Antonio Gershenson
Declaraciones de funcionarios y un documento del Colegio de Ingenieros Civiles de México agregan evidencias sobre las causas de la inundación en Tabasco, y en particular en su capital, Villahermosa, por donde cruza el río Grijalva, aunque a veces con otros nombres. También un documento oficial echa abajo elementos que fueron usados en discursos oficiales.
El boletín del Colegio de Ingenieros Civiles, que alega que no hubo ningún problema con el manejo de las presas de las hidroeléctricas, afirma haber obtenido los datos completos del asunto de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Y afirma que la cantidad de agua que salió de la presa Peñitas en los tres días más lluviosos fue de 600 millones de metros cúbicos. Fue cuando los boletines de la CFE decían que habían aumentado el flujo de agua de salida de la presa a mil 500 metros cúbicos por segundo, luego a 2 mil (es el máximo que reconocen), y después de un tiempo, otra vez a mil 500.
A partir de los 600 millones de metros cúbicos, podemos saber cuál fue el flujo real en esos tres días. Esos tres días tienen 72 horas. Al dividir la cantidad mencionada entre 72, tenemos un promedio de salida de agua de 8.33 millones de metros cúbicos. Los 60 minutos en una hora, y los 60 segundos en un minuto, nos dan 3 mil 600 segundos en una hora. Al dividir el flujo en una hora por 3 mil 600, obtenemos una cantidad de agua promedio saliendo de la presa de Peñitas, y rumbo a la zona de Villahermosa, de 2 mil 315 metros cúbicos por segundo. Y obviamente, este promedio no es una cantidad constante a lo largo de los tres días, en una situación tan accidentada con las lluvias y demás. Muy posiblemente haya habido flujos mayores. Pero aun en este caso, tanto los mil 500 como los 2 mil metros cúbicos por segundo son un dato falso, y la cantidad de agua fue mayor. Y luego que por qué el golpe de la cantidad de agua rompió diques, arrasó casas y demás.
Una forma gráfica de ver qué significan esos 600 millones de metros cúbicos que se vaciaron de la presa en tres días es que imaginemos una superficie de 10 kilómetros a lo largo del río Grijalva, y dos kilómetros hacia cada lado, o sea, cuatro kilómetros de ancho. Si hacemos las divisiones, nos resulta que esa cantidad de agua en esa superficie se traduce en 15 metros de profundidad del agua, que equivalen aproximadamente a la altura de un edificio de cinco pisos, que quedaría cubierto por ese líquido. Para que no anden queriendo minimizar esa cantidad.
Veíamos que esta situación pudo generarse por la subutilización de las plantas hidroeléctricas, que son de la CFE, junto con la compra masiva de electricidad a empresas extranjeras que la producen a partir del gas natural, parte de éste importado. En septiembre, Peñitas fue operada al 30 por ciento de su capacidad, y La Angostura, cuya presa es la que tiene más capacidad de almacenamiento, pero que estaba, al principio de estos días, a 94 por ciento de su capacidad, operó al 27 por ciento. Es más, las cuatro plantas hidroeléctricas del Grijalva habían generado 17 mil gigavatios hora en el año 2000, de enero a octubre, todavía sin plantas eléctricas privadas. En el mismo periodo de 2007 generaron ya sólo 8 mil gigavatios hora, poco menos de la mitad.
En cambio, las plantas privadas, que representan 22 por ciento de la capacidad de generación, venden a la CFE 31 por ciento de la energía eléctrica total que este organismo usa. Algunos privilegios de estas empresas, y problemas que mencionamos aquí, se reflejan en un documento de la propia CFE. Se trata del Programa de obras e inversiones del sector eléctrico 2007-2016. Lo editó la Subdirección de Programación de la Gerencia de Programación de Sistemas Eléctricos de ese organismo.
En el Apéndice A, en la sección A.8, primero se afirma que se debe reducir el nivel de La Angostura, entre otras razones para “enfrentar contingencias regionales mayores”, o sea que la lluvia no los agarró desprevenidos. En la misma sección se dice que en especial las PIE (plantas privadas) “restan flexibilidad de operación” de las hidroeléctricas, “ya que Angostura tiende a operar por arriba de sus niveles de seguridad, lo que repercute no sólo en mayores riesgos de inundaciones en la cuenca del río Grijalva, sino en una menor generación” de las mismas hidroeléctricas.
Por último, en la sección A.3, “Aportaciones hidráulicas”, el documento oficial dice que la temporada de lluvias es “junio a octubre”, desmintiendo más lo de que había pasado la temporada de lluvias y la lluvia de fines de octubre los tomó por sorpresa. Además, el mes típico de las inundaciones de 1999 fue precisamente octubre.
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