Sonora: Las “guerreras” de Cananea
Cananea, Son., 2 de junio (apro-cimac).- El próximo 31 de julio, los trabajadores de la sección 65 del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos de la República Mexicana cumplirán un año en huelga y las partes en conflicto no parecen dispuestas a llegar a algún arreglo.Se trata del paro de actividades más largo en la historia de dicha sección sindical. El antecedente inmediato data de 1940, cuando la huelga duró seis meses.En todo ese tiempo, los trabajadores mineros han contado con el apoyo y la colaboración incondicional de esposas y parejas. Ese grupo de mujeres, que rebasan las mil, han jugado un papel preponderante en el movimiento no sólo en el aspecto emocional, sino también en la parte operativa.Por eso, ellas mismas se han dado en llamar las “Guerreras de Cananea”. Imbuidas de un espíritu de lucha y de solidaridad pocas veces visto, las esposas de los mineros de Cananea sigue al pie de la letra el ejemplo de la célebre María, una mujer embarazada que, en la huelga de 1940, fue un soporte fundamental en el movimiento porque, en los momentos de flaqueza de su esposo, Moisés, lo animó a continuar, a defender, sin flaquezas, sus derechos laborales. En su libro Minero, Eligio Espinoza Ojeda cuenta que en durante esa huelga, María llegó a amenazar a Moisés con divorciarse si éste doblaba las manos. “Te rajas y me divorcio porque no quiero un marido cobarde”, le dijo.Actualmente, las mujeres se encargan de administrar los recursos que envían a la sección 65 organizaciones solidarias para mantener su movimiento. También viajan a las ciudades cercanas a Cananea para difundir la lucha de sus esposos y parejas. Nada ni nadie las detiene.Cansadas por la brega luego de casi un año, pero convencidas de que las reivindicaciones laborales de sus compañeros son justas, Rosa Guayante y Dinamichel Avila cuentan que, a raíz del intento de desalojo que sufrieron sus esposos el pasado 11 de enero --con el pretexto de que la huelga había sido declarada inexistente por las autoridades laborales--, decidieron organizarse y sumarse a su lucha.Refieren que una de las primeras acciones que tomaron fue crear el denominado Frente Femenil Cananense.Guayante y Avila todavía está fresco en su memoria cómo fueron agredidos sus maridos ese 11 de enero. Recuerdan que los golpearon, les lanzaron bombas lacrimógenas, con el propósito de dispersarlos y de tomar el control de las instalaciones de la mina más grande de cobre del país y la tercera más importante en el mundo.
Cananea, fuente de contaminación
De cualquier punto de esta ciudad, resulta inevitable toparse con la mina de Cananea, el centro económico del pueblo.Aquí, los vientos se encargan de recordarles a los habitantes que el polvo, que semeja talco muy fino, está cargado de tóxicos venenosos provenientes de Mexicana del Cobre: afecta los pulmones de los cientos de hombres que a diario se ganan la vida en la mina y provoca alergias y problemas estomacales permanentemente al resto de la población, principalmente mujeres y niños.Según datos obtenidos por la reportera, la silicosis es una enfermedad propia de los mineros que llega a causar incluso la muerte. Consiste en la fibrosis nodular de los pulmones y la dificultad para respirar, ocasionadas por la inhalación prolongada de compuestos químicos que contienen sílice cristalina.
Las mujeres del Frente
Conformado por mil 100 mujeres, el Frente femenil cananense ha desarrollado una serie de acciones, en apoyo del movimiento de huelga que ya sienten suyo. Todas por igual, lo mismo convocan a asambleas que tocan puertas e invitan a otras mujeres a sumarse al movimiento.De enero a la fecha, han llevado el movimiento de sus esposos a otras ciudades: Nogales, Caborca, Agua Prieta, entre otras ciudades norteñas de Sonora. Invitadas por organizaciones afines, hace poco estuvieron en Detroit y Michigan, donde expusieron las razones que llevaron a sus compañeros a iniciar la huelga que este fin de semana cumplió 10 meses.Pero los atropellos no cesan, dicen las dirigentes del Frente, Rosa Guayante y Dinamichel Avila.En entrevista, denuncian que, de la noche a la mañana, cerró sus puertas el hospital “EL Ronquillo”, donde eran atendidos los trabajadores de la mina de Cananea y sus familiares. Cuentan que la explicación que les dieron fue que Grupo México dio por terminado el convenio que tenía con las autoridades de ese centro de salud. Lo más extraño es, dice, que el hospital pasó a ser administrado, en comodato, por el gobierno del Estado, según anuncio el propio gobernador, Eduardo Bours, el pasado 16 de mayo.Rosa Guayante no se explica por qué el gobierno de Bours asume una responsabilidad que no le corresponde. Indica que el cierre del hospital afecta, sobre todo a mineros jubilados, cuando éstos deberían terminar su vida de manera digna. Pero no es todo: Según la dirigente del Frente, Grupo México también los ha amenazado con quitarles el gas, la luz y otras prestaciones establecidas en el contrato colectivo de trabajo.En estos 10 meses de huelga, las “guerreras” de Cananea también han vivido momentos de terror, como el enfrentamiento, en mayo de 2007, entre policías estatales y presuntos sicarios del narcotráfico que dejó un saldo de 22 muertos.Los delincuentes pasaron por Cananea rumbo a Arizpe, pero en el camino dejaron una estela de terror. En ese entonces, Rosa se encontraba en Douglas, frontera con Agua Prieta, cuando recibió una llamada de su hijo advirtiéndole que no regresara porque había el rumor de que vendría un convoy de sicarios. Cuando Rosa volvió, su hija le narró que fue “una cosa espantosa”. Le platicó que sacaron a los niños de las escuelas, que la gente estaba muy asustada y que no sabía para dónde correr. Rosa dice que luego de ese incidente se perdió la calma en Cananea. Menciona que los jóvenes no podían salir a divertirse porque la policía tenía tomada la ciudad. Afirma, así mismo, el acoso hacia la población civil se hizo normal, que las mujeres fueron víctimas de violencia policiaca. “Ellos nomás pasan báscula, sin ningún tipo de respeto muy estúpidos y prepotentes”, dice Rosa.Dinamichel Avila cuenta, a su vez, que el día de la balacera ella se encontraba en Tucson, Arizona, y que sus familiares le avisaron que se quedará allá porque la situación en Cananea estaba “muy fea”. Refiere incluso que las propias autoridades estadunidense les advirtieron que tenían la opción de quedarse o pasar bajo su propio riesgo.Dinamichel dice que ella y su esposo siguieron adelante porque su hija mayor se encontraba, sola, en Cananea. Dice que en el trayecto, encontraban retenes de soldados que no los querían dejar pasar, por lo que tomaron una vereda alterna para poder llegar a su casa. “Teníamos mucho miedo, pero era más el miedo porque le pasara algo a mi hija. Fue una tensión horrible, no se la desea a nadie”.Dinamichel nunca imaginó que la huelga se iba a alargar tanto tiempo. Confiesa que en un principio pensó que la huelga duraría poco. “En un principio, resistimos porque había dinero, pero conforme pasó el tiempo la situación comenzó a complicarse porque vinieron los cobros de servicios y las embestidas de la empresa para estrangular al sindicato, como el corte gas que sufrimos y la invitación a los trabajadores pata que volvieran a su trabajo”, dice.Todas esas adversidades, indica, las empujaron a organizarse y dar vida al Frente que pronto se volvió un soporte fundamental de los mineros de Cananea
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