PRD: la difícil reconstrucción
Después de seis meses de desgaste político, sin representación en los órganos de dirección del PRD y sin el control de las corrientes internas que lo postularon a la presidencia de su partido, Alejandro Encinas cedió frente a su contrincante Jesús Ortega para la realización del XI Congreso Nacional, contra las recomendaciones de sus aliados.
El exjefe de gobierno del Distrito Federal y delfín de Andrés Manuel López Obrador para ocupar la presidencia del PRD tomó esta determinación después de que los conflictos en que se involucraron los grupos más radicales que lo apoyaron, lo dejaron al margen de las decisiones para resolver el conflicto electoral, que deberá resolver el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Frente a esta experiencia, Alejandro Encinas y su equipo preparan la disolución de Izquierda Unida para conformar lo que Ricardo Ruiz -su vocero y pieza de la negociación con Nueva Izquierda- llama un "referente nacional", que en los hechos sería una nueva corriente constituida por perredistas que no pertenecen a ninguna "tribu", los mismos que, asegura Ruiz en entrevista, apoyaron más a Encinas que los grupos internos.
Anulada ya la elección para presidente y secretario general del partido por la Comisión de Garantías y Vigilancia, órgano que validó a Guadalupe Acosta Naranjo y Martha Dalia Gastélum como dirigentes provisionales -luego ratificados por el TEPJF-, la autoridad electoral tendrá que definir si se prevalece la decisión de Garantías, impugnada por Ortega, y se mantendrían los dirigentes provisionales, o corrige los criterios de anulación de casillas, lo que le daría el triunfo al jefe de Nueva Izquierda.
Ante esos dos escenarios en los que Nueva Izquierda se quedaría con la presidencia del partido, la pelea de Izquierda Unida es por quedarse con la secretaría general del PRD.
Desde el punto de vista de Camilo Valenzuela, presidente del Consejo Nacional del PRD, el conflicto interno "lo perdió Alejandro Encinas el 4 de mayo, cuando admitió que las corrientes más radicales que lo impulsaron, llámese (Dolores) Padierna, (Gerardo Fernández) Noroña y una parte de Izquierda Social (de Martí Batres) boicotearon el Consejo Nacional que permitió que Acosta Naranjo y Martha Dalia Gastélum se quedaran al frente del partido".
En entrevista, agrega que esa postura se tomó "contra un acuerdo que tuvo Encinas el 29 de abril, en el que estuvieron los gobernadores y la gobernadora del PRD, así como Marcelo Ebrard y los coordinadores de las cámaras, para que se mantuviera la fórmula de Raymundo Cárdenas y Graco Ramírez a fin de darle legalidad al partido y transitar a un acuerdo que llevara a nombrar una presidencia y secretaría general sustitutas por consenso.
"Pero, además, no se atendió que muchos de las consejeras y de los consejeros que apoyaron a Alejandro consideraban que por encima de él y de Chucho estaba el partido."
Ese 4 de mayo, dice Valenzuela, el Consejo Nacional obtuvo el quórum necesario para que el bloque que encabezó Jesús Ortega propusiera a Acosta y a Gastélum como presidente y secretaria provisionales, lo que fue aprobado.
A finales de junio, una vez que el TEPJF validó la dirección sustituta, las corrientes que integran el partido empezaron a tender lazos con Nueva Izquierda para negociar la secretaría general, pues Gastélum puso su cargo en la mesa para facilitar una salida al diferendo.
De acuerdo a versiones de miembros de distintas corrientes perredistas, el Foro Nuevo Sol, encabezado por la gobernadora zacatecana Amalia Gacía, pidió el cargo para Hortensia Aragón, que iba en la fórmula con Encinas.
A su vez, el Movimiento por la Democracia, que encabeza el líder de los dipu-tados federales perredistas, Javier González Garza, propuso a Saúl Escobar, actual secretario de Relaciones Internacionales.
