Roberto González Amador
La experiencia de México cuestiona la afirmación de que la inversión extranjera directa constituye una “panacea” para que los países reduzcan la pobreza y logren el desarrollo sustentable de una industria moderna. Es una de las conclusiones que derivan de La economía de enclave, obra de Kevin P. Gallagher y Lyuba Zarsky, investigadores de la Universidad de Boston y del Instituto de Relaciones Internacionales de Monterrey, respectivamente.
El libro, presentado este miércoles en la sede de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en la ciudad de México, muestra que a pesar de que el país atrajo a varias corporaciones para operar en su territorio después de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en enero de 1994, la inversión extranjera directa menguó en ausencia de políticas gubernamentales que apoyaran esta expansión y por la creciente competitividad de China.
“Más aún, la inversión extranjera creó un ‘economía de enclave’ cuyos beneficios fueron confinados a un sector no conectado ampliamente con la economía mexicana”, según se lee en la presentación del libro, que analiza particularmente el caso de las empresas de tecnología y electrónica asentada en el estado de Jalisco, en lo que se ha dado en llamar –un poco pretensiosamente– el Valle del silicón mexicano.
“La inversión extranjera directa no ha generado muchas derramas de productividad en México”, explicó durante la presentación Gallagher, quien ha publicado varios trabajos críticos sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
En la presentación, Gabriel Quadri de la Torre, director general de Eco Securities y ex director de un centro empresarial de estudios ambientales, afirmó que en el caso de México no ha fallado el TLCAN sino que ha habido incapacidad de crear las instituciones que permitan aprovechar las ventajas de la integración comercial. “Fue un error el que se cometió en México al carecer de política industrial. Estaban equivocados quienes creyeron eso”, manifestó.
Lilia Domínguez, investigadora de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, mencionó que a diferencia de otros países México no logró que empresas extranjeras que se asentaban en su territorio transfirieran tecnología a firmas nacionales.
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