Julio Hernández López
A confesión de Ugalde...
¡Al cine, a partir de mañana!
Mar(t)iagna en Tláhuac
El mito (nada genial) de la limpieza electoral de los comicios presidenciales del año pasado no ha resistido el (mínimo) paso del tiempo. Instalada en su momento como dogma de fe por concesionarios de medios electrónicos de comunicación y por empresarios del periodismo escrito, y repetida a veces entre burlas y a veces con solemnidad papal por locutores, conductores, comentaristas, columnistas e intelectuales acomodaticios, la fábula de la hazaña cívica que habría parido un resultado comicial muy cerrado (pero, ¡eso sí: absolutamente verídico y confiable!) fue desmentida de manera categórica y autorizada por varios inventores de la ficción que, en un desfile de cinismo increíble, han ido revelando detalles de las maquinaciones que influyeron en un desenlace precario. Allí están Fox hablando de desquites, Elba Esther y sus interceptadas llamadas a gobernadores priístas para “vender” sus favores electorales y Manuel Espino hablando de la manera como mandatarios del tricolor fueron convencidos de ayudar al PAN, hasta llegar a una confesión histórica e institucional: la remoción sin gloria del propio consejero presidente de ese instituto impugnado y de otros dos consejeros, en un primer tramo de presunto saneamiento. A confesión de Ugalde, relevo de pruebas: “Si el Congreso aprueba la remoción de los consejeros electorales estaría aceptando que, políticamente hablando, hubo fraude electoral en 2006, porque no se podría entender de otra manera por qué tenemos que irnos cuando hemos cumplido de manera legal con nuestra responsabilidad”, dijo el presidente del IFE, según nota de Alonso Urrutia publicada en La Jornada el pasado 29 de agosto.
Como sucede con todo movimiento social y político trascendente, la lucha de 2006 por el respeto al voto popular, y la posterior resistencia pacífica a la usurpación, han generado expresiones artísticas y culturales diversas. Una de ellas está por estrenarse mañana en varias salas cinematográficas, luego de vencer obstáculos proporcionales a su importancia. Luis Mandoki, al frente de un equipo de trabajo comprometido y profesional, y apoyado por cientos de ciudadanos armados de cámaras caseras de video, ha tejido una constancia histórica de lo sucedido en las elecciones que aún mantienen al país dividido y en tensión. Es evidente que quienes están convencidos de ese fraude reforzarán sus puntos de vista a partir del documental dirigido por Mandoki, pero aún más importante sería que los ciudadanos creyentes de la limpieza comicial de 2006 se asomaran a los sitios de exhibición para encontrar versiones, indicios y hechos que el aparato mediático controlado, sobre todo el duopolio televisivo, no ha permitido conocer ni apreciar. Así es que, a partir de mañana, a ver Fraude, México 2006.
Astillas
La esposa del jefe de Gobierno capitalino confirmó este lunes reciente en Tláhuac que la inclusión de una t en su nombre de pila, Mariagna, para quedar como “Mar(t)iagna”, no es un mero juego de letras. Excesivamente entusiasmada, pronunció con tropiezos y demasiadas licencias una especie de discurso durante la ceremonia oficial de anuncio de que se construirá un centro comunitario del DIF en San Juan Ixtayopan, justamente el lugar donde en 2004 fueron linchados policías pertenecientes a la secretaría capitalina de Seguridad Pública que en ese momento ocupaba el ahora marido Marcelo Ebrard. Así fuera por el acento de alto dramatismo que tiene el sitio, o por ser un ejemplo de los niveles de violencia y rechazo a que pueden llegar las comunidades ante representantes institucionales, lo que menos merecía San Juan Ixtayopan era un espectáculo como el sucedido ese lunes, cuando la ex actriz de telenovelas participó en la sesión con aires de programa de concursos o variedades (la mayoría de las citas aquí consignadas provienen de la nota de Héctor Molina, publicada en El Gráfico de El Universal bajo el encabezado de “Trastabillante discurso de Mariagna en Tláhuac”): “No los oigo, andan muy aplatanados, necesitan un café, o un, o un…”, dijo en cierto momento en que no encontraba respuesta a las preguntas que planteaba. Dándole la bienvenida a los presentes y a ella misma (“¡Bienvenidos todos, bienvenida yo!”), la señora Prats asumió la obra anunciada como un triunfo personal: ella había prometido que se haría y durante meses estuvo como “cuchillito de palo” con quien definió varias veces como “amor mío”. Por tanto, “le pido a la comunidad que me apoye, porque yo tengo ocho meses trabajando con los arquitectos, los ingenieros, los administradores, agarrándome del chongo con todos ellos, a sartenazos, con el molcajete”. Con altibajos en la voz y sin terminar frases, Mar(t)iagna se ofreció como intercesora política y social: “Amor mío: independientemente, y aparte de que es jefe de Gobierno, es mi amor y, pues eso nos ayuda, ¿no? (…) Yo simplemente voy a abogar por ustedes, voy a ser un puente. Es lo que soy y he sido siempre: comunicóloga a través de la televisión, del cine, del teatro, a través de mis pinturas o de este micrófono el día de hoy. Tengo la gracia del cielo de tener un marido que es el jefe de Gobierno de una gran ciudad: el Distrito Federal”. La ceremonia mencionada tuvo una enorme vigilancia policiaca (casi de un policía por asistente, según comentó al aire la reportera de la emisión radiofónica conducida por Carmen Aristegui, en que también se reprodujeron las palabras de la esposa de Ebrard)… Y, mientras los legisladores gringos se ponen bravos porque su gobierno no les informó oportuna y adecuadamente del Plan México/Iniciativa Mérida, e incluso hay quienes califican a México como un cártel nacional de drogas, ¡hasta mañana, en espera de que se cumplan las 72 horas de plazo para que se callen los comerciales de oportunismo político con que el ocupante de Los Pinos se promueve como salvador de desgracias prohijadas por sus antecesores y él mismo!
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