Por su parte, Marcelo Ebrard votó por Agustín Guerrero, líder de Izquierda Democrática Nacional (IDN) en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal; y Alejandro Encinas opinó que con Ricardo Ruiz en ese cargo podría destrabarse el conflicto.
Y en entrevista, la dirigente de IDN, Dolores Padierna, sostiene: "Tendríamos que estar defendiendo la presidencia, pero si ahora el propio Encinas dice 'ya, hasta aquí, aceptamos la secretaría general', nosotros decimos: pues le toca a IDN, no le toca a nadie más, porque IDN es la que más aportó votos. Pero es un asunto que va a depender del fallo del tribunal".
División tras división
Antes del XI Congreso Nacional del sábado 20 y el domingo 21 varios factores avivaron la lucha interna del PRD, aunque había acercamiento personal entre Jesús Ortega y Alejandro Encinas: la anulación de la elección de julio; la toma de las instalaciones de la Comisión de Garantías y del partido; el intento del "ala más irracional de IU" -como dice Valenzuela- de boicotear el Consejo Nacional del 16 de agosto.
Este consejo resolvió convocar a elecciones extraordinarias para presidente y secretario del PRD el 14 de febrero de 2010. "En acuerdos previos, Encinas estuvo de acuerdo -dice Valenzuela- y no implicaba que Acosta Naranjo y Martha Dalia Gastélum permanecieran hasta entonces, eso es todavía motivo de negociación".
Otro factor del encono fue la determinación de Renato Sales, al frente de la Comisión de Garantías, de validar las elecciones de consejeros nacionales en Oaxaca, Chiapas y Veracruz, lo que dio la mayoría a Nueva Izquierda en los días previos al congreso.
La crispación, a decir de Valenzuela, afectaba los trabajos de la Comisión Organizadora del congreso, integrada por representantes de todas las corrientes y que procesaría los acuerdos finales, como el posicionamiento del partido ante la reforma energética y frente a la crisis económica y de seguridad en el país. A esta comisión le tocaba también rediseñar los órganos del partido, incluido el de dirección, y modificar los estatutos para preparar el proceso electoral de 2009.
Fue por ello que Camilo Valenzuela y Alfonso Ramírez Cuéllar, excandidatos a la presidencia del PRD por la Red de Izquierda Revolucionaria (Redir) y el Movimiento por la Democracia, respectivamente, convocaron el jueves 18 a Ortega y a Encinas.
El objetivo era que ambos "asumieran su responsabilidad y de una vez por todas se llevara a cabo el congreso. Los dos aceptaron. Era importante que lo hiciera Encinas para que mandara a sus aliados el mensaje de que, siendo el candidato de Andrés Manuel López Obrador, éste también apoyaba el congreso, y así desactivar cualquier acción en contra de éste".
El encuentro se llevó a cabo en el restaurante del hotel Diplomático. Asistió también Mario Saucedo, cabeza del Movimiento Cívico, que apoyó a Encinas y se opuso a la realización del congreso.
Valenzuela dice que Saucedo "tuvo una actitud desafortunada, insultó a Chucho, pero creo que fue una reacción producto de que su corriente quedó muy disminuida, como muchas otras, e Izquierda Unida no quiere reconocerla".
Otro de los aspectos que afloraron durante la preparación del congreso "fue la terrible división de Izquierda Unida, pues mientras los chuchos (NI) y sus aliados de ADN (Alianza Democrática Nacional, encabezada por el senador Héctor Bautista) aceptaron incluir como parte de los consejeros que les corresponden a miembros de Movimiento por la Democracia, otra corriente disminuida, IU, se negó a incluir a dirigentes del Movimiento Cívico, que formó parte de esa alianza".
Los desacuerdos internos de IU, dice Valenzuela, provocaron que se decidiera continuar el congreso el 11 de octubre próximo, al no llegar a acuerdos para el reparto de los ocho delegados al Congreso Nacional por cada estado.
