Gilberto Balam Pereira
¿Quién pone el cascabel al gato?
Desde sus inicios nos enteramos que este nosocomio venía inscrito en el célebre Plan Puebla–Panamá, un plan de expansión económica y política propuesto por Bush a ser ejecutado por su pelele Fox y a quien le ofrecieron por tal motivo fabulosas millonadas de dólares. El Plan abarcaba desde el sureste de México hasta Panamá y cuyos objetivos de expansión no medían daños a los ecosistemas, áreas arqueológicas ni asentamientos indígenas.
Originalmente se estimaron para el hospital en cuestión, costos por 850 millones de pesos, pero al final del régimen foxista se había sobregirado la obra con más del 20 %.
Son muchísimos millones de pesos los que se han embolsado los responsables del hospital, ladrones del erario y cómplices de este magno fraude.
Uno de los principales responsables de esta rapiña es Enrique Manero Peón y por supuesto Patricio Patrón. Y también hay que llamar a cuentas a los ex secretarios de salud estatal y federal. Eso es, si la gobernadora quiere cumplir su compromiso de abatir la corrupción en el Estado. Porque con lo del perdonado demoledor fraude de “El Teclas” ya no sabe uno qué esperar.
Se incumplieron contratos a pesar de que se pagó por ello elevadas sumas. Por esa razón todos los responsables anduvieron amparándose.
Sólo en equipos médicos se gastaron más de 100 millones de pesos entre los que se cuentan aparatos de gabinete como rayos X, ultrasonido, de ecocardiografía, resonancia magnética, instrumental quirúrgico y de laboratorios clínicos.
Sería interesante que auditores, de esos honestos de los que todavía quedan algunos, hicieran el real inventario actual para que den constancia de los enseres que han desaparecido y los que ya están inservibles. Porque…
¿Quién contrató a los actuales auditores del problema? ¿Y quién avala a los contratistas?
¿Quiénes son los cómplices que firmaron contratos de servicios e insumos y que nunca cumplieron?
Y también es necesario averiguar con José Guy Puerto Espinosa y Adrián Ceballos Ancona qué estado guardan las adquisiciones correspondientes en este momento. ¿Por qué también se ampararon éstos?
Entre pasillos se comenta que anduvieron prófugos, sí, escondidos por algún tiempo. Pero ahora, dada la impunidad del caso de “El Teclas”, andan como éste confiados tan campantes consumiendo en lujosos antros y acumulando fortunas bancarias.
Al término del mandato de Patrón Laviada se averiguó que sólo había unas 20 camas de las 250 previstas y no se tenía conocimiento de los especialistas que trabajarían en el nosocomio.
¿De dónde van a sacar altos especialistas de unas 42 disciplinas, si los pocos que hay en el país están en servicios públicos o privados? Demagogia.
El asunto no sólo lo encontramos en el contexto del Plan Puebla–Panamá, sino en todo un plan de seguridad médica nacional.
Llevamos más de un año de nuevo régimen gubernamental estatal y apenas se propone que funcione “de perdido” el servicio de consulta externa, que porque está en posibilidad de hacerlo, porque hay 20 camas disponibles. El Ejecutivo se ha lavado las manos y ha dejado el problema al nivel Federal. Parece que no dan “una” ni el uno ni el otro.
No entienden que la consulta externa no consiste sólo en dar una receta y “váyase a su casa”, concepto erróneo de este servicio.
Y si llega un paciente con angina de pecho, insuficiencia respiratoria, fibrilación auricular, presión arterial alarmantemente elevada será necesario encamar al paciente para su observación. En tales casos y otros más, será necesaria la disponibilidad de camas para el cuidado de los pacientes que requieren seguimiento. Pero no sólo 20 camas sino muchas más.
En fin, entre que son peras o son manzanas, el cacareado Hospital de Altas Especialidades sigue allí, inerte, inutilizado, vergonzoso elefante blanco, obra fraudulenta de ladronzuelos insaciables.
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