Julio Hernández López
El presente año pinta mejor que nunca en Campeche a los familiares políticos de Juan Camilo Mouriño. En los primeros dos meses, Constructora Escalante y Construcciones y Materiales Peninsulares, empresas del suegro del actual secretario de Gobernación, ya han conseguido contratos de obras del gobierno calderonista por al menos 550 millones de pesos. Empresarios locales que no tienen parientes en el gobierno hispano-mexicano aseguran a esta columna que las firmas de Eduardo Escalante, padre de la esposa de Juan Camilo Mouriño, sólo consiguieron contratos federales por unos 180 millones de pesos en 2006, aunque el monto alcanzó unos 350 millones de pesos durante el primer año de ejercicio administrativo del binomio FC-JC (por cierto, esta demostración inaugural de favoritismo sexenal, en 2007, generó protestas de otros constructores locales a quienes parecieron totalmente amañados los procesos de adjudicación a la Primera Familia de Campeche. Por esa razón fue sustituido el delegado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en la entidad).
La familia Escalante es la principal constructora de Campeche y sus negocios han florecido con gobernadores priístas (el despegue se dio con Eugenio Echeverría Castellot) y con panistas ocupantes de Los Pinos. Pero, según los denunciantes, desde que llegó J.C. Mouriño al poder (por la vía indirecta) hay una abierta predilección por las empresas familiares, sobre todo en la mencionada delegación de la SCT. “Es una historia parecida a la de Facopsa, la empresa mediante la cual Cosme Mares fungía como prestanombres de los Fox. En Campeche no se asigna un contrato federal si no es aprobado por Carlos, uno de los hermanos de Juan Camilo que al estilo clásico de los Salinas o los Bribiesca cobra porcentajes a los interesados en asignaciones o concursos”, explican los empresarios que además narran con gran detalle la historia del enriquecimiento acelerado de los Mouriño, siempre involucrados, dicen, en situaciones irregulares. Una de ellas, la más famosa en la entidad, es el suministro de menos gasolina de la marcada oficialmente en las bombas surtidoras, maniobra clásica que ahora será castigada con multas y cárcel, según reformas aprobadas ayer en el Senado.
Vías familiares alternas de progreso económico son apenas unas de las muchas tretas y coartadas que hay en el mundo de complicidades entre los poderes económico y político. Pero el propio comisionado calderonista para el negocio del siglo (la apertura de Pemex a capitales privados) ha firmado a finales de 2003 convenios a nombre de las empresas de su propia familia. El conflicto de intereses del llamado Iván está claro en cuanto a que siempre ha ocupado cargos gubernamentales o de representación social relacionados con la especialidad comercial de su familia (fue presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados y subsecretario de Energía) y en cuanto que actualmente sus propios familiares desarrollan ambiciosos proyectos energéticos a los cuales afectaría o beneficiaría la información privilegiada y el comportamiento de uno de sus miembros, el secretario de Gobernación que encabeza la Operación Comercial Pemex y otras variantes de corte energético.
En el océano de cinismo en que nada la clase política mexicana, a nadie ha de extrañar que el acusado de corrupción o conflicto de intereses se exculpe mediante el simple expediente de negar aquello de lo que haya constancia escrita e inclusive indagación judicial. Desde el poder todo se puede, así es que con gran facilidad Mouriño comunica a los mexicanos cuán afortunado ha sido él y cuánta de esa fortuna ha hecho a un lado para regalarle a los ciudadanos (¡suertudotes!) la oportunidad de que él sea funcionario público. El precio que ha pagado, dijo ayer desde Baja California Sur, a donde fue a cerrar tratos en materia de alianzas subcontinentales dirigidas por Estados Unidos, “no fue menor: le he arrebatado tiempo a mi familia, renuncié a las acciones de cerca de 80 empresas (…) y también dejé muchas de las comodidades que tienen los que viven en el interior del país”. Encarrerado en la retórica, pero no en el esclarecimiento jurídico y ético de las cosas, Mouriño pretende hacer creer que se le acusa de hechos sucedidos cuando tenía corta edad, aunque alguno de los documentos en que firmó como apoderado general de su empresa para transacciones con Pemex es de 2003. Vaya, Mouriño ni siquiera estableció si es cierto o falso de lo que se le acusa, aunque esgrimió adjetivos como mezquino, inmoral y doloso para descalificar lo que, por otro lado, destinará a la misma esfera de su poder (más tráfico de influencias y conflicto de intereses), pues pondrá “a disposición de las autoridades competentes toda información que se me requiera, para que sean éstas quienes emitan una opinión en el plano legal”. No, pos sí. Señor procurador Medina Mora, diga si procede alguna acción contra el acusado Mouriño. Señor secretario de la Función Pública, diga si su jefe es sospechoso de algo. Licenciado Calderón, determine si hay irregularidad, inmoralidad o infracción legal… Raúl Salinas (ahora metido en pleitos físicos con su cónyuge, Paulina Castañón, de la que está en proceso de divorcio económico) y los hermanos Bribiesca podrían asegurarle al colega Mouriño que, mientras dura el sexenio, ningún subordinado se atreve a procesar o a castigar al favorito o los favoritos de la Corte.
Astillas
Por “desorden generalizado” se declaró “cancelada” la sesión de ayer de la Cámara de Diputados en la que el panismo pretendía que se aprobara irregularmente un trámite para autorizar a Calderón a recibir una medalla en Centroamérica… En la Autónoma Metropolitana también se cancela una sesión que buscaba arreglos para levantar la huelga en esa universidad… Obama y Hillary dicen que de llegar a la Casa Blanca podrían retirarse del TLCAN al que Calderón y antecesores han considerado intocable, sagrado… Y, mientras el machismo televisivo arremete contra una diputada veracruzana no por su desempeño como legisladora o política, sino por su actuación en una película (muy mala, según los adelantos vistos) en la que actúa como teibolera, ¡feliz fin de semana!
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