles y campos de golf.
En el desarrollo Paraíso del Mar, planeado en El Mogote, pequeña isla frente a La Paz, se talará una hectárea; en Loreto el plan de la empresa Loreto Bay afectó el ecosistema, al igual que en el tramo de la carretera La Paz-Pichilingue desaparecieron 12 hectáreas, detalló el oceanólogo Esteban Fernando Félix, del Centro Interdisciplinario de Ciencias del Mar.
En Guerrero, las zonas más dañadas con la pérdida de estos ecosistemas están en Acapulco, en específico en Punta Diamante y Puerto Marqués, áreas en las que ha habido un crecimiento poblacional desmedido, consideró la Procuraduría de Protección Ecológico. En la misma situación señaló a Coyuca de Catalán y Techam, así como a municipios de la Costa Chica como Copala y San Marcos. Se estima que en los pasados 25 años se perdieron 2 mil hectáreas de manglares, ya que la superficie pasó de algo más de 16 mil hectáreas a 14 mil 735 hectáreas.
Al menos la tercera parte del ecosistema se perdió en Sonora durante el siglo pasado y actualmente quedan alrededor de 15 mil hectáreas; la superficie más importante se encuentra en el sur del estado, en el municipio de Huatabampo, y al norte de Bahía de Kino, dijo el delegado de la Semarnat, John Swanson Moreno. Uno de los casos más representativos en cuanto a devastación de manglar fue la construcción de la carretera Hermosillo-Bahía de Kino, señaló.
La zona más importante del ecosistema en Baja California se localiza al sur, en Bahía de los Angeles, zona decretada recientemente área natural protegida Aquí el desarrollo turístico se da en áreas donde no hay manglar, como Tijuana, playas de Rosarito y la costa de Ensenada en el océano Pacífico, sostuvo Alejandro Moreno, secretario de Turismo estatal.
Advirtió que la situación de conservación que hasta ahora se ha logrado en Bahía de los Ángeles se podría modificar si se reactiva el proyecto Escalera Náutica impulsado el sexenio pasado, pero suspendido en la actual administración.
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