Javier Salinas y Gustavo Castillo (Corresponsal y reportero)
Magdalena García Durán afirmó que apoyará a los 23 integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) que aún están presos en el penal de Texcoco, a consecuencia de la represión policiaca de mayo de 2006 en San Salvador Atenco, estado de México, “a pesar de haberlos conocido en un lugar tan desagradable, como es una cárcel. El tiempo que compartimos hizo que nuestro espíritu de lucha se uniera. Por ello digo que yo no salí completa, la mayoría de mi cuerpo quedó ahí, con ellos, porque sé que son inocentes”.
Entrevistada al término de la caminata que realizó desde el penal Molino de Flores, en Texcoco, hasta la Basílica de Guadalupe, la mazahua, que apenas la noche del pasado viernes recuperó su libertad tras 18 meses de encarcelamiento, aseguró que después de haber sido acusada y apresada injustamente, ahora espera apoyar para que sean excarcelados.
“Voy a hacer lo posible por siquiera estar presente en las diligencias, porque sé que estar ahí adentro no es fácil; en mi caso, nunca me faltó apoyo, pero hay otros compañeros que no lo tienen; por lo menos los ayudaré estando en algunas audiencias. Ver que afuera de las rejas alguien está contigo es la fuerza para seguir de pie cuando estás prisionero”.
“Con la panza vacía”
“Hay audiencias que son larguísimas; te tienen de pie, custodiado, sin siquiera poder ir al baño o comer una torta. Pueden empezar desde las 7 de la mañana y concluir al anochecer. En Molino de Flores, el director de la prisión nos dice que cuando acaben las audiencias nos darán de comer, pero cuando salimos ya todo está apagado y en silencio. Nos vamos a acostar con la panza vacía. Si a veces bebemos agua es porque hay compañeros o familiares que nos apoyan, y con un popote, a través de la rejilla, sorbemos de las bolsas o de las botellas”, recordó la mujer a quien hace unos días Amnistía Internacional la consideró “presa de conciencia”.
Agotada, Magdalena García Durán llegó a la Basílica de Guadalupe, tras caminar unos 20 kilómetros, de los más de 30 que hay desde el penal Molino de Flores –en Texcoco– hasta el recinto religioso.
García Durán partió en caminata desde las 7 de la mañana, del plantón instalado frente al penal, donde pernoctó una vez que salió libre. Junto con un grupo de 90 de sus compañeros mazahuas recorrió las calles de Texcoco y la autopista que conduce hacia el Peñón.
Ataviada con su vestimenta tradicional mazahua y flanqueada por una imagen de la Virgen de Guadalupe y un ramo de flores, la indígena fue acompañada por su esposo, Alfredo Cruz Desiderio, y sus hijos.
Aunque las piernas de Magdalena García flaquearon en varias ocasiones durante el largo trayecto, mantuvo su afán de llegar hasta la Basílica de Guadalupe; a veces para lograr su objetivo necesitó descansar un poco en alguna banca. “Es que estar tanto tiempo encerrada, casi sin caminar, y ahora hacerlo así, de repente, está duro”, dijo.
El cansancio que le provocó la peregrinación la obligó a modificar su plan de caminar todo el trayecto; al terminar la autopista Peñón-Texcoco, la mujer y sus acompañantes decidieron abordar un microbús que los llevara del Metro Oceanía a la esquina de Calzada de Guadalupe y Circuito Interior. Luego, caminó hasta el altar principal de la Basílica.
Antes de que comenzara la misa de acción de gracias, se detuvo a orar frente al retablo, y tras recibir muestras de solidaridad de otras indígenas, afirmó que su manda es “para dar gracias a mi Virgencita, que siempre estuvo conmigo, y pedirle por mis compañeros presos. Que salgan libres y rápido. A ellos los llevo en mi corazón y mente, porque están detenidos por una injusticia; los delitos se los fabricó el gobierno”.
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