Apolinar Díaz
Argenpress
El 13 de enero del 2009, el presidente Bush de los Estados Unidos de Norteamérica condecoró en acto a todo ritmo y timbal al presidente Colombiano Álvaro Uribe Vélez, con una medalla de oro especial para quienes como jefes de sus gobiernos en sus respectivos países, trabajaron en armonía, con solidaridad política y con abierto apoyo a los rumbos trazados en dos períodos presidenciales sucesivos de gobierno de Bush en los Estados Unidos.
Los otros beneficiarios de este “honor” fueron Tony Blair de Gran Bretaña y John Howard de Australia. Con esas condecoraciones el presidente Bush ha tratado de quitarse de encima el descredito histórico como gobernante de los Estados Unidos de Norteamérica. Todos los medios de comunicación norteamericanos y del mundo coinciden en que el presidente George W. Bush es el peor jefe de gobierno norteamericano desde la independencia de su país, hace más de 200 años. Naturalmente, las clases y grupos gobernantes de Colombia de derecha, conservadores y liberales, latifundistas y terratenientes generalmente ganaderos, banqueros y comerciantes, comparten el entusiasmo por esta condecoración de Uribe Vélez, porque todos estos grupos económicos y sociales nativos lograron que el presidente Uribe Vélez privatizara la economía colombiana y les dejara las manos libres para sacar provecho de la tremenda crisis económica y social que soporta actualmente Colombia. Además del monstruoso incremento de asesinatos de colombianos en todo el territorio nacional, que solamente recogen los periódicos y medios de comunicación locales, pues es muy poco el espacio sobre esas informaciones que destinan los grandes medios de comunicación.
Pero el señor Bush, actual presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, es cierto que ha sido el peor jefe del gobierno norteamericano en dos siglos, pero eso no indica que sea bobo. Por el contrario, ha tenido una política militar guerrerista que le sirvió para invadir Afganistán e Irak. Todos los argumentos que invocó para justificar esa agresión e invasión eran falsos, elaborados e inventados por el propio Bush y sus asesores. Eran y son, además, mentirosos, como ha sido comprobado en estos últimos meses. Por eso, con los mismos pretextos mentirosos y sínicos, el presidente Bush en sus últimos días de gobierno planteó oficialmente el incremento de la ayuda militar a Colombia en tropas, mercenarios y armamentos, para la continuación de los programas guerreristas del llamado Plan Colombia, que ha tenido como fundamento principal resolver el viejo conflicto político colombiano que llevó a la violencia que ya supera los 50 años de confrontación, desde el asesinato del líder liberal y candidato a la presidencia de la república Jorge Eliecer Gaitán y que ha causado la cifra aterradora de 900.000 muertos, conforme a las rigurosas cifras históricas que me ha hecho llegar en estos días el notable historiador colombiano Jorge Orlando Melo, autor de varios libros sobre el tema de la violencia en Colombia, profesor universitario y director por varios años de la biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, convertida en una de las más completas, que la han colocado entre las mejores bibliotecas públicas del mundo, a la cual tienen acceso los estudiantes pobres y de clase media que consultan, incluso en su propio domicilio, los libros de esta biblioteca. En artículo del 13 de noviembre del año pasado, publicado en el diario El Tiempo, hoy propiedad de una empresa española de ultraderecha, Jorge Arlando Melo recuerda: “El presidente liberal Turbay Ayala, cuando en las instalaciones militares se torturaba casi públicamente, cedió a las presiones de los altos oficiales, que consideraban que las denuncias afectaban el “honor militar”, respaldó el Estatuto de Seguridad y rechazó, como malintencionadas y subversivas, las quejas contra el ejército”.
La represión gubernamental y de los grupos paramilitares en Colombia, en estos momentos, bajo el gobierno Uribe Vélez, se ha incrementado terriblemente como en los peores tiempos de la violencia bipartidista y social que ha agobiado al país durante más de 50 años. Una de las víctimas más escandalosas han sido las organizaciones indígenas colombianas, que han sufrido más de 1.000 asesinatos en ese grupo nacional.
Yo mismo tengo la ilusión de que el nuevo gobierno de los Estados Unidos de Barack Obama, ponga en marcha políticas contra la discriminación racial, con la misma energía que parece utilizará para poner fin al sistema de torturas y violaciones criminales de los Derechos Humanos en el territorio cubano de Guantánamo, ocupada ilegalmente por los Estados Unidos desde hace mas de 100 años.
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