Michoacán, la explotación de los menores
Los más afectados terminan siendo siempre los niños jornaleros
San Sebastián, Mich., 21 de abril (apro).- La pobreza y el hambre son algunas de las razones que orillan a cientos de familias a sacrificarse en los campos michoacanos, a entregar un jornada a veces mayor a las ocho horas, e incluso aceptar vivir en condiciones deplorables, en donde los más afectados terminan siendo siempre los niños jornaleros.San Sebastián es una población pequeña, pegada a una ladera y se diría desierta por el poco movimiento que se observa. Forma parte de la zona agrícola cañera de los Reyes, con extensos campos verdes en los que es común observar a niños trabajando en el campo como si fueran adultos.En Michoacán se tiene un registro de cien mil jornaleros agrícolas, sin embargo, esta cifra abarca a unos 40 mil menores de entre 7 y 14 años de edad, quienes viven en condiciones infrahumanas.Los menores jornaleros habitan en unos 40 campamentos en los que se carece de unidades médicas y diversos servicios básicos, así como de infraestructura educativa.Elvira es un caso ilustrativo. Tiene apenas ocho años y ya trabaja en la agricultura michoacana para ayudar a la economía familiar.Los menores son parte del paisaje cotidiano de los campos en la entidad, en donde desarrollan jornadas exhaustivas.Desde temprana edad aprenden a utilizar las guadañas y otros aperos, relegando su educación y el disfrute de los juegos propios de su edad. En la madrugada, Elvira y varios trabajadores más se reúnen en torno de una fogata hasta que llegue el jefe y les ordene sus labores.La historia de Elvira es común a la de cientos de otros pequeños que con sus padres, o solos, emprenden su faena en los campos a partir de las cinco de la mañana.El destino de Elvira es ir de región en región en busca del pan de cada día. No se queja.Todos los jornaleros, hombres y mujeres, carecen de los derechos que les garantiza la legislación laboral vigente en México y que, en principio, prohíbe el trabajo de los menores.Ellos también participan de la cosecha del maíz, del limón, la toronja, el jitomate, el pepino, el melón y el chile.Los acompañan cientos de niños que vienen de otras entidades, principalmente Guerrero, Morelos y Guanajuato. Según cifras de la Secretaría de Desarrollo Social federal (Sedesol), la jornada laboral de los niños en los campos michoacanos es semejante a la de los adultos.El 50% de ese sector habla una lengua indígena, predominando el náhuatl, purépecha y tlapaneco, y se emplean principalmente en las regiones de Los Reyes, Taretan, Pedernales, Apatzingán, la Costa, Zamora, Jacona y Yurécuaro.El trabajo infantil se registra más entre la población indígena que entre la mestiza. Así, 86% de los menores indígenas de seis años o más se incorpora al trabajo, mientras que en el caso de los menores mestizos sólo lo hace el 76%.El encargado del programa Jornaleros Agrícolas de la Sedesol, Favio Galeana, y Jaime Barba delegado de la Secretaría de Trabajo (STPS), coincidieron en que el trabajo infantil es común en ese tipo de campamentos agrícolas, en donde lo más lamentable son las condiciones precarias en las que subsiste esa población.Pero lo más preocupante es que sean los propios padres quienes contribuyen a la explotación de los niños jornaleros. Los funcionarios federales destacaron que son los padres quienes obligan a los menores a contratarse como jornaleros.Con ello el sostenimiento de la familia se reparte entre hijos y padres, pues suman entre varios los salarios que van de los 70 a los cien pesos.Sin embargo, generalmente los menores entregan a sus padres todo el dinero que ganan y a ellos sólo se les regresan entre cinco y diez pesos para la compra de algunas golosinas.
Al margen de la ley
Pese a que la Carta Magna prohíbe el empleo de menores de 14 años, en la entidad son letra muerta esos preceptos plasmados en el 123 constitucional:“
II. La jornada máxima de trabajo nocturno será de siete horas. Quedan prohibidas: las labores insalubres o peligrosas, el trabajo nocturno industrial y todo otro trabajo después de las diez de la noche, de los menores de 16 años;“
III. Queda prohibida la utilización del trabajo de los menores de 14 años. Los mayores de esta edad y menores de 16 tendrán como jornada máxima la de seis horas”.Mientras en la Ley Federal del Trabajo (LFT), en sus artículos 174 y 175, se señala que los mayores de 14 y menores de 16 años deberán obtener un certificado médico, acreditar su aptitud para el trabajo, así como someterse a los exámenes médicos que periódicamente ordene la inspección del trabajo.También prohíbe el que los menores trabajadores sean expuestos a labores peligrosas o insalubres (inciso E, artículo 175), o a trabajos superiores a sus fuerzas y los que puedan impedir o retardar su desarrollo físico normal (inciso f)Sin embargo, los grandes productores prefieren contratar a los niños jornaleros, pues ellos generalmente no reclaman sus derechos, como son servicios de salud, día de descanso, educación obligatoria y acceso al esparcimiento y los juegos.De acuerdo con el delegado de la Secretaría del Trabajo, 90% de los menores no cuenta con ninguna clase de prestación, y son más lamentables las condiciones en que laboran respecto de los niños que desempeñan alguna labor en las grandes ciudades.Mientras un “cerillo” en la ciudad cuenta con uniforme y sólo trabaja cuatro horas en algún centro comercial, en el campo los menores se exponen a toda clase de peligros, entre los que destacan infecciones e insolación.Las condiciones de salud de los menores jornaleros son lamentables, ya que por lo general padecen enfermedades respiratorias agudas, gastrointestinales, dermatológicas, intoxicaciones y desnutrición.Ese tipo de males se originan por el cambio de clima, las malas condiciones en la que son preparados los alimentos y el contacto con algunos agroquímicos.También suelen quejarse de continuos dolores de cabeza, debido a las largas horas en que permanecen expuestos al sol, y esos padecimientos generalmente tienen mayor prevalencia en los meses de septiembre, enero y abril.De acuerdo con Salvador Maldonado Pérez, delegado estatal del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), son difíciles las condiciones que enfrentan unos mil 800 niños jornaleros que atiende esa dependencia.Manifestó que, a través del programa Atención Educativa a Niños Jornaleros Agrícolas Migrantes, se atiende a la mayoría de estos menores que viven en condiciones de marginalidad y sin ninguna prestación social.Cabe destacar que el apoyo educativo se presta en 180 campamentos, en donde se alojan estos grupos migrantes, que llegan regularmente a los municipios de Los Reyes, Huetamo, Yurécuaro, Tanhuato, Zamora y Apatzingán.La población infantil jornalera tiene un bajo nivel educativo, pues 48% no sabe leer ni escribir, y de los que sí saben, sólo 4% terminó la primaria, y el 48% restante no concluyó su instrucción básica.
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