Octavio Rodríguez Araujo
Carlos Salinas de Gortari resolvió defender su elección de 1988 con su propia pluma (o computadora, da igual). Hasta hace poco respondía a quienes lo cuestionaban mediante la “Oficina de…” Ahora, en Milenio (12/1/09) y en El Universal (13/1/09), usa su firma, como un colaborador común y corriente. Alguien diría que es una muestra de la modestia del ex presidente de la República, pero otros malpensados estimamos que Salinas se ha lanzado a la acción política de manera activa, es decir, en primer plano y no tras bambalinas.
En Milenio Salinas se refirió a un artículo de José Antonio Álvarez Lima (5/1/09) en el que citó el reciente libro de la periodista Martha Anaya (1988: El año que calló el sistema), y en su artículo dice y afirma sin titubeos que en 1988 ganó la elección y que las actas están en el Archivo General de la Nación (AGN). En El Universal Salinas menciona su desconcierto por afirmaciones de Manuel Bartlett al principio de este año. Aquí también insiste en que ganó la elección y vuelve a referirse a las actas en el AGN. Al parecer una de las cosas que le han molestado al discutido ganador de la elección presidencial de hace 20 años es que Anaya mencionara una reunión del “presidente electo” con Clouthier. En ambos periódicos Salinas usa más o menos las mismas palabras: en este libro (el de Martha Anaya) se dan “como ciertas versiones que no lo son. En particular el contenido de la reunión entre el presidente electo… y el candidato Clouthier [en la cual] se habló a fondo de la necesidad de dar certidumbre al sistema electoral” y no de otros temas.
Álvarez Lima le contestó diciendo que el ex presidente dice su verdad y él la suya. Martha Anaya, por su lado, afirmó contundentemente que ella no inventó nada y que tiene grabación del testimonio de José Luis Salas Cacho sobre esa entrevista, en la que, además, estuvo Luis H. Álvarez (Milenio, 13/1/09).
Hay una gran cantidad de estudios sobre la elección presidencial de 1988, incluso a favor de Salinas, aunque parezca mentira. Lo que dice ahora el mártir de Agualeguas es que ahí están las actas; lo que no dice es por qué no se permitió a los diputados electos de oposición que revisaran las cajas electorales resguardadas por el Ejército en San Lázaro. Al igual que en la elección presidencial de 2006, en aquélla no se contaron los votos en las cajas que, por cierto, las de hace 20 años ya desaparecieron. Tal vez alguien como José Antonio Crespo se tome la molestia de analizar la consistencia de esas actas ahora en el AGN, como lo hizo con las de la elección de 2006 (2006: Hablan las actas. Las debilidades de la autoridad electoral mexicana). En ésta Crespo encontró suficientes anomalías como para presumir que no se trató de comicios pulcros ni cosa semejante. En la de 1988 se encontrarían también muchas inconsistencias, o quizá menos, pues como todos sabemos fueron inventadas a partir de datos convenientes, cual era el método en uso en aquellos tiempos. La pregunta es si valdrá la pena hacer ese estudio de las actas. ¿Para qué? Todos sabemos cómo se hizo candidato de su partido y cómo fue destapado. Igual sabemos las inconsistencias que hubo en el padrón electoral y cómo es que fueron inventados los datos (probablemente en la oficina del director de Servicios de Información del Proceso Electoral de la Secretaría de Gobernación) para que triunfara quien estaba en tercer lugar en las computadoras de la oposición que sí funcionaron, a diferencia de las de Gobernación, que se “pasmaron”. Asimismo, sabemos, porque Bartlett lo dijo (La Jornada, 3/7/08), que Miguel de la Madrid le ordenó no informar que Cárdenas iba en la delantera.
Y, a propósito de Bartlett, ahora Salinas le ha reprochado (en su segundo artículo citado) que haya dicho sobre la reunión con miembros del PAN (de agosto de 1988) que entonces se había sellado un pacto por el cual el presidente implementaría “el programa de la derecha panista con miras a rectificar las Leyes de Reforma” y acabar con los principios de la Revolución de 1910. ¿Por qué no dijo nada en 2006 de las declaraciones de Bartlett, mucho más fuertes que las que ahora le reprocha? En marzo de 2006 Manuel Bartlett dijo: “Salinas de Gortari llevó al PRI a la derecha y se ha convertido en enemigo de los priístas al imponerles un candidato presidencial también de derecha, como Roberto Madrazo, que le garantiza mantener sus intereses.” Y añadió que “Madrazo no hace más que repetir las instrucciones de Salinas de Gortari. Están en el negocio eléctrico; por eso digo que la presencia de este último en la política nacional es nefasta” (La Jornada, 15/3/06).
Salinas no dijo nada en 2006 porque todavía no se había decidido a tratar de limpiar su imagen directamente, sin intermediarios, para participar en política de manera abierta, bien como aspirante a gobernar Nuevo León, bien como candidato a diputado federal, como se ha venido especulando. ¿Será? No lo sé, y no me baso en rumores, pero sí sé que Salinas ahora está muy activo respondiendo en la prensa escrita a sus críticos. Ahora sí ve y sí oye; por algo será.
PD. Aunque no soy experto en el tema, creo mi obligación expresar mi repudio a las acciones del Estado de Israel contra los palestinos en Gaza.
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