Carlos Fernández-Vega
El nocivo TLCAN
El salario en México, 14 veces menor que el sueldo más bajo en Estados Unidos
El maíz, uno de los productos básico que entrarán al país libres de aranceles con la apertura total del agro prevista en TLCAN Foto: Ap
Debe ser enorme el dedo utilizado por el gobierno calderonista para intentar cubrir el sol que ilustra la realidad del campo mexicano, porque el negro resultado de 14 años de constante deterioro económico y social pretende ser saldado con dos tristes trimestres de resultados positivos, que ni lejanamente resarcen el raquítico comportamiento del producto interno bruto en ese periodo y en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
De proporciones descomunales deben ser, cuando el titular de la Sagarpa, Alberto Cárdenas, celebra que “el campo creció más que el sector industrial” y que 2007 “dejó logros importantes para el campo, por lo que fue un año bueno para el sector rural, pese a las condiciones climáticas, como sequías e inundaciones que afectaron a varios estados del país”.
Dedo gigantesco o cara dura como una piedra la del gobierno calderonista, en especial la del ex caballo negro marca Bimbo, porque el balance de esos 14 años de TLCAN en lo que a la Sagarpa corresponde (agricultura, ganadería, desarrollo rural, pesca y alimentación) es desastroso, tanto que en ese periodo la tasa promedio trimestral de “crecimiento” del producto interno bruto sectorial apenas si alcanzó 1.88 por ciento, una proporción incluso menor a la de por sí raquítica media registrada para la economía en su conjunto en igual lapso.
Diversas fuentes de información (instituciones y organismos nacionales e internacionales) han documentado la triste cuan explosiva situación del campo mexicano y la cada vez más peligrosa dependencia alimentaria del exterior, pero el gobierno calderonista, vía Alberto Cárdenas, sale con la batea de que 2007 fue un año de “logros importantes”, porque en el segundo y tercer trimestres del presenta año el PIB sectorial registró incrementos medianamente importantes (3.8 y 5.3 por ciento, respectivamente), lo que resolvería catorce años de deterioro y apagaría de un soplido la mecha de la bomba de tiempo que significa la apertura total y definitiva del sector agropecuario en el marco del TLCAN a partir del primer día de 2008.
Dice el ex caballo negro de la siempre pía familia Servitje que “el gobierno federal nunca dejó de reconocer los problemas y rezagos históricos en el campo” (Notimex), pero lo cierto es que para él y su gobierno no cuenta lo sucedido antes del primero de diciembre de 2006, y como no está en su registro no hay nada que solucionar. Tampoco existe la dependencia alimentaria ni la creciente exportación de viandas del vecino del norte, sólo tienen ojos para las exportaciones, porque en este renglón México, dice, es “competitivo en los mercados globales”. Y no hay más.
Pues bien, a los dos trimestres positivos de 2007 (el primero del año el PIB sectorial “creció” 0.2 por ciento, contra 9.8 por ciento en el trimestre previo) presumidos por Alberto Cárdenas hay que restar 16 trimestres negativos (siete de ellos en el sexenio foxista) y ponderar otros 5 con resultados menores a uno por ciento. De los 55 trimestres involucrados en el periodo (primero de 1994-tercero de 2007), sólo en dos se registra crecimiento superior a 10 por ciento (el segundo de 1994, con 13.4 por ciento, y el tercero de 1995, con 13.5 por ciento) y la mayoría, en el mejor de los casos, no pasa de 4 por ciento.
Todo ello da como resultado una tasa trimestral promedio de “crecimiento” de 1.88 por ciento, mientras que en igual lapso el indicador para el sector industrial ronda el 3 por ciento, mayor que el “logro” celebrado por Cárdenas, aunque tampoco sea para presumir. Los dos trimestres medianamente positivos que festeja el titular de la Sagarpa tan sólo representan el 3.6 por ciento de los catorce años de vigencia del TLCAN. De ese tamaño es el dedo gubernamental.
Ya en días pasados el (se supone) operador de la “continuidad” en esta materia tuvo un serio encontronazo con priístas y perredistas en San Lázaro, a quienes no pudo convencer de la científica estrategia armada por el gobierno calderonista para enfrentar efectivamente la apertura total del sector agropecuario en el marco del TLCAN: “aquí hay mucho corazón para salir bien librados” (Cárdenas dixit). Lamentablemente, en lugar de aplausos se ganó la exigencia de los legisladores de que presentara su renuncia.
El problema es que en realidad nadie ha hecho mayor cosa para, efectivamente, “salir bien librados” de la citada apertura y del TLCAN en su conjunto, que sólo ha servido como un eficaz medio para concentrar la de por sí concentrada riqueza, agravar el problema del desempleo y estimular la expulsión de mano de obra, principalmente hacia el vecino del norte. De hecho, en el sexenio foxista la tasa oficial de desempleo abierto se duplicó, y un mexicano emigró por minuto a lo largo del “cambio”.
Catorce años transcurridos, cuatro gobiernos involucrados (de Salinas a Calderón), siete titulares de la hoy llamada Sagarpa (de Carlos Hank al caballo negro), cinco legislaturas, muchos partidos políticos… y a punto de abrirse las puertas de par en par apenas si se escuchan sus voces por la “preocupación”, “alerta” y “temor” que les provocan las graves consecuencias para el campo mexicano. A ese paso y con la velocidad de reacción, nos quedaremos sin país.
Las rebanadas del pastel
El Consejo Nacional de Población reporta que “nueve de cada 10 mexicanos que buscan ocuparse en el mercado laboral estadunidense logran hacerlo en los sectores primario, secundario y terciario con un salario promedio anual de 23 mil dólares”, lo que equivale a 253 mil pesos por año o 21 mil pesos mensuales, aproximadamente, monto casi 40 por ciento inferior al que obtienen otras minorías migrantes. Qué lamentable, pero días atrás gobierno, empresarios y “líderes” obreros acordaron un salario mínimo promedio de 51 pesos diarios, mil 551 mensuales o 18 mil 615 anuales, es decir, mil 692. 27 dólares por año, una cantidad casi 14 veces menor a la que obtiene la paisanada en el vecino del norte.
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