Se determinó que cinco de esos ocho delegados fueran de los equipos que apoyaron a Ortega, y el resto se distribuyeran entre las corrientes que impulsaron a Encinas. Debían nombrarse en los consejos locales del PRD, pero éstos no se reunieron en unas 17 entidades, por lo que tendrán que designarlos en pleno congreso.
Tan fuerte fue el encono que se dieron casos como el de Juan Manuel Ávila, miembro del Foro Nuevo Sol, quien denunció en la reunión plenaria del congreso que Ana Paula Ramírez, de IDN, impedía el registro de delegados. Valenzuela apunta que de éstos "muchos eran cívicos y del Foro". Al final quedaron pendientes de conformarse tres delegaciones estatales.
Ricardo Ruiz, representante de Alejandro Encinas, reconoce en entrevista que en Izquierda Unida hay diferencias debido a su propia composición como frente electoral, unido por las coincidencias con Andrés Manuel López Obrador.
"Creo que a estas alturas el ciclo de IU concluyó -dice Ruiz-; el resultado de ese frente es, desde nuestro punto de vista, que ganó Alejandro Encinas. Pero ese frente no se consumó en los estados, ahí las corrientes fueron divididas y en algunos confrontadas, excepto en el DF, donde hubo una candidata de consenso, Alejandra Barrales, que tuvo mucho apoyo de la gente de Marcelo Ebrard."
Para el exsecretario de gobierno de Alejandro Encinas, la mayoría de los votos que obtuvo IU en la elección interna los aportó el propio candidato, y en una parte menor las corrientes que lo apoyaron. "Se agradece su apoyo, pero la fuerza de Alejandro está en la gente que está más allá de las corrientes y a la que nos debemos", afirma.
No se trata de deslindarse de las expresiones que apoyaron a Encinas, aclara, pero dice que "los dirigentes (de corrientes) estaban más metidos en ver cuántos delegados les tocaban y si negociaban con otra corriente; vienen las elecciones locales y están más preocupados en cuántos diputados les van a tocar de representación. Eso no lo queremos nosotros ni queremos que sea lo más importante para el partido".
Por ello, dice Ruiz, el equipo de Encinas trabaja para que, una vez culminado el proceso electoral interno, se forme un "referente político nacional, que no será una corriente como las tradicionales, porque se han convertido más bien en grupos de presión al interior del partido, aunque coincidamos ideológicamente con las que nos apoyaron".
Para conseguirlo convocarán a "todos aquellos militantes que quieren un cambio verdadero del partido, e incluso de aquellos que están fuera del partido pero en el movimiento vinculado a López Obrador, sin que ello signifique que se tenga una visión electoral para 2012".
Frágiles acuerdos
Ricardo Ruiz evalúa favorablemente sus negociaciones con Nueva Izquierda para organizar el congreso perredista, ya que en todo momento las corrientes que integraron Izquierda Unida "estuvieron informadas de los resultados que se consensaban, hubo conocimiento de los documentos que iban surgiendo, y aunque hubo diferencias al interior, al final el balance es positivo".
Uno de los acuerdos que estableció con Jesús Zambrano, el negociador de Nueva Izquierda, fue el de las alianzas políticas:
"A los grupos se les leyó el documento que se iba a poner a discusión en el congreso -explica Ruiz-, y se acordó que fuera Agustín Guerrero quien, en nombre de IU, propusiera que en el texto final se especificara que quedaban prohibidas las alianzas con el PRI y con el PAN.
"Ese punto se puso a discusión en el pleno y se votó en contra, pero el resto del contenido fue aprobado por unanimidad, porque se pusieron los suficientes candados; va a haber suficiente control, se requiere la mayoría calificada del Consejo Nacional, para que en los hechos podamos detener una alianza que perjudique al partido."
No obstante, para Dolores Padierna la eliminación del párrafo que prohibía alianzas con esos partidos fue una concesión que se dio "de manera ingenua" a Nueva Izquierda para que esta corriente hiciera sus alianzas con el PRI en Guanajuato, Jalisco, Querétaro y Aguascalientes, donde la presencia del PRD fluctúa entre 6 y 4%.
