Nicaragua, un país sumido en una grave crisis energética
Lurdes Imaz
Estas vacaciones he madrugado más que nunca. Y no porque haya querido sacarme un dinero extra, sino porque decidí irme a Nicaragua, un país sumido en una grave crisis energética con cortes diarios de luz y de agua de hasta 12 horas.
Los recientes acontecimientos me han hecho recordar los madrugones para conseguir las últimas gotas de agua que salían de la «paja», las esperas para quitarme de encima las consecuencias de un sol atroz y la cocina invadida de recipientes con agua.
Pero sobre todo he recordado la impotencia de las mujeres que ya no pueden sacarse unos pesos lavando la ropa de sus vecinas, las que venden gaseosas en el mercado y han visto reducidos sus ínfimos ingresos por la subida del precio del hielo, la rabia de pagar las facturas de un servicio no recibido a 30 dólares mensuales en un país en el que el 80% de las familias sobrevive con menos de dos dólares al día, y un sinfín de desgracias diarias por la falta de las necesidades más básicas.
Hace siete años Unión Fenosa se hizo con la red de energía de Nicaragua a precio de ganga y en estos años ha subido la factura eléctrica en no menos de un 110%. Los beneficios de esta transnacional española han aumentado en un 39,8% en 2007 y tiene la desfachatez de dedicar su Día Solidario a convocar ayudas para proyectos sociales en Nicaragua. ¡Sinvergüenzas!
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