Indice Político
Francisco Rodríguez
En cuatro décadas, cuatro han sido los pasos que los mexicanos hemos avanzado a la categoría de sociedad para dejar de ser “pueblo”, cual aparecíamos despectivamente en la vieja oratoria de los “grillos” y gobernantes priístas.
El primero de esos pasos, sin duda, fue el de la conciencia política. Y arrancó en torno al 2 de octubre de 1968, cuando la fuerza represora del aparato estatal fue brutalmente lanzada en contra de los jóvenes que entonces comenzaban a cobrar conciencia –a partir de un pleito estudiantil sofocado a golpes, en las vecindades de una escuela privada y otra oficial-- del agotamiento del modelo del desarrollo estabilizador y, por ende, del inicio del ensanchamiento de la brecha que separa a los pobres de los ricos.
Segundo de esos pasos fue el de la conciencia de la fragilidad económica del país al devaluar, en 1976, Luis Echeverría al peso en su relación frente al dólar que, hasta ese momento, y tras 22 años, se mantenía en 12 pesos con 50 centavos por cada billete verde con la efigie de Washington en el anverso.
Nueve años después, en 1985, dimos el tercer paso cuando despertó la conciencia social al llenar los mexicanos el vacío que el medroso gobierno de Miguel de la Madrid provocó al ausentarse de los trabajos de rescate y apoyo a las víctimas de los terremotos del 19 y 20 de septiembre.
Finalmente, hasta el año 2000 y por supuesto en el 2006, los mexicanos nos percatamos que ya como sociedad teníamos el poder de contravenir al oficialismo y, en las urnas, la mayoría dio un revés a 70 años de un régimen que sólo cambiaba caretas, pero que sustancialmente era el mismo que reprimía, como en 1968; que empobrecía a los mexicanos, como en la sucesivas devaluaciones a partir de 1976; que evadía sus responsabilidades para con los gobernados, como en 1985 y en muchas otras ocasiones más.
Por eso, entre otras cosas, el 2 de octubre de 1968 no se olvida, ni se olvidará.
El gran problema que se expresó en 1968 fue el de la libertad. No la había. No es una coincidencia azarosa, más bien es una resultante histórica. No fueron el movimiento obrero ni el movimiento campesino los que logran plantear el problema de la libertad, fue la clase media, la gente de mayor escolaridad, los universitarios, los intelectuales.
Se produjo en 68 una protesta que iba mucho más allá de lo que el gobierno esperaba, que desbordaba toda expectativa y se convertía en una rebelión de gran alcance, sobre todo por la torpeza de la autoridad de ocupar militarmente la Escuela Nacional Preparatoria y, más adelante, todas las instalaciones de educación pública superior.
No se olvide que aquel 2 de octubre fue, también, la fecha en la que la Casa Blanca finalmente se percató de la incapacidad del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz para mantener la estabilidad del país y, además, poner en riesgo la seguridad de los participantes y visitantes a los XIX Juegos Olímpicos que se inaugurarían más tarde.
No olvidemos eso para que no se nos olvide que no se olvida.
Porque aún falta el quinto de los pasos…
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