En esos estados, sostiene Padierna, "los chuchos han tenido la dirección del partido desde 1988 y están acostumbrados a negociar con quien tenga la gubernatura por espacios plurinominales, haciendo del PRD un partido testimonial".
Lo que pretende NI aliándose con el PRI, acusa, es que el PRD cumpla el papel del Partido Verde Ecologista de México, "que ante la imposibilidad de tener votos por sí mismo para alcanzar un cargo plurinominal, los obtenga con el PRI. Es mentira que se pretenda combatir al Yunque y a la ultraderecha. En Guanajuato, por ejemplo, el PAN tiene 62% de votos".
Advierte también que en la redacción final de la reforma a la política de alianzas se introdujo un párrafo "riesgoso" que fue votado por unanimidad y cuyo destinatario es López Obrador.
El texto, leído al pleno por Fernando Belaunzarán, de NI, dice: "que los convenios de alianza que sean signados entre PRD, PT y Convergencia, contendrán una cláusula que prohíba tajantemente postular a perredistas como candidatos del PT o Convergencia en contra de los aprobados por las instancias correspondientes del partido en aquellos espacios en los que la alianza no haya avanzado con candidatos comunes. El PRD se compromete a hacer lo propio".
"El párrafo no es malo -comenta Padierna-; está diciendo en el fondo que aquel perredista que compita por otras siglas queda expulsado en automático. Lo que están haciendo los chuchos es quitarle el partido a López Obrador, lo están orillando a (que salga), que si tiene millones de personas, da igual un partido que otro.
"Están advirtiendo que si no logra la candidatura en 2012, que se vaya y con él todos los lopezobradoristas, pero no nacimos ayer en política, y Andrés Manuel tiene un colmillo retorcido como pocos, es un estratega y un líder. Si los chuchos piensan que nos vamos a ir, están equivocados."
Padierna enfatiza que ella se opuso a que se realizara un Congreso al que IU fuera en desventaja y sin que hubiera de por medio una resolución del TEPJF, pero dice que el jueves 18, en una reunión con los dirigentes de las corrientes que lo apoyaron, el propio Encinas decidió que "se cierre el ciclo".
Sus indicaciones fueron, según recuerda Padierna: "Debemos pensar en reestructurar los órganos de dirección, aceptar eso que quieren los chuchos del buró político, ver cómo decidir las candidaturas de común acuerdo, que haya una franja de consenso y cuotas para un bloque y para otro, que la Comisión de Garantías y la Comisión Técnica sean órganos colegiados sujetos a vigilancia, que se haga un nuevo padrón, etcétera".
La figura propuesta por Nueva Izquierda, la Comisión Política, estará integrada por el presidente, el secretario del partido y 13 dirigentes connotados, miembros de las corrientes más significativas, con el respaldo de al menos 80% del Consejo Nacional. Entre esos 13 líderes está considerado Encinas.
En tal circunstancia, si bien IDN no podía aceptar que la dirección del partido estuviera en manos de los chuchos y mucho menos sin que hubiera una sentencia del TEPJF, Padierna señala que si Encinas acepta la secretaría general, quien debe estar en ella es IDN:
"Por estatuto, por porcentaje de votos, por ser el segundo lugar como corriente, nos corresponde. Si separamos el resultado final, Nueva Izquierda tiene el primero, IDN el segundo y ADN el tercero."
-¿Nueva Izquierda le ofreció a Alejandro Encinas la zanahoria de la secretaría general para que cediera? -se le pregunta.
-No lo veo así. Alejandro Encinas actuó con demasiada responsabilidad. Él decía: "Tenemos medio año de desgaste, medio año de lastimar al partido. No se resuelve, no hemos logrado que los chuchos sean razonables y hay que acabar con esto de una vez por todas". l
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