La nueva frontera
LORETO BAY, BCS.- Al bajar la árida sierra de La Giganta hacia el Mar de Cortés –puros peñascos y arenales caldeados–, de pronto se recibe un fuerte golpe visual: es el verdor de un extensísimo campo de golf que bordea las aguas de una bahía, un verdor salpicado por los colores intensos de lujosas residencias. No es ningún espejismo del desierto… es Loreto Bay, la más acabada expresión de los desarrollos para estadunidenses que proliferan en las costas peninsulares.En un reportaje publicado el pasado 7 de marzo, The New York Times aseguraba que ahora el territorio de Estados Unidos se recorrió hasta Loreto Bay. Ni más ni menos. “La nueva frontera de México”, lo titulaba. El mágico encanto del paraje –resumía el diario– se debe a que “tiene los elementos más básicos de la naturaleza, sol y agua, roca y arena, lo vertical y lo horizontal”.Sin embargo, hay alarma entre los grupos ecologistas debido a que este desarrollo de 6 mil residencias –situado nueve kilómetros al sur de la población de Loreto– puede ocasionar una “catástrofe ecológica”, sobre todo porque no existen los mantos de agua dulce para sustentar a las decenas de miles de pobladores que llegarán en calidad de residentes o trabajadores.Amyra López, gerente de proyectos especiales de Loreto Bay, trata de aplacar tales temores:“No hay por qué preocuparse. Loreto Bay será el proyecto sustentable más grande de todo México. Tendrá una planta desaladora para convertir en dulce el agua del mar. Está bien planificado el crecimiento demográfico que se vendrá. Y contribuiremos a la cultura del reciclaje en toda la zona.”Explica que los desarrolladores –encabezados por la trasnacional City Group– adquirieron 8 mil hectáreas de costa para levantar Loreto Bay, la mayoría de las cuales serán “dejadas como reserva natural”. En total, dice, en nueve fases se construirán 6 mil residencias estilo “colonial español”. La primera fase ya concluyó. Actualmente, seis compañías constructoras trabajan afanosamente para terminar las residencias de la segunda fase. Amyra recorre las calles adoquinadas que están en el área de la primera fase. Las avenidas principales tienen amplios camellones bien empastados con altas palmeras. Hay callejuelas estrechas que se retuercen, flanqueadas por casas de dos o tres pisos, con puertas de madera y aldabones de hierro. Topan con arroyuelos y pequeños lagos artificiales que son cruzados por puentes de tablones. Florecen las plantas de ornato… da la impresión de estar en alguna zona exclusiva de San Diego, Long Beach, Malibú o Santa Bárbara, sólo que aquí impera la calidez del clima.Un par de caddies eléctricos atraviesan una avenida. Los manejan estadunidenses en short y camisa hawaiana que saludan sonrientes: “¡hello!... ¡hello!”. Explica Amyra: “Aquí estará muy restringida la circulación en automóvil. Habrá estacionamientos a la entrada para que se dejen ahí los autos. Las calles son para caminar, andar en bicicleta o en caddy”.
–¿De dónde es la población que está comprando las casas? –se le pregunta.
–Un 70% son estadunidenses; el resto vienen de Canadá. Hasta el momento, hemos vendido unas 600 casas.Amyra muestra el folleto donde se exhiben los distintos tipos de residencias, con sus características, dimensiones y precios: 700 mil… 800 mil… hasta 1 millón 400 mil dólares las residencias más caras, por estar a las orillas de la bahía o del campo de golf de 18 hoyos, donde se observa a un grupo de personas empuñando sus palos y pegando a la pelota.Hay también canchas de tenis totalmente terminadas, así como un moderno hotel –con 155 cuartos– para quienes sólo vienen de visita. Los desarrolladores publicitan así su verde oasis sudcaliforniano:Imagine a place where every day the air is cleaner, the water is purer, the people are healthier, life is more abundant and we are enriched by the culture.Fernando Arcas, un luchador ecologista de alborotada melena cana, desbarata esos ardides publicitarios: “¡Loreto Bay no es natural! ¡Todo es ficticio! ¡Es una Disneylandia de superlujo! Cuándo ha visto usted esas enormes extensiones de césped en el desierto. ¡Nunca! Aquí hay escasez de mantos acuíferos. De dónde sacarán el agua para seguir dándole mantenimiento a ese aparatoso campo de golf, o para mantener a los nuevos miles de pobladores.”
–¿No son una solución las plantas desaladoras?
–No. Ésas resultan costosísimas, por lo que elevan los precios del agua hasta cinco veces. Y además dejan los residuos de la salmuera en cantidades proporcionales al agua desalada. ¿Qué harán con la salmuera? Pues si la tiran al mar, van a crear una supersalinidad que destruirá a las especies marinas.“Por otra parte, las áreas empastadas que crean estos desarrolladores ocasionan muchos daños ecológicos. Las mantienen verdes no sólo con agua, sino con gran cantidad de fertilizante. Son áreas con bastantes plagas y, por consiguiente, requieren de mucho pesticida.” Director de Antares –una organización cuyo fin es proteger los ecosistemas marinos y terrestres de la región–, Fernando Arcas habla sobre los estragos que ocasionará la explosión demográfica propiciada por Loreto Bay:“Debemos aclarar que Loreto Bay no es para turistas de paso. No, será otro pueblo más con una población fija. ¿Cuántos residentes vivirán en cada una de sus 6 mil casas? No lo sabemos. Además, esos habitantes extranjeros requerirán de varios servicios. ¿Dónde vivirá esa otra población que llegará de fuera y trabajará para ellos? Tampoco lo sabemos. “Según los estándares, los huéspedes de cada cuarto de hotel requieren de 20 personas para que se les atienda: meseros, recamareras, empleados turísticos, mecánicos, electricistas, plomeros, etcétera. Aquí podría aplicarse una proporción semejante, por lo que estaríamos hablando de varias decenas de miles de personas que tendrían que venir de fuera para atender a los residentes de Loreto Bay.”Arcas señala que el poblado de Loreto, de apenas 15 mil habitantes, no tiene capacidad para afrontar esa avalancha demográfica.Lo peor de todo, dice, es que aparte de Loreto Bay ya hay otros desarrollos en marcha en la misma zona costera: la empresa Villas Group construirá 2 mil 200 cuartos de hotel en Ensenada Blanca; empresarios de Arizona levantarán Golden Beach, un proyecto que incluye cuatro hoteles, dos campos de golf y una marina; El Grupo Fadesa edificará el complejo turístico Loreto Paraíso, en San Bruno, en el que invertirá 4 mil millones de euros….“Estos desarrollos están proyectados para realizarse en una franja costera de sólo 40 kilómetros. Sabemos que hay más proyectos, sólo que hasta el momento se mantienen ocultos”, refiere Arcas.
–¿Serán sustentables?
–Nada de eso. Provocarán una catástrofe ecológica en manglares, esteros, ojos de agua, islas e islotes. Para los únicos que serán sustentables, pero económicamente, será para los empresarios. l
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