Carlos Fernández-Vega
Atracos en Jalisco
Más de 340 mil millones de dólares acumulados en los últimos ochos años (limpios de polvo, paja y condiciones) “despreocuparon” a los gobiernos latinoamericanos de sus responsabilidades legales, económicas y sociales con sus “representados”. Cada día más haraganes en estos renglones, se acostumbraron a que fueran los expulsados de su propia tierra quienes les resolvieran buena parte de la problemática social y de las cuentas macroeconómicas en sus respectivos países, mientras ellos reforzaban su actuación gerencial a favor del gran capital.
Verdaderos ríos humanos fluyen por toda América Latina para desembocar en territorio estadunidense (y europeo, en menor medida), con el único objetivo de acceder a lo que en sus respectivos países les es negado. Alrededor de 20 millones de latinoamericanos han sido expulsados de su tierra (mexicanos, buena parte de ellos) en los últimos años, y la mayoría se ha asentado (con o sin permiso) en Estados Unidos, de donde puntualmente envían remesas a sus respectivas familias.
En los últimos ocho años, los expulsados de su tierra enviaron (a México alrededor del 40 por ciento de ese monto) poco más de 340 mil millones de dólares, recursos frescos, sin condicionalidad alguna, que mejoraron no sólo el perfil familiar, sino el balance social y macroeconómico de sus respectivos países, amén de aligerar el de por sí deficitario balance de empleo. México, por ejemplo, ¿podría desestimar los casi 120 mil millones de dólares por ellos inyectados a la economía en el periodo referido? A cambio, los emigrantes han recibido nada, pues en lugar de tomar cartas en el asunto para revertir, o cuando menos reducir, la vergonzosa expulsión de mano de obra, los gobiernos latinoamericanos presumen el resultado como un activo más de sus “logros”.
Pues bien, esos holgazanes cuan gerenciales gobiernos latinoamericanos corren el riesgo de que sea la realidad misma la que revierta sus “logros”, al registrarse un descenso paulatino en los montos remitidos. ¿Qué pasaría con un eventual regreso masivo de latinoamericanos a sus respectivos países, ante un crack económico estadunidense, acompañado de mayores medidas “antiinmigrantes” por parte del gobierno de aquel país y crecientes índices de xenofobia? ¿Cómo reaccionaría la economía regional, cuando las remesas representan una creciente proporción del PIB? (3 por ciento en México, 12 por ciento en Centroamérica).
La Cepal lo condensa así: el monto de remesas a Latinoamérica y el Caribe alcanzó un total de 66 mil 500 millones de dólares en 2007, 6 por ciento más con relación a 2006. Ese año los expulsados de su tierra enviaron a casa un tercio más que la inversión extranjera directa y más de diez veces de la asistencia oficial para el desarrollo, haciendo que 2007 fuese el quinto año consecutivo en el cual el insumo de remesas superase la suma combinada de la IDE y la AOD a la región. Además, hay que tener en cuenta que el volumen real es mayor en cerca de 10 por ciento al oficialmente reportado, debido a las dificultades que conlleva estimar el valor de las remesas que se transportan a mano a través de las fronteras.
En 2008 el panorama no es tan grato por efecto de la recesión estadunidense. El organismo subraya que si los envíos de dinero se reducen, puede darse un “contagio” con efecto recesivo en las naciones que las reciben. “Una recesión en la potencia del norte, que concentra 87 por ciento de la emigración extra-regional latinoamericana, reduciría el empleo y afectaría los salarios de los inmigrantes de ese país. La evidencia muestra que se gasta en consumo entre 70 y 80 por ciento de las remesas y el resto se ahorra y/o invierte en vivienda, educación y otros rubros”.
Recuerda la Cepal que entre 1870 y 1913, cuando América Latina era “tierra de oportunidades”, el ingreso per cápita promedio de los países del sur y norte de Europa (Italia, España, Portugal, Noruega y Suecia) era similar al de economías como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Uruguay y Venezuela.
La situación se revirtió en las últimas décadas del siglo XX. América Latina se convirtió en exportadora neta de personas –también de capital– ante el reducido crecimiento, el aumento de la volatilidad económica y la frecuencia de crisis financieras. Influyeron la persistente pobreza, la alta desigualdad de ingresos, el desempleo crónico, la informalidad, las crisis políticas, la violencia, los conflictos armados y el colapso de democracias, lo que no se ha enmendado en el siglo XXI.
Las rebanadas del pastel
Las del góber piadoso de Jalisco, Emilio González Márquez, no son remesas, sino abiertos actos ilegales que “le valen madre” y que nadie detiene ni sanciona. De tiempo atrás el panista debería estar fuera de palacio de gobierno y dentro de una prisión estatal, pero en vía de mientras, por cortesía de los siempre queridos y respetados lectores, y con música de fondo de Paquita la del Barrio (“me estás oyendo inútil”), va el siguiente recuento del atraco, en vía de incrementarse, cometido por el tal “mocho-gobernador” en contra de los jaliscienses: “regalos en sólo un año de gobierno. Iglesias (católica, but of course): 90 millones para la construcción del Santuario de los Mártires, 30 millones para la Ruta del Peregrino (faltan 60 millones para 2009-2010), un millón para la iglesia de Yahualica y 800 mil pesos para figuras navideñas para el Vaticano; empresarios: 50 millones a Expo Guadalajara y 35 millones a la empresa Flextronics; Televisoras: 45 millones al Teletón (Televisa, 2007 y 2008), 55 millones a Espacio 2007 (Televisa), 12 millones a la telenovela Las tontas no van al cielo (Televisa), 3.5 millones al Juguetón/TV Azteca), 102 mil pesos a la telenovela Tengo todo excepto a ti; 4.1 millones al concurso 13 maravillas de México; 2 millones de dólares (22 millones de pesos) a MTV para ‘evento en Jalisco’. Total: 341.2 millones de pesos… y más de 4 mil quejas ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos en el estado de Jalisco. Y tú, ¿tienes el valor, o te vale?
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