Cortina de humo
BOGOTÁ.- El calificativo de “terroristas” endilgado el pasado miércoles 16 por el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, a los universitarios mexicanos que se encontraban en el campamento del número dos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Raúl Reyes, en territorio ecuatoriano, forma parte de una estrategia para distraer a la opinión pública.Así lo afirman legisladores colombianos consultados por Proceso, quienes sostienen que Uribe aprovecha incluso los insultos para hacerse la víctima. Así lo hizo cuando la estudiante Lucía Morett, “la única mexicana sobreviviente al ataque perpetrado el pasado 1 de marzo”, lo acusó de narcotraficante y declaró que por culpa de él, ella no puede regresar a su país, señala uno de los entrevistados, quien pidió omitir su nombre.El presidente de México, Felipe Calderón, respondió de inmediato a su par colombiano, aprovechando la clausura del Foro Económico Mundial realizado en el puerto de Cancún:“Me parece que lo prudente es no calificar ni prejuzgar en un sentido u otro las características o las actividades de esos jóvenes hasta que los resultados de la investigación así lo arrojen. Entonces (una vez terminada la investigación), cada quien sacará sus conclusiones. Pero no quiero ni creo que debamos anticiparnos respecto del perfil de estos jóvenes.”
Estrategia mediática
Tanto Uribe como el mandatario de Ecuador, Rafael Correa, han sacado provecho de la crisis generada por el operativo del ejército colombiano mediante el que Reyes fue eliminado. El ataque, que según las autoridades de Ecuador violó la soberanía de este país, disparó la popularidad de Correa. El 9 de marzo, cuando la crisis diplomática con el país vecino se encontraba en su momento más crítico, la empresa Cedatos publicó una encuesta en la que informó que la imagen del mandatario subió ocho puntos, con lo que llegó a 66% de aceptación entre la ciudadanía.En Colombia sucedió algo similar. La popularidad de Uribe subió de 81 a 84% como consecuencia de la aprobación que recibió por haber ordenado el ataque al campamento donde se refugiaba el comandante guerrillero Raúl Reyes. Así lo reveló la encuesta de Gallup realizada entre el 4 y el 6 de marzo, justo cuando Uribe enfrentaba la más dura crisis diplomática de su segundo mandato. No sólo tenía problemas con Correa, sino que había tenido una confrontación verbal con su homólogo venezolano Hugo Chávez.Sin embargo, la buena estrella de Correa y Uribe, sobre todo la de este último, no tiene contentos a sus detractores políticos, quienes ven en su accionar una hábil estrategia para ocultar los problemas internos que amenazan su gestión.El jefe del Estado colombiano no ha podido hacer nada, por ejemplo, para impedir que la Corte Suprema de Justicia encarcele a buena parte de los legisladores que lo apoyan. La coalición uribista en el Congreso ha sido duramente golpeada por las decisiones de los magistrados que investigan las relaciones entre la clase política y los grupos paramilitares.Ante esa situación, según los dirigentes de la oposición consultados por este corresponsal, Uribe ha montado una exitosa campaña mediática encaminada a magnificar el conflicto con sus vecinos para mitigar las consecuencias del escándalo de “La Parapolítica”, que mantiene nerviosos a decenas de congresistas, pues algunos de ellos podrían ir a prisión.El senador liberal Juan Fernando Cristo asegura a Proceso que a Uribe le conviene hacer política con los ecuatorianos y a Correa le conviene hacer política con los colombianos. Explica: “En este caso, creo que se han juntado el hambre con las ganas de comer porque mientras los dos sigan jugando a la política, no van a arreglar el lío diplomático en que están metidos. A los dos les conviene que siga el conflicto porque ello fortalece su imagen interna en momentos en que los dos afrontan problemas”. l
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