Tamaulipas: pasividad cómplice
Los agentes de la DEA en Laredo, Texas, recorren con los reporteros de Proceso los tramos de frontera que consideran más accesibles para los criminales que introducen droga a Estados Unidos y armas a México. Además, explican las razones de la aparente tranquilidad que se aprecia en Tamaulipas –sobre todo en la militarizada ciudad de Nuevo Laredo– entre ellas la notoria pasividad del gobernador Eugenio Hernández.
LAREDO, TEXAS.- La guerra que libran el cártel del Golfo y el de Sinaloa por controlar el corredor del norte del estado de Tamaulipas tiene maniatado a Eugenio Hernández Flores, el gobernador de la entidad, quien no interviene en la guerra contra el narcotráfico para evitarse problemas con los capos, sostiene la DEA, agencia federal antidrogas de Estados Unidos.Meliton A. Rodriguez, agente especial y jefe de la DEA en el distrito de Laredo, Texas, dice que el problema del narcotráfico y la violencia en Tamaulipas se debe más al poder de intimidación de los cárteles rivales que a la corrupción de funcionarios de todos los niveles del gobierno, la cual sigue existiendo.Por eso, dice, “sin tener ninguna información de que el gobernador Hernández Flores esté en el narcotráfico, creemos que el gobierno de Tamaulipas no quiere meterse a combatir al crimen organizado por su propia seguridad –explica Rodriguez en entrevista–. Cuando se han metido a investigar, siempre los funcionarios o policías osados terminan muertos”.El diagnóstico de la DEA sobre el poder de ambos cárteles se confirma con sólo entrar a la ciudad de Nuevo Laredo, separada de Laredo, Texas, por el río Bravo.Lo primero que encuentra una persona que llega a Nuevo Laredo desde la vecina ciudad texana es una tanqueta militar con un soldado apostado tras la ametralladora de la parte superior.Si se llega a pie después de pasar una revisión mínima o nula, como hicieron estos reporteros, se topa con un enorme cartel en el que se muestra un número telefónico y se solicita ayuda para localizar a tres sicarios del cártel del Golfo: Heriberto Lazcano, El Lazca; Jorge Eduardo Costilla, El Coss; y Miguel Treviño Morales. “Llame si los ve”, se dice en el cartel, que presenta fotografías de los tres fundadores de Los Zetas, agrupación criminal que tiene aterrados a los tamaulipecos, incluyendo a sus autoridades.“La historia del narcotráfico en México siempre ha demostrado que (los narcos) tienen un gran poder de corrupción gubernamental a los más altos niveles, pero algunos funcionarios o jefes de las agencias policiales están obligados a cooperar con los criminales, no tienen mucha opción, deben escoger: plata o muerte”, comenta Rodriguez, quien pasó varios años de su carrera como agente de la DEA en Hermosillo, Sonora.La presencia del Ejército Mexicano es otra de las razones de la tensa calma que prevalece en Nuevo Laredo: la avenida Guerrero, que solía estar apretada de gente, ha perdido mucho dinamismo. Los patrullajes intimidan a los peatones, que prefieren cambiar de banqueta cuando se acercan los militares.
Corrupción y miedo
Acompañado durante la entrevista por Stephen Hester y Keith Perkins, dos de sus agentes más experimentados, Rodriguez acepta que la DEA tiene conocimiento de muchos “rumores” y “despachos periodísticos” donde se dice que varios funcionarios del gobierno de Eugenio Hernández están en la nómina del cártel del Golfo o el de Sinaloa.“Los policías lo hacen porque tienen miedo… los funcionarios, algunos, tal vez”, subraya Rodriguez, quien admite que ser funcionario en Tamaulipas es una responsabilidad terrible, porque se trata del frente de batalla de los cárteles y ahora también de Los Zetas. Un documento de seis páginas que fue entregado a Proceso con la leyenda: “Diagnóstico actual de la operación de la delincuencia organizada en el estado de Tamaulipas”, enlista nombres de funcionarios y exfuncionarios tamaulipecos, tanto estatales como municipales, que presuntamente están ligados a los cárteles que se disputan la entidad.El documento no se refiere directamente al gobernador, pero presenta una estructura de funcionarios y policías corruptos que trabajan para los cárteles del Golfo y de Sinaloa en las regiones de Matamoros, Reynosa, Nuevo Laredo, Díaz Ordaz, Ciudad Victoria, Tampico-Madero-Altamira, Tampico, Río Bravo y Frontera Chica.Consultados sobre los nombres incluidos en el documento anónimo, los tres agentes de la DEA señalan que no tienen datos concretos para corroborar los señalamientos, pero aceptan responder sí o no cuando se les mencione a los enlistados para indicar si han escuchado o leído que están al servicio del narcotráfico.“Sí, sí”, responden después de cada uno de los nombres integrados en el documento. Ninguna vez dijeron no.Hester reitera: “Las autoridades de Tamaulipas no están haciendo nada para contener la violencia, más bien están pidiendo la intervención del gobierno federal. Esto se puede ver también como una prueba de que están metidos con los cárteles o que simplemente los protegen. Pero así no se puede llegar a conclusiones, sólo especular”.Los agentes de la DEA admiten que también “han escuchado y leído” que con dinero del narcotráfico se financiaron las campañas electorales de varias autoridades municipales y estatales del estado.“Eso es común en México –subraya Rodriguez–; en Sonora, por ejemplo, cuando yo estuve en Hermosillo durante el mandato de Manlio Fabio Beltrones, se habló de que las campañas de varios políticos las financió el narcotráfico. Incluso se comprobaron algunos casos, creo; pero no pasó nada, nunca pasó nada contra el narcotráfico durante el mandato de Beltrones.”
Armas y dinero
En el recorrido a bordo de una camioneta Suburban, durante el que los agentes de la DEA muestran a los reporteros los puntos más vulnerables para el paso de droga a Laredo, se percibe la vigilancia de agentes de varias dependencias estadunidenses.El problema, dice Rodriguez, es que por los cuatro puentes trasfronterizos pasan diariamente miles de automóviles y camiones de carga, además de peatones, que siguen siendo utilizados por los narcotraficantes para meter droga.El agente especial señala el Puente del Comercio Mundial Nuevo Laredo III, por donde cada día entran a Laredo 5 mil tráileres en promedio. “Este puente cuenta con el equipo tecnológico más moderno para revisar la carga de los tráileres, algunos incluso pasan a una segunda revisión en este otro edificio, que tiene otros equipos más avanzados que les hacen como una radiografía… Pero aun así se nos escapan algunos”, admite.Perkins, quien viaja al lado de Rodriguez en la Suburban, recuerda: “Por aquí paso un camión que traía dos toneladas de cocaína escondida en imágenes de la Virgen de Guadalupe. La carga fue descubierta porque se le rompió una manguera del motor y, sorprendentemente, fue abandonado por el chofer”.Los agentes coinciden en que por los puentes fronterizos se trafica sobre todo con dinero procedente de la venta de drogas y con armas, éstas de Estados Unidos hacia México.Al entrar a Nuevo Laredo por Laredo, Texas, estos reporteros vieron cómo las personas que llegan caminando y con bolsas o mochilas son ignorados por los agentes migratorios y aduanales mexicanos. De igual forma, los automovilistas son revisados al azar y más de 60% pasan sin revisión.Es irónico que a las autoridades estadunidenses les preocupe el tráfico de armas desde su país a México, pues de su lado y apenas a 350 metros del Puente Internacional Juárez Lincoln (Puente 1) se encuentra la armería AMMO, que abre, de lunes a viernes, desde las 10 de la mañana hasta las 7 de la noche, y los sábados de 10 a 5. “Es el problema con las leyes del estado de Texas”, comenta Rodríguez al respecto.
Vista aérea
Para contrarrestar la nueva tecnología de revisión de camiones de carga y la estrecha vigilancia de los agentes estadunidenses en el corredor de Laredo a Zapata, el cártel del Golfo y el de Sinaloa desarrollaron nuevas técnicas para meter cocaína y mariguana a Laredo, McAllen y Brownsville.La otra parte del recorrido con los agentes de la DEA consiste en un vuelo de una hora 44 minutos desde Laredo hasta Zapata en una avioneta Cessna de tres plazas. Hester explica a los reporteros que ahora, en la presa internacional Falcón, frente a la población de Zapata, Texas, sobre todo el cártel del Golfo utiliza lanchas de pesca para contrabandear cocaína, heroína y mariguana.Los narcos anclan una lancha cerca de una orilla de la presa, en el lado mexicano, otra la colocan en medio y otra más en el extremo estadunidense, relata Hester, y le pide al piloto de la Cessna que dé varias vueltas en el área. “En cada una de las lanchas hay dos personas que tienen una caña de pescar, para dar la impresión de que están pescando. En realidad, por debajo del agua hay varias personas (buceando) que mueven paquetes de droga de una lancha a otra, hasta llevar todas a la que está cerca de la orilla estadunidense”, prosigue Hester.Aquí mismo y en algunos puntos del río Bravo en el tramo Laredo-Zapata, el cártel del Golfo y el del Sinaloa siguen utilizando lanchas rápidas para meter narcóticos o escapar a México de las autoridades estadunidenses.A 914 metros de altura sobre el corredor Laredo-Zapata, el agente de la DEA señala varias veredas del lado mexicano que son usadas por narcotraficantes para introducir droga mediante balsas (para cruzar el río Bravo) o con la ayuda de migrantes a los que ayudan a entrar ilegalmente en Estados Unidos bajo la condición de que pasen cargamentos de entre cinco y 20 kilos de droga.Hester insiste en lo difícil que es distinguir un cargamento de drogas y las mercancías de los tráileres. En el Puente 1 y en el 2 (el Solidaridad-Colombia) se ven más automovilistas y peatones. En el Puente Internacional Puerta de las Américas son escasos los peatones, y en el del Comercio Internacional Nuevo Laredo III el uso de los complejos equipos de revisión no es suficiente para contener el narcotráfico, dada la saturación de camiones de carga y automóviles, así como de peatones que cruzan la frontera bolsas en mano.
Suspicacia
El norte de Tamaulipas es considerado por la DEA como el refugio y el punto de operaciones del narcotráfico más grande de toda la frontera. Además de la disputa de cárteles por el control de los puntos de cruce de las drogas, Meliton Rodriguez atribuye la violencia en la región “al arresto en los últimos dos años de varios sicarios del narcotráfico, lo que ha provocado que el cártel del Golfo fortalezca su posición y control en Monterrey, y en general en el estado de Nuevo León, que tradicionalmente ha sido un refugio seguro para Arturo Beltrán Leyva y algunas facciones del cártel de Sinaloa”.Esta situación afectó a Tamaulipas porque, con el incremento de las fuerzas policiacas y militares en Nuevo Laredo, “el cártel del Golfo se ha concentrado en concretar el asesinato de los policías que los atacan”, agrega el jefe de la DEA en el distrito de Laredo.Los tres agentes estadunidenses consideran que en la aparente tranquilidad que ahora existe en Nuevo Laredo influye el “éxodo” de mexicanos (adinerados) que huyeron a Texas. “Laredo se benefició económicamente porque mucha gente emigró y compró casas aquí, pese al problema de la sobrevaluación de las propiedades”, admite Rodriguez.La aparente calma de Nuevo Laredo, según la DEA, también es producto del énfasis que ha puesto la Presidencia de México en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado en general. Sin embargo, de manera particular en el norte de Tamaulipas, podría deberse así mismo a la falta de acciones del gobernador Eugenio Hernández Flores en ese frente.“Creemos que los narcotraficantes se han retirado… tal vez para fortalecerse o reubicarse en otros puntos de la frontera, a fin de lanzar una nueva estrategia criminal. Nunca hay que fiarse de ellos”, remata el jefe de la DEA en Laredo. l
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