Gabriela Rodríguez
Mierda contra el portón de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Así reaccionó la ciudadanía por el apoyo que dieron las y los magistrados a Mario Marín Torres. Mierda contra la impunidad para un gobernador que mandó intimidar y amenazar a Lydia Cacho, a la periodista que no le perdonan haber sacado a la luz una red de pederastia y pornografía infantil, y menos que denunciara la complicidad de empresarios y políticos del PRIAN. Mierda para simbolizar lo que esa institución hace con la justicia: ése es el valor que hoy se da a la SCJN, el valor que materializa la suciedad, lo despreciable, lo que se desecha porque ya no sirve.
Apesta y duele a corrupción e injusticia la elite dentro de la cual seis magistrados colocaron sus intereses partidistas por encima del respeto a las garantías individuales. ¿Cómo ha llegado este sistema “democrático” a concentrar el poder de la justicia de la nación en 11 personas? ¿Por qué esos magistrados reciben los más altos sueldos entre todos los funcionarios del mundo? ¿Cómo lograr que la SCJN cumpla con su deber, es decir, evitar que una autoridad actúe en contra de lo que dicta la Constitución? ¿Cómo hacer para que una institución de Estado actúe en favor de los derechos constitucionales y no de los intereses partidarios o de un Poder Ejecutivo impuesto? ¿Cómo evitar que funcionarios del PAN y magistrados se sometan a los gobernadores encubridores del PRI? ¿En qué ha convertido el partido conservador a las instituciones supuestamente democráticas?
El juicio de la ciudadanía ha sido implacable porque el caso toca las fibras más sensibles ante los horrendos crímenes contra niños y niñas. Reproduzco aquí algunos de los carteles expuestos en la concentración realizada el martes por la tarde, en la cual los ciudadanos sepultaron a la SCJN, que ya dieron por muerta: “Diciembre me gustó para que se larguen por corruptos”, “Azuela: manda a tus nietos con el cardenal”, “Ministros, zánganos y corruptos, sólo validan la impunidad”, “A los magistrados de la Suprema Corte de Justicia les faltan… ” (colocaron unos huevos después de los puntos suspensivos)”, “Un trabajador que recibe el salario mínimo (de mil 517 pesos mensuales) necesita trabajar 17 años de su vida para juntar el salario mensual de un magistrado de la SCJN (338 mil 333 pesos).”
Por alguna razón duele más la insensibilidad de las mujeres: “Olga Sánchez Cordero, qué vergüenza que seas mujer”, “Olga Sánchez Cordero y Margarita Luna, ministras de la corrupción, para ellas los niños no tienen valor”. Porque es totalmente inadmisible que la magistrada Luna Ramos afirmara: “Durante el proceso de la señora Cacho, pudo o de hecho, hubo violaciones a sus garantías individuales, me queda clarísimo; nada más bastó ver el expediente para en un momento dado advertir que sí pudo haber muchas violaciones a sus garantías individuales, pero violaciones posiblemente resarcibles…” O lo dicho por Olga Sánchez Cordero: “Yo estimo que los traslados en general no son agradables ni mucho menos. Ni siquiera, a veces, muestran los oficios de colaboración; son traslados que se hacen entre las procuradurías, con policías judiciales, no necesariamente agradables, y éste es el caso, y el caso es que ella cuando menos sintió tortura sicológica…”
Si para las señoras magistradas de la SCJN violar las garantías individuales y dar tortura sicológica no es razón para condenar a un gobernador entonces que se vayan, que las corran junto con los otros dos que votaron contra el amparo de Lydia Cacho. ¡Son traidores!
A manera de posdata: Felicidades a Carmen Aristegui, Premio Nacional de Periodismo. Una mujer que ha venido documentando día a día todos los casos de pederastia y pornografía infantil, cuyo trabajo, más allá del tema, cuenta para la defensa de la justicia y la construcción de nuestra democracia.
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