Calderón ofendió a los mexicanos
La desgracia acaecida en Morelia tristemente captó toda la atención en la celebración del grito de Independencia; no obstante, en otros estados de la república ocurrieron situaciones, si no tan lamentables, sí afrentosas para los mexicanos; al respecto, quiero referirme a un suceso bastante incorrecto, algunos inclusive podrían calificarlo de indigno.
Resulta que el pasado 15 de septiembre, don Felipe Calderón designó a un español para que diera el grito libertario en Dolores Hidalgo, Guanajuato, ni más ni menos, la cuna de nuestra Independencia; nos referimos a Juan Camilo Mouriño Terrazo, quien tiene pasaporte español y mexicano; es decir, doble nacionalidad, aunque él nació en la península Ibérica, allá tiene a su familia, hecho que obviamente, en lo absoluto significa desdoro; lo inconcebible es que don Felipe Calderón le haya nombrado secretario de Gobernación; el michoacano consideró que ninguno de los más de cien millones de mexicanos era capaz, ni reunía las condiciones adecuadas para cubrir tan relevante responsabilidad gubernamental.
En verdad, da la impresión que el presidente Calderón no quiere a México, no desea para su gente; nos gustaría pensar que la aparición de Mouriño en la tierra del cura Hidalgo quizá fue una decisión precipitada del Ejecutivo federal, lo real es que con esa acción indiscutiblemente lastimó a los mexicanos, era ridículo ver a un español exclamando “viva Hidalgo, viva Allende, viva México”, era tanto como oír a un racista espetar “viva la igualdad entre negros y blancos”.
Es evidente, la festividad más relevante de la historia patriótica mexicana es el grito del 15 de septiembre, así como la celebración del 16. Recordemos, la esposa del corregidor de Querétaro, doña Josefa Ortiz de Domínguez, comunicó a Ignacio Allende que pronto los aprehenderían a él y a Miguel Hidalgo por ser dirigentes del movimiento insurgente; tal circunstancia motivó que Hidalgo adelantara el inicio de la lucha libertaria; de tal suerte, la sublevación empezó la noche del 15 de septiembre de 1810. Una de las proclamas más usadas por los mexicanos en esa época era: “muera el mal gobierno, salgamos a matar gachupines".
Retomando el tema del presidente Felipe Calderón, ha sido sumamente grave y preocupante su proceder en relación con Juan Camilo Mouriño, su afecto por el español debe ser ilimitado, al extremo que le ha hecho perder la brújula y las más elementales cortesías para un pueblo, que tal vez no lo eligió presidente, aunque debemos aceptar, Calderón representa la formalidad del cargo; sin embargo, no ha estado a la altura del mismo; el michoacano se deja llevar por una pasión desmedida con su amigo, un gallego instruido en Miami, quien llega a nuestro territorio en busca de riqueza, tal como lo hicieron los antiguos conquistadores. En ese tenor, Juan Camilo Mouriño es un conquistador moderno, ya no trae cañones ni pólvora como antaño lo hacían sus compatriotas, usa su cara bonita y habilidad para cautivar a varones mañosos y libertinos, quienes le han abierto las puertas de la nación, mismos que siguen empecinados en entregar a manos extranjeras la principal riqueza mexicana, como lo es el petróleo.
Tengamos presente, ya desde sexenios anteriores nos han venido quitando a los mexicanos lo nuestro, como aquel sinvergüenza presidente que se apoderó de Teléfonos de México valiéndose de un prestanombres; cabe apuntar, dicho ex primer mandatario, al igual que el actual, llegó a Los Pinos después de unos comicios nada transparentes, donde a todas luces había triunfado Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano; no obstante, el robo descarado se dio en perjuicio del hijo del heroico general Lázaro Cárdenas del Río y de todos los mexicanos; ahora quizá no sea tanto el cinismo, lo cierto es que tampoco Calderón ganó la presidencia de forma nítida, su victoria está “llena de dudas”, por ende, lo que minímamente debería hacer el abogado egresado de la Escuela Libre de Derecho, es legitimarse, esto es, realizar actos en beneficio de la sociedad, no la serie de barbaridades y ofensas que está efectuando, verbigracia, insistir en la venta de Pemex, así como privilegiar a sujetos que, por su condición de efebos, les otorga puestos importantes.
En fin, por cualquier lado que se le vea, en México hace falta oficio de gobernante, sensibilidad, empero, sobre todo, gran sentido patriótico, algo que por regla general no existe en nuestros dirigentes; reitero, no quieren a México ni a los mexicanos, nos desprecian, continúan con el maleficio de la Malinche.
elb@servidor.unam.mx
martes, septiembre 30, 2008
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