Forum 176
Feliciano Hernández
Feliciano Hernández
No ha sido suficiente el rotundo fracaso de otras privatizaciones estratégicas que han tenido lugar en el país, para abrirles los ojos a estos entreguistas mexicanos que siguen insistiendo en “dejarse agarrar la piernita”, políticamente hablando, claro. Aunque lo niegan, en los hechos el anhelo que les quita el sueño es culminar la apertura total de Pemex y CFE a los capitalistas extranjeros. No les importa llevar a México a la guerra civil, no les preocupa desatar la inestabilidad política ni mentir descaradamente diciendo que no privatizarán, cuando en los hechos, tanto en Pemex como en CFE, los inversionistas nacionales y extranjeros ya están metidos hasta la cocina.
A través de los denominados contratos de servicios múltiples y otros mecanismos de ingeniería financiera, a través de la deuda por Pidiregas, a través de la cogeneración y de otros recursos violatorios de la Carta Magna, los tiburones extranjeros y sus delincuentes socios mexicanos, se han ido apoderando de los recursos energéticos nacionales.
Sorprende e irrita a muchos ciudadanos tanto el dicho reiterado de la derecha mexicana, panista y priísta, de que no quieren privatizar, como la actitud de quienes expresan que no van a permitir la privatización, como si desconocieran que amplios sectores de Pemex y CFE ya están privatizados en exploración, producción y distribución; y que una amplia gama de intereses particulares se benefician ilícitamente del recurso nacional y de las empresas administradoras.
A estas alturas, para unos y otros, lo que debería estarse planteando es la recuperación de esos espacios, esto en el marco de una reforma de carácter plenamente nacionalista, reconociendo la total vigencia de la Constitución que otorga al país soberanía y aprovechamiento integral sobre sus recursos energéticos.
Por supuesto que Pemex tampoco debe permanecer como está, pero dicho esto no en el sentido en que lo manejan los entreguistas (políticos, académicos, periodistas especializados, analistas mexicanos y extranjeros, sindicato y otros interesados) desde su perspectiva reformista neoliberal para abrirlo plenamente al capital privado, sino en el sentido de recuperarlo de la alta ineficiencia y corrupción en que lo han manejado el gobierno y la nefasta dirigencia sindical.
Pemex y CFE están carcomidos por una mala administración. Las sucesivas direcciones priístas y panistas han tolerado el robo clandestino en los ductos, el fraude que significan los “diablitos”, los contratos ilegales, el exceso de burocracia pagada con innumerables privilegios (leer Ahoga a Pemex nómina cara, El Universal, 17-III-08), todo lo cual disminuye dramáticamente los beneficios que tales empresas podrían aportar al país, así como los recursos para reinversión en la infraestructura de las propias compañías.
Por supuesto que tales problemas no se corregirían entregando las empresas paraestatales a la iniciativa privada, como no se corrigió la ineficiencia de los bancos privatizándolos, ni mejoró el servicio de Telmex entregándolo a un monopolista privado. Todo lo contrario. Hoy sobran elementos, y no son ideológicos, para asegurar que pasamos de algo malo a otra situación peor. Pero esto no lo ven los entreguistas; ni lo verán porque los obnubila su hambre de dinero fácil y abundante.
Pemex sí puede recuperarse como una empresa verdaderamente nacionalista, supervisada no por un Consejo de Administración como el actual, donde los que deciden son los mismos que permiten el mal estado de la compañía, sino por un consejo plural de ciudadanos expertos que puedan probar su trayectoria honesta y su disposición de sobreponer los intereses mayoritarios y el futuro del país sobre sus ambiciones personales.
Cierto, Pemex no puede seguir como está: con un sindicato corrupto y entreguista, con una administración omisa y parasitaria, con una red de proveedores que lo único que ha hecho es saquear a la empresa. Pobre país; en manos de mafiosos, mentirosos, apátridas y entreguistas de lo peor.
Existen por lo tanto dos proyectos: el de la reforma neoliberal, que puede llevar al país a una guerra civil por su afán de culminar la entrega a las trasnacionales; y el proyecto nacionalista de rescate de Pemex para beneficio de todos los mexicanos. Pero, ojo: por ahora los cínicos privatizadores han ido avanzando en sus afanes y están dispuestos a teñir de sangre el territorio nacional.
La defensa del gas en Bolivia hace unos tres o cuatro años culminó con varias semanas de agitación social, algunas decenas de muertos y la caída de un presidente. ¿Cuál será el costo final en México?
Aplausos y abucheos
Uribe, asesino de mexicanos. ¿Es un idiota o es un gorila? Si el colombiano desconocía quienes estaban en el campamento de las FARC y aún así procedió al bombardeo, es un imperdonable idiota. Si estaba perfectamente enterado, como es de suponerse, es un criminal que debe ser juzgado.
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