Venezuela. Lecturas y lecciones
Gerardo Fernández Casanova
La Revolución Bolivariana no logró la mayoría de votos necesaria para dar el paso adelante en la construcción del Socialismo del Siglo XXI, en los términos en que se lo propuso. Cuando la información de resultados del referéndum convocado para votar la reforma constitucional adquirió carácter de irreversible, a favor de la negativa a la propuesta, el órgano electoral la hizo pública e, inmediatamente, el Presidente Chávez reconoció públicamente la derrota. El asunto puede leerse de distintas maneras y ofrece varias lecciones.
Los medios de información y los analistas de la derecha, interesados en cancelar de raíz el despertar libertario latinoamericano, lanzan campanas al vuelo anunciando que Venezuela le dijo no a Chávez y al proyecto bolivariano. La Casa Blanca felicita al pueblo venezolano asumiendo que el resultado es un espaldarazo a su política de hegemonía hemisférica. Pretenden dar por hecho que la amenaza socialista ha sido conjurada y que Chávez tiene los días contados. Sin dejar de reconocer que el resultado constituye un serio revés al ambicioso proyecto soberano, lo cierto es que sólo significó una apretada negativa (1.5% de diferencia) a un complicado paquete de propuestas que incluyeron demasiadas cosas para decidir, la mayoría de ellas susceptibles de instrumentarse sin reformar la Constitución Bolivariana de 1999. Se abrieron demasiados frentes de batalla y se dificulta el discernimiento del significado de la negativa e, incluso, de la abstención. Habrá quienes votaron contra el proyecto de la reelección indefinida, aunque respaldaran las reformas en materia del poder territorial, o viceversa; otros respaldan a Chávez para ser reelecto, pero se atemorizan ante el poder comunal o ante la ampliación de las formas de propiedad.
Habrá que reconocerlo, al mejor cazador se le va una liebre; el estratega Chávez cometió un error estratégico, por lo menos así pareciera ser. No hay que descartar que la estrategia haya sido la de perder para ganar; a favor de esta posibilidad aportan varios avances logrados: uno muy importante es el reconocimiento y la consolidación de la Constitución Bolivariana de 1999, la cual había sido consistentemente desconocida y rechazada por la oposición de derecha; otro es el reconocimiento, local e internacional, de la vigencia de un envidiable régimen democrático en Venezuela, que desmiente rotundamente la imagen de tirano con que se ha querido exhibir al presidente Chávez y, el más importante, se destruye la supuesta legitimidad de cualquier intento golpista, tema que ha sido la constante desde el primer triunfo electoral del Movimiento Bolivariano. Es de esperarse que la oposición busque el referéndum revocatorio del mandato en el 2009, previsto por la Constitución para el tercer año de la administración, lo cual servirá de oportunidad para recomponer la base de apoyo, incluso para volver a someter a consulta la posibilidad de la reelección indefinida.
Entre las lecciones las hay de enorme significado. En Venezuela se sometió al escrutinio público la controversia respecto del proyecto de país; en México pasamos del nacionalismo revolucionario al neoliberalismo globalizador, sin que nadie fuera consultado. Salvo los casos de Bolivia y Ecuador que se plantean reformas constitucionales y Costa Rica, que sometió a referéndum la firma del TLC con los Estados Unidos, en el resto de nuestros países las cosas se cocinan en la oscuridad de los despachos o en los sótanos del FMI. Me anticipo a dar respuesta a quienes digan que los procesos electorales hacen las veces del referéndum, diciendo que ningún candidato formula como plataforma electoral la permanencia del status quo, todos hablan del cambio y ninguno gobierna conforme a lo propuesto. Esto habrá que aprenderlo y exigirlo.
En México, algún trasnochado comentarista de la derecha quiso, de manera tergiversada, decirle a AMLO que debiera aprender de Chávez su capacidad para reconocer el triunfo de los otros. Ciertamente que hay lección que aprender, pero sería aplicable a Fox y a Calderón que desde el poder instrumentaron el fraude y se negaron a reconocer su derrota. En su alocución de reconocimiento, Chávez hizo hincapié en el carácter ético de la política, ajeno a cualquier suerte de manipulación perversa, justamente en la antípoda de la actitud asumida por el PRIAN ante los resultados electorales del 2006.
Pero en el fondo de las cosas hay una lección de orden histórico. La lucha por la independencia y la verdadera libertad pasa, irremisiblemente, por un proceso de emancipación de la conciencia popular. La sociedad igualitaria requiere para su instauración, del hombre y la mujer nuevos, ajenos a los vicios culturales impuestos por el individualismo y el materialismo consumista. El énfasis de un proyecto alternativo tiene que ubicarse en el esfuerzo educativo que rescate la solidaridad